A pocas horas del triunfo de Donald Trump, la sensación de sorpresa aún no se disipa en todos los que apoyaron a Hillary Clinton. Y es que de Trump como actor político no se conoce casi nada, él era ante el mundo entero sólo un magnate con excesos de despotismo.

 

Fueron justo esas características las que hicieron del reality show The Apprentice un éxito, la «magnanimidad» de un ricachón mostrada sin temor ante el mundo en modo orientador, prometiendo a su modo lo que promete de facto el sueño americano: progreso, superación y muchos dólares. Enganchó a una multitud diversa no sólo en los Estados Unidos. Nadie lo dice, pero con The Apprentice comenzó la pre-campaña política de Donald Trump.

 

La misma Hillary lo increpa con ese tema durante el desarrollo del tercer debate en la campaña presidencial: «Mientras yo estaba sumergida en el delicado trabajo en Libia (invadiendo y matando, debió decir), tú estabas haciendo un reality show».

 

Esa aseveración de Hillary fue ratificada en un correo entre el jefe de campaña de Clinton y el DNC (Comité Nacional Demócrata, por sus siglas en inglés) y que fue desclasificado por Wikileaks, donde evidenciaron que reiterar en su discurso el paso de Trump por el mundo del espectáculo era parte de una estrategia, porque para los demócratas Trump era lo que ellos llaman un candidato «Pied Piper», algo así como (según una de las acepciones): «Una persona que induce a los demás a imitar su ejemplo, un hombre persuasivo, un líder que hace promesas irresponsables”, según cómo se use el término, “un Pied Piper podría ser un líder político demagógico o alguien como Ghandi o la Madre Teresa».

 

Dice esa parte del documento:

 

Nuestros Objetivos y Estrategia.

 

Nuestra esperanza es que el objetivo de una potencial campaña de Hillary Clinton y el DNC sea uno solo: hacer que cualquiera que sea el candidato nominado por los republicanos resulte desagradable para la mayoría del electorado. Hemos esbozado tres estrategias para obtener nuestro objetivo:

 

1) Forzar a todos los candidatos republicanos a encerrarse en posiciones extremadamente conservadoras que les hagan daño en una elección general.

 

2) Socavar cualquier credibilidad / confianza de los candidatos presidenciales republicanos para que tengan que hacer incursiones en nuestra coalición o en los independientes

 

3) Enturbiar las aguas ante cualquier potencial ataque contra HC.

 

Operacionalización de la Estrategia.

 

Candidatos de Pied Piper

 

Hay dos maneras de abordar las estrategias mencionadas anteriormente. La primera es usar el campo como un todo para infligir daño sobre sí mismo similar a lo sucedido a Mitt Romney en 2012. La variedad de candidatos es un punto positivo aquí, y muchos de los menos conocidos pueden servir como un palo para mover más a la derecha a los candidatos mejor posicionados. En este escenario, no queremos marginar a los candidatos más extremos, sino hacerlos más «Pied Piper», candidatos que en realidad representan la corriente principal del Partido Republicano. Los candidatos de Pied Piper incluyen, pero no se limitan a:

 

Ted Cruz
Donald Trump
Ben Carson

 

Tenemos que elevar a los candidatos de Pied Piper para que sean líderes de la manada y les hablen seriamente a la prensa.»

 

Es decir, hacer de Trump un candidato disminuido, «poco probable» para los electores, fue estrategia de los asesores de Hillary. Hoy ya vemos el resultado.

 

En 1988 en medio de la convención del Partido Republicano, un periodista le pregunta a Donald Trump:

 

-¿Cómo te defines? ¿Eres un republicano tipo Rockefeller? ¿Tipo Bush?

 

-La gente con la que mejor me llevo es con la gente que maneja taxis. A los millonarios no les caigo bien porque yo estoy compitiendo contra ellos todo el tiempo y a mi me gusta ganar. La realidad es que cuando voy por las calles de Nueva York, la gente con la que me va mejor es con los taxistas, los trabajadores.

 

-¿Por qué eres un republicano entonces?

 

-No lo sé, no tengo ni idea. Debe ser porque comparto algunos principios del Partido Republicano.

 

Pero antes, en 1987. En su programa televisivo, Oprah le dice:

 

-Sé que muchos ya te lo han preguntado pero, ¿te lanzarías a la carrera presidencial alguna vez?

 

-Probablemente no, pero sí me estoy cansando de a ver este país arruinado.

 

-¿Por qué no?

 

-Creo que no tengo la disposición para hacerlo. Yo amo lo que hago y me gusta muchísimo.

 

-Y no paga tan bien. (Risas)

 

-Pero si decido hacerlo, sé que tendría muchísimo chance de ganar.

 

Es evidente que la exposición mediática del ahora presidente electo no comenzó con el reality, estas diversas entrevistas de famosos programas en los Estados Unidos, donde insistentemente se le pregunta a Trump sobre sus aspiraciones presidenciales, en años diferentes y en cadenas televisivas diferentes la pregunta era la misma y sus respuestas, pendulaban entre marearlos y decir o no la verdad.

 

¿Este triunfo es acaso producto de un trabajo de «hormiguitas»? Algunos de estos datos podrían sugerir que sí. Lo cierto es que cuando Hillary ejercía la política siendo senadora o Secretaria de Estado, Trump usó vías no convencionales al parecer bastante más efectivas.

 

Banalizarlo o infravalorarlo es hoy el caro error que paga una operadora política experimentada y sus financistas.

 

(Misión Verdad)

 

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