Hasta un 30%. Es lo que podría caer el dólar. En EEUU se está batiendo un cóctel mortal para su economía, cuyos ingredientes son unas declaraciones del presidente de la FED acerca de sus posibles políticas monetarias el próximo año, el frenazo que sufre el crecimiento, su deuda que causará una recesión, y una inflación que se desacelera.

 

Un rumor recorre EEUU y se ha extendido al resto del mundo. El mismo dice que desde hace unos días se han divisado buitres realizando vuelos circulares sobre la sede de la Reserva Federal en la Avenida de la Constitución, en pleno Washington DC. Como cuando en territorios salvajes, agrestes u hostiles, estas aves carroñeras ven a una posible presa a punto de expirar.

 

También se habla de que el germen del rumor ha sido unas declaraciones del propio presidente de la FED, Jerome Powell, días atrás, cuando señaló que las tasas de interés se mantienen justo por debajo del amplio rango de estimaciones del nivel que sería neutral para la economía.

 

A la lógica deductiva de muchos expertos, estas palabras abrieron la caja de los truenos: dieron a entender que los cambios en la política monetaria del país norteamericano impactarán de lleno en la línea de flotación del dólar: su cotización.

 

Los números fríamente calculados por analistas de JP Morgan Chase señalan que en 2019 coincidirán dos ocasos: el del año, y el del dólar. Lo que agrava la situación de EEUU es que no podrá evitar la tendencia a la baja de su moneda, lo que provocará que su caída dure muchos años. La desaceleración de la economía estadounidense y una pausa en el ciclo de subida de tasas de la Reserva Federal en la segunda mitad del año, también colaboran con esta situación.

 

Por estos días, el codirector en materia de divisas globales y estrategia de mercados emergentes de Goldman, Zach Pandl, aseguró a Bloomberg que el dólar podría caer justo tras la reunión de diciembre de la Reserva Federal, programada para el día 19, cuando los funcionarios podrían reducir de tres a dos las proyecciones de las subidas de 2019.

 

En este sentido, el Dr, Armando Fernández Steinko, profesor de la Universidad Complutense de Madrid, incide en que «[el presidente de EEUU, Donald] Trump quiere que los tipos no suban, y está enfadado con la Reserva Federal, porque quiere que la coyuntura [económica actual de EEUU] siga a todo trapo. Sin embargo, como todos sabemos, el problema de la economía norteamericana es el déficit, la deuda, y esa deuda solamente se puede pagar si se suben los tipos de interés, es decir, si el dólar sigue siendo suficientemente atractivo para atraer inversiones, y sobre todo también activos financieros norteamericanos, básicamente en bonos americanos».

 

Ya a fines de noviembre, la estratega global de JP Morgan, Gabriela Santos también afirmaba a esa agencia que «Al final, tendremos un movimiento a la baja del dólar durante muchos años. En la segunda mitad del próximo año, si la Fed realmente se toma una pausa, la economía se desacelerará y el resto del mundo se estabilizará, veremos un declive de la moneda estadounidense».

 

En este contexto, el multimillonario estadounidense Ray Dalio, fundador del mayor fondo de cobertura del mundo, Bridgewater Associates, se atrevió con una afirmación alarmante: sentenció que el déficit de EEUU ahuyentará a los compradores extranjeros de bonos del Tesoro, lo que provocará un aumento explosivo en su rentabilidad y una caída dramática del dólar en un 30%, dejando al país norteamericano en un escenario al que calificó como su «peor pesadilla».

 

Mientras, a principios de este mes Wall Street se desplomó por las dudas que giran en torno a la tregua comercial pactada entre Pekín y Washington en la cumbre del G20 en Buenos Aires, y por las incesantes señales de alerta por un eventual frenazo del crecimiento estadounidense. A esto se suma que la deuda de EEUU provoca miedo a una recesión, mientras su inflación se desaceleró a su nivel más bajo en un año. Un cóctel explosivo.

 

Al respecto, Fernández Steinko observa que «hay síntomas clarísimos de que la cosa va a cambiar. Por ejemplo, la diferencia entre la rentabilidad de los bonos del tesoro norteamericanos a diez años, y a tres meses. Cuando esa diferencia aumenta, es un indicador muy claro de que se va a producir –por lo menos de lo que sabemos de los últimos 50 o 60 años– una recesión. Indicadores de ese tipo lo hay por docenas. Esto va a llevar automáticamente a un debilitamiento del dólar que puede ser importante».

 

«Sin duda las políticas de Trump a medio plazo van a perjudicar mucho a la economía norteamericana. Porque no olvidemos que es una política que no está basándose en un aumento de la productividad, no hay un aumento de la inversión real, sino de la inversión financiera. Está creciendo, pero no hay una sustancia detrás para que esto dure muchos años», concluye Armando Fernández Steinko.

 

(mundo.sputniknews.com)