Luego del resultado ampliamente favorable obtenido por el Partido Socialista Unido de Venezuela en las elecciones de concejales, corresponde a los funcionarios electos avanzar hacia la meta del Estado comunal y teñir de cotidianidad la agenda de los alcaldes, estima Diva Guzmán, una de las más jóvenes integrantes de la dirección nacional de la tolda de Gobierno.

 

Guzmán, quien también es constituyente por el sector sindical y actualmente está en funciones como viceministra del Trabajo, conversó con LaIguana.TV en torno al balance de los comicios municipales, la perspectiva de la toma de posesión del presidente Nicolás Maduro para su segundo mandato, la importancia de la formación para una Revolución que está cumpliendo 20 años y la situación de los trabajadores en el actual cuadro económico.

 

A continuación, una versión del diálogo que Guzmán sostuvo con el periodista Clodovaldo Hernández:

 

-¿Qué balance hace el PSUV sobre las elecciones de concejales de este 9 de diciembre?

 

-El partido ya se pronunció reconociendo el hecho de la participación como un triunfo, una victoria para Venezuela. Son 25 elecciones que nos deben llenar de orgullo porque somos cátedra para otros países acerca de lo que debe ser la participación electoral. Rompimos la expectativa. Evidentemente, en una elección municipal separada de la de alcaldes, la perspectiva que teníamos era de movilizar menos gente, por la tendencia, por la época y por el contexto de presión económica que vivimos. 27 y tanto por ciento es un porcentaje mayor que el de otras elecciones que se han realizado solo de concejales. En estos días leía un material sobre las variables que influyen en la participación electoral y lo que allí se plantea coincide mucho con lo que vimos en esta oportunidad. Se concluye que hay un grado de conciencia acerca del valor de participar en procesos electorales. Eso para nosotros, como dirigentes políticos, representa un triunfo en torno a lo que nos hemos planteado como proyecto de país, que es construir una democracia participativa y protagónica. Ese es el análisis que hacemos desde el punto de vista sociológico.

 

-Pero, sin lugar a dudas hubo una parte del chavismo que también se abstuvo. ¿Cómo estudiar ese fenómeno, a qué atribuírselo en los análisis preliminares?

 

-Evidentemente, más que al chavismo, fue un comportamiento de la población en general. Esta es una fiesta electoral que quizá no motiva tanto como una elección presidencial, de la Cámara de Diputados, de los gobernadores, que son elecciones de alto impacto, que motivan y movilizan más. También hubo un proceso de contraataque a la participación democrática que lo ha venido dirigiendo la oposición, que se encarga de sobresaturar al venezolano, exacerbar el desánimo ante la democracia como forma de dirimir diferencias. Es un factor que ha jugado para desmotivar, para desconvocar, además de la situación de presión económica que esa misma oposición ha generado. Eso ha tenido un efecto y nosotros lo reconocemos sin mayor complejidad, con la visión de ocuparnos de contrarrestar ese ataque. Eso es lo que hacemos a diario, desde la militancia en el partido y desde la función de Gobierno. Queremos que la gente perciba que sí estamos empeñados en resolver sus problemas y hacer tangibles esas soluciones. No queremos quedarnos en un discurso destinado a movilizar el voto, sino que se concrete en acciones. En esta elección, los dirigentes que salimos a hacer campaña asumimos que el concejal es el dirigente más cercano a la gente, el que debe garantizar la construcción del Estado comunal. Los que resultaron electos no deben convertirse en burócratas, acomodarse en el cargo, repetir esa cultura de que en esos cargos se hacen negocios, sino que el reto, la obligación es estar en la calle con el pueblo y construir la agenda del alcalde. Un alcalde bolivariano, chavista, revolucionario, debe tener una agenda marcada por la cotidianidad, no como se hacía antes, cuando el dirigente decidía en función de su conveniencia. El papel que tienen que jugar los concejales es ser vocero de las mayorías para que el alcalde pueda tomar decisiones en torno a las necesidades colectivas. Ese fue el enfoque con el que postulamos las candidaturas, y al que ahora, después de las elecciones, nos ocuparemos de hacerle contraloría para que se cumpla.

 

Formación de hogar

 

-La Revolución Bolivariana está arribando a sus veinte años. El 6 de diciembre se cumplieron veinte de la primera victoria del comandante Chávez, y el 2 de febrero se cumplirán de su ascenso al poder. Esto implica que solo los venezolanos que tenemos más de 40 años recordamos bien cómo fue el proceso político, económico y social que generó ese fenómeno electoral. ¿Cómo hacer para llevar esa conciencia a los jóvenes? ¿Cómo te llegó a ti?

 

-Creo que el primer núcleo de formación es la familia. Soy muy joven como para haber vivido muchas cosas que sí vivieron mis padres. Pero ellos nos permitieron comprender su experiencia. Esa experiencia fue clave para que nuestros padres fueran como fueron con nosotros y nos dieran la formación que nos dieron. El hecho de crecer en un ambiente en el que el debate político era el pan de cada día, el desayuno, el almuerzo y la cena, el que tu casa fuese la casa del partido donde se conspiraba para que la izquierda avanzara, eso nos permitió a nosotros acercarnos a unas categorías de análisis que nos permiten discernir en torno a la realidad. La clave no es adoctrinar a un joven y decirle lo que debe creer. La clave es generar procesos que nos permitan a todos pensar, abstraer y discernir de la realidad, saber distinguir entre qué te garantiza el desarrollo de tu vida, y qué te conduce a la explotación. Eso nos remonta a valorar la educación y la formación, que son los factores que nos pueden permitir el avance. Debemos tener en cuenta que eso es al mismo tiempo un reto y un mito: muchos dirigentes dicen que los jóvenes están con la oposición porque no vivieron en la época de la IV República. Eso implicaría que la experiencia vivida es lo único que puede determinar un planteamiento o una decisión. No es así. No podemos sujetar la militancia en la izquierda solo a la experiencia acumulada en la IV República. Allí es donde tenemos que madurar para que la juventud entienda que hacer política, unirte a una tendencia, definirte de un lado de la sociedad no obedece solo a las experiencias que puedas tener, sino también a las propuestas que puedas llevar. Hay personas que creen ser militantes de la oposición, pero defienden principios y planteamientos muy cercanos a los nuestros. Es a esas personas a las que siempre convocamos para militen con nosotros. Parte de lo que nos puede ayudar a comprender eso, a no depender de la experiencia directa, es la formación. Ella nos puede hacer entender por qué es necesario que hasta tu propia vida personal tenga un proyecto, una visión, un objetivo. Así se encuentra la razón para estar a favor o en contra de un proyecto de país. Aprender a discernir entre unos y otros y a develar los proyectos de la derecha, que normalmente se venden una retórica, pero en el fondo tienen otra intención.

 

-¿Crees que se está haciendo ese trabajo de formación, se avanza por buen camino o es necesario hacer muchas correcciones?

 

-Hay que corregir y profundizar y darle el valor y la justa dimensión a lo que esta estrategia tiene en lo político. Es un reto para toda la dirigencia que los procesos políticos se afiancen. Lo que pasa es que es parte de una cultura del venezolano el querer todo para ya, y como los procesos formativos generan productos a mediano y largo plazo, preferimos concentrarnos en cosas que nos puedan dar resultados inmediatos, una movilización, un evento. Sin embargo, la formación es algo a lo que estratégicamente tenemos que apostarle, con mucha paciencia, constancia, dedicación y ciencia porque no se trata solo de formarnos en la repetición retórica de un discurso, sino construir metodologías que nos ayuden a pensar, a parir las ideas, a entender que lo que hacemos tiene un sentido. Lo que necesitamos no es un militante borrego que nos siga y llene un espacio, sino formar generaciones de jóvenes, y no solo de jóvenes, para la transformación y la práctica consciente. Es un proceso muy complejo que se viene desarrollando desde hace muchos años. Un ejemplo (de un área que amerita formación) son aquellas personas que, por ejemplo, se convencieron de desarrollar su trabajo con un estilo, una manera, una cultura y una práctica que se limita al cumplimiento de un horario, sin entregar capacidad creativa.  

 

La expectativa del 10 de enero

 

-Superado el momento electoral, y luego del descanso navideño, el 2019 comienza con un reto complicado porque existe la posibilidad de que nuevamente la oposición lleve las cosas a un terreno conflicto, a propósito de las expectativas de lo que va a ocurrir el 10 de enero, día de la toma de posesión del presidente Nicolás Maduro para su segundo período. ¿Cómo se preparan en el PSUV, y específicamente la juventud, para esa coyuntura?

 

-Mucha gente pudiera esperar una actitud de nervios, de preocupación, de angustia. Pero no es así. Estamos muy convencidos de que hicimos y estamos haciendo lo correcto, lo establecido legal y legítimamente para elegir a nuestro presidente. Él quedó ratificado y estamos en la obligación, como Gobierno, como Estado, como sociedad, como ciudadanos y como militantes de hacer cumplir la ley. Hubo una decisión de un pueblo y a nosotros nos corresponde generar las condiciones para que se instale nuevamente en la presidencia, en un clima político de paz, de estabilidad, de respeto. Ese día se verá que la autodeterminación no es un discurso, el 10 de enero pondremos en práctica la comprensión de este concepto, de la soberanía. Nos preparamos con lo tradicional que caracteriza al PSUV, que es con fiesta y garantías de participación de todo el pueblo en la calle. También con eventos propios, como espacios de foros de distintas instancias o sectores, una dinámica bien política que nos permita posicionar el ejercicio. Estamos haciendo revolución porque practicamos los conceptos por los que luchamos, pero muchas veces no nos damos cuenta. En esa fecha todos los ojos, los lentes, las cámaras estarán puestos sobre Venezuela porque no es una acción sencilla, es un proceso complejo. Es la consecuencia de una elección que se realizó porque así lo decidió la Asamblea Nacional Constituyente. Esa decisión se tomó, y por más que grandes maquinarias mediáticas, bélicas o políticas a nivel mundial intentaron presionarnos para que no lo hiciéramos, nosotros fuimos pa’ lante. Y en ese pa’ lante no hay cabida para dudar, para echar atrás. Eso no significa que no se reconozcan errores que se hayan podido cometer, pero estamos plenamente seguros de que estamos haciendo lo correcto. La Constitución establece que el período debe comenzar el 10 de enero y así lo vamos a hacer, con mucha fiesta, con mucha alegría, pero sobre todo con mucha seguridad sobre lo que estamos haciendo.

 

Repensar el concepto de salario

 

-En tu rol de viceministra del Trabajo, ¿cómo enfrentar el terrible deterioro del poder adquisitivo del salario desde el organismo que se encarga del tema en el Gobierno?

 

-Es un tema bien polémico, sobre todo para quienes procedemos del mundo sindical y llegamos a la Constituyente como voceros del sector laboral. Ahora con las responsabilidades en el ejercicio del Gobierno, estamos obligados a buscar fórmulas que nos permitan el desarrollo armonioso de este transitar complejo de quién es el blanco de los ataques. Nosotros creemos que el salario es justamente eso, el blanco de ataque principal. Estamos desarrollando procesos de investigación que han determinado que el enemigo se ha concentrado en las debilidades productivas. Nosotros tenemos que partir de reflexionar sobre conceptos que pudieran estar en proceso de superación. ¿Cómo conceptualizar el salario?, ¿cómo organizar las fuerzas productivas? Es un reto pensar el proceso social del trabajo no solo desde el individuo que trabaja, que gana un salario y tiene un sindicato, sino que comprendamos que las banderas de lucha en el movimiento laboral deben ir también a lo estratégico-táctico. Si el enemigo está atacando al bolsillo del trabajador, es necesario contraatacar, y una de las estrategias que nos hemos planteado para contraatacar es reorganizar las fuerzas productivas en función de nuestras capacidades. Eso implica que el trabajador también se ponga a pensar en qué estamos haciendo para garantizar que el salario tenga un poder adquisitivo. Nuestra bandera de lucha no puede limitarse a “auméntame el salario y contrólame los precios”, sino que nos pongamos todos al servicio de la meta de generar la productividad necesaria que haga sostenible el hecho de que el salario sea realmente poderoso, que resista el embate. Eso implica abrir un debate en todo el seno del movimiento laboral, en el movimiento político, y que debemos tener la disposición de asumir los errores, superar algunas culturas. Sabemos que a eso es a lo que está apostando el presidente Nicolás Maduro, que viene del movimiento sindical, que comprende la importancia del salario y que ha hecho todo lo necesario para proteger al trabajador. Nos hace falta profundizar en la dinámica del debate para ganar la guerra. Algún día tenemos que ganarla, pero ese algún día llegará cuando el trabajador asuma el papel que le toca jugar en medio de esta batalla.

 

-¿En la ANC se han debatido estos temas sindicales? ¿Han concurrido los sindicatos, las federaciones, las centrales obreras a hacer planteamientos?

 

-Sí, además de que tenemos 79 constituyentes que venimos del seno del movimiento obrero. Tenemos una comisión de la que cual fui vicepresidenta, la Comisión de Trabajadores y Trabajadoras, con el compañero Francisco Torrealba. Desde allí propusimos la Ley Constitucional de los Consejos Productivos de los Trabajadores y Trabajadoras, como una estrategia para garantizar el tránsito al control obrero, el empoderamiento del proceso productivo, que los trabajadores no solo sean veedores o los que informan, sino también los planificadores de lo que se hace con un recurso asignado. Tomando en cuenta que el Estado ha diseñado una política para mantener y subsidiar empresas, nosotros como sujetos protagónicos tenemos que abocarnos. Por eso se planteó esa ley. También dejamos pendientes propuestas sobre reivindicaciones para los trabajadores jubilados, la necesidad de tener un sistema único de salario para lograr la igualdad de condiciones, cómo garantizar los derechos socioeconómicos. Son un conjunto de propuestas que como constituyentes se han ido elevando y le corresponderá a la directiva de la ANC, que preside el camarada Diosdado Cabello, definir las agendas en función del contexto político y del avance de los tiempos. Allí se determinará  en qué momento culminará el proceso de construcción constituyente. Esas leyes constituyentes van a nutrir a la nueva Constitución. La clase obrera, entonces, sí ha generado debate no solo sobre el tema salarial, sino sobre el económico en general. Además, como movimiento obrero, tenemos la deuda de integrarnos más a la construcción del Estado comunal.

 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)