Sin pretender descubrir nada nuevo, solo con ese ánimo de hacer balances que siempre se apodera de nosotros en los fines de año y en los cierres de ciclo, digamos hoy (día electoral, para más señas) que esa gran pela de la que todo el mundo habla, esa que estamos resistiendo estoicamente, viene de dos correas: los enemigos externos que están resueltos a doblegarnos por hambre y enfermedad; y los enemigos internos, a quienes podemos reunir bajo el rótulo de la corrupción moral endógena.

 

Para argumentar este planteamiento me valdré de las revelaciones que hiciera recientemente el director del Hospital Clínico Universitario de Caracas, Fernando Alvarado, un cirujano cardiovascular que mostró, a corazón abierto, cómo estos dos factores nos afectan de manera simultánea y pavorosamente orquestada.

 

Me parece que la realidad específica de ese hospital puede extrapolarse, sin riesgo de deformaciones, al país en general.

 

Correa 1: el bloqueo

 

Sobre los efectos del criminal bloqueo financiero que se ejerce contra Venezuela, Alvarado (en entrevista para LaIguana.TV) fue tajante: el país quiere comprar equipos, insumos y medicinas imprescindibles para tratar a pacientes de las más diversas patologías, y no puede hacerlo, aun teniendo el dinero disponible.

 

Relató lo duro que es ver a los pacientes y sus familiares clamar por una intervención quirúrgica o un tratamiento que no puede realizarse porque falta algún equipo, material o fármaco, no porque el país carezca de los recursos económicos o de la voluntad política para invertirlos en la salud de la población, sino porque ciertos gobernantes de otras naciones resolvieron que Venezuela, mientras tenga su actual gobierno, no puede comprarlos.

 

Las personas que tenemos alguna figuración pública (en mi caso, debido al ejercicio del periodismo), podemos hacernos una idea de esas presiones que experimentan los médicos en los centros de salud, pues algunas allegados también acuden a nosotros, en la creencia de que tenemos contactos capaces de conseguir los insumos o medicamentos tan necesarios. Pero la mayor parte de las veces ni siquiera los mejores contactos tienen la posibilidad de  conseguir algo que, sencillamente, está agotado.

 

Esta dramática situación es la verdadera cara de las ilegales e inmorales represalias aplicadas por Estados Unidos y la Unión Europea, las mal llamadas sanciones, que se traducen en muerte y empeoramiento de las enfermedades, para solamente hablar del campo de la salud. Esa es la realidad que han acelerado ciertos personajes de la política local que van por el mundo reclamando más «sanciones», vale decir, más sufrimientos para los enfermos y sus parientes, aunque ellos mismos y sus seres queridos están a buen resguardo en caso de alguna contrariedad de salud.

 

Correa 2: la corrupción

 

Siguiendo con el caso del Hospital Clínico Universitario, el director reveló varios detalles que hablan de un cuadro interno en el que predomina un permanente  ánimo de saqueo. Explicó que no tan pronto se ha colocado un bombillo o el repuesto de un sanitario cuando ya han sido robados.  Bienes más grandes como compresores de aire acondicionado y equipos médicos también «se pierden» velozmente. Muchos de los que han sido sorprendidos in fraganti son parte del personal del hospital.

 

Esta situación es el reflejo inequívoco de la corrupción moral endógena. Y aunque esta palabra (endógeno) tiene una impronta claramente revolucionaria, no se trata solo de corruptos chavistas, sino de personas de diversos sectores políticos (o de ninguno) que han caído en el modo “sálvese quien pueda” y, por tanto, son capaces de robarse las pocetas de un servicio de Gastroenterología, obligando a cerrarlo por motivos más que obvios.

 

Esos empleados (de todos los niveles, civiles o militares, con o sin título universitario) que desvalijan su propio hospital para sacar provecho personal son el equivalente interno del bloqueo, de las represalias y las “sanciones” gringas y europeas. Son la otra correa que no deja de azotarnos en esta pela que nos tiene –para decirlo en argot médico- en terapia intensiva.

 

(Clodovaldo Hernandez / LaIguana.TV)