Desde la primera semana de enero de 2019 suena con fuerza dentro del parlamento de los Estados Unidos (EEUU) la posibilidad de enjuiciar a través de un impeachment al titular de la Casa Blanca, Donald Trump.

 

Es así como se hace perfila lo que tanto se discutió durante 2018: abrir una acusación contra el presidente estadounidense quien perdió en las elecciones pasadas la mayoría absoluta dentro del Congreso, poder que ahora está partido a la mitad y no con un senado sumiso a sus intereses.

 

La reciente reconfiguración del órgano legislativo estadounidense, que deja a la Cámara Baja en control de sus enemigos políticos -los Demócratas- antes con mayoría republicana, obliga al magnate a debatirse entre mandar a través de órdenes ejecutivas o lograr una negociación -como jefe de Estado- con sus adversarios.

 

Al no contar con el apoyo de ambas cámaras, el presidente Trump ve amenazada también su estancia dentro de la Casa Blanca, pues el partido demócrata -ahora con poder en el Congreso- busca destituirlo de la Presidencia a través de una acción judicial conocida como impeachment.

 

De esta manera, son varios los escenarios que podrían sacar a Trump de la Casa Blanca. Estas hipótesis crecen aún más luego de las declaraciones de varios senadores que asumieron sus curules la semana pasada, declararon que van con todo contra el magnate neoyorquino.

 

La propuesta de sacar a Trump ya está en el senado

 

El pasado jueves -3 de enero- se dio inicio a las sesiones del nuevo Congreso estadounidense, el número 116 desde que hay vida parlamentaria en el país norteamericano, cuando comenzó actividades en el Federal Hall de Nueva York en 1789.

 

Ahora el Congreso es variopinto, cuenta con más mujeres, hombres y mujeres afroamericanos, miembros de la comunidad LGBT y durante su primer día de sesiones fue el seno de la propuesta presentada por el congresista demócrata por California, Ben Sherman, quien ha iniciado los trámites para abrir un proceso de impeachment contra el presidente, el tercer intento desde que llegó a la Casa Blanca.

 

“No hay ningún motivo por el que (Trump) no deba presentarse ante el Congreso”, dijo Sherman -citado por la agencia EFE-, quien agregó que “todos los días se demuestra que si Trump abandonara la Casa Blanca sería bueno para el país”.

 

Entre tanto, Rashida Tlaib una de las nuevas congresistas por el Distrito del Congreso de Michigan, tras juramentarse en el senado, expresó que está decidida a no perder ni un segundo de tiempo para enjuiciar a Trump.

 

En su primer discurso, Tlaib -quien hizo historia cuando ella e Ilhan Omar se convirtieron en las primeras mujeres musulmanas elegidas para el Congreso en las elecciones de mitad de período, celebradas en noviembre de 2018- pidió a sus legisladores que tomen medidas para llevar adelante el impeachment.

 

Luego Tlaib y el activista John Bonifaz publicaron un artículo de opinión para Detroit Free Press, en el que instaron a los políticos a comenzar el proceso de impugnación a Trump.

 

“Vamos a entrar ahí y vamos a impugnar a ese maldito”, dijo con vehemencia, seguido de los vítores de los presentes en un mitin del grupo de acción política MoveOn.

 

En su artículo de opinión explicaron que no es necesario que el Congreso espere el resultado de la investigación del asesor especial Robert Mueller sobre la supuesta interferencia de Rusia en la campaña electoral de 2016; pues consideran que paralelamente, se debe hacer una investigación sobre si Trump ha cometido delitos punibles contra la nación por abuso de poder y defraudación a la población.

 

“No es función de Mueller determinar si el presidente ha cometido infracciones impugnables (…) esa es responsabilidad del Congreso de los Estados Unidos”, dice parte del artículo.

 

Según la Constitución de los EEUU, un presidente en funciones puede ser expulsado de su cargo después de ser acusado y condenado por “traición, soborno u otros delitos y faltas graves”.

 

La Cámara de Representantes puede acusar a un presidente de un crimen a través de un voto mayoritario y los demócratas tienen los números para hacerlo.

 

Por su parte, la nueva presidenta del Congreso, la demócrata Nancy Pelosi tampoco descartó que se realice el juicio político a Trump, sin embargo aclaró que no buscarán un impeachment por razones políticas, sino que tendrá mucho que ver con lo que descubra Robert Mueller, el abogado especial que encabeza la investigación de la supuesta injerencia de Rusia en la campaña electoral de 2016.

 

Este escenario político podría agravar la situación económica en EEUU, debilitar la confianza en el mercado estadounidense y producir un nerviosismo sin precedentes en la nación, que ya viene en aumento producto de la ralentización de la economía y la guerra comercial que ha impuesto Trump contra otros países que considera “enemigos” como China, Rusia, Irán, Venezuela, Cuba, Corea del Norte, entre otros.

 

¿Cómo es el impeachment en EEUU?

 

El proceso de impeachment en EEUU está dentro de su Constitución, específicamente en el artículo 2, sección 4, donde indica: “El Presidente, el Vicepresidente y todos los funcionarios civiles de los Estados Unidos serán separados de sus puestos al ser acusados y declarados culpables de traición, cohecho u otros delitos y faltas graves”.

 

Para ejecutarlo, se debe iniciar una “investigación independiente” (llevada por una comisión del parlamento o el Departamento de Justicia, por ejemplo), para juzgar si el presidente cometió o no algún tipo de traición, delito o falta grave. De ser positivo, esta comisión puede presentar una moción de impeachment a la Cámara de Representantes.

 

Una vez realizado este paso, si la cámara vota a favor del impeachment, el senado debe dictar la condena. Si el senado vota, con dos tercios de mayoría, que el impeachment procede, el presidente es condenado y queda removido de su cargo.

 

Cuando esto sucede el vicepresidente se convierte, inmediatamente, en presidente. En este caso, el presidente en cargo sería Mike Pence, el vicepresidente de Trump, un conservador cristiano que cuenta con gran aceptación en la población y que además es del agrado de los republicanos por tener una personalidad menos escandalosa que la del magnate neoyorquino.

 

En lo concreto el impeachment se ejecuta como un proyecto de ley que debe ser refrendado por el Congreso, organismos que está formado por dos Cámaras.

 

En primer lugar debe ser debatido y votado en la Cámara de Representantes, y para salir adelante y que Trump sea procesado se necesitaría que una mayoría de 218 miembros de los 435 que lo componen aprueben los artículos de destitución previamente aprobados en comité.

 

De darse el caso, el impeachment se llevaría al Senado, donde se celebraría un juicio supervisado por el presidente del Tribunal Supremo. El equipo de legisladores de la Cámara harían el papel de fiscales, mientras que Trump contaría con abogados defensores y el Senado actuaría como el jurado.

 

En este caso se necesitaría una mayoría de dos tercios de los votos para condenar al Presidente y destituirlo de su cargo. El proceso es complejo y consta de tres etapas: una investigación independiente, el impeachment en la cámara de representantes y, finalmente, la condena en el senado.

 

(El Ciudadano)