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Organizar el mercado tardó varias semanas. Martes tras martes se debatió en la Mesa de Alimentación de los consejos comunales de La Pastora cómo sería, qué productos traer, a qué precios, qué se haría con el posible excedente. Se trataba de la primera experiencia para los voceros y voceras, y los compañeros de la Corriente Revolucionaria Bolívar y Zamora en Caracas. El plan era organizarlo sin intermediarios privados ni mediación del Estado, totalmente autogestionado: desde los productores comuneros hasta la comunidad sin otros actores.

 

La fecha elegida fue el sábado 19 de noviembre. Se había querido hacerlo el 28 de octubre, pero debido a la violencia de la derecha golpista las condiciones no estaban dadas. Esta vez se contaba con que se venderían verduras y hortalizas de productores mirandinos, y carne traída directamente desde el Alto Apure, de un productor de la Ciudad Comunal Socialista Campesina Simón Bolívar. Se había afichado en el barrio elegido, Lídice, mandado la información por los grupos de whatsapp, acomodado la cancha de la escuela Enrique Chaumer, donde funcionaría el mercado.

 

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A las cuatro de la mañana el equipo organizador ya estaba en la cancha. Había que prepararlo todo: mesas, pesas, carteles, computadoras, sitios de descarga, equipos de trabajo para bajar las mercaderías, pesar, cobrar, verificar a la salida, ordenar la cola etc. La autogestión, se vio nuevamente, demanda necesariamente de la participación directa de muchas personas.

 

A las seis de la mañana ya la gente esperaba en la puerta, el cartel que anunciaba la venta de carne a 2.800 bolívares el kilo -contra 4.000 promedio de los supermercados y carnicerías de Caracas- atrajo a la comunidad. En la puerta de entrada de la cancha estaba el cartel que explicaba la forma organizativa del Primer Encuentro Agroeconómico Intercomunal Sembrando Comunas, para comunicarle a quienes compraban la razón de los precios económicos.

 

Finalmente llegaron las verduras y hortalizas a 650 bolívares, las 12 naranjas, cebollas y pimentones a 900. Las personas ingresaron de a grupos de diez, sin inconvenientes, dejando sin clientes a los vendedores de los alrededores con precios mayores. La venta de la carne por su parte generó el efecto imaginado: más gente agrupada en la entrada de la cancha, ingresando de a poco, comprando cuantos kilos deseara, de carne, costilla a 1.900 bs, y huesos a 1.000 bs. En horas de la tarde se terminaron de ir los compradores, bajaron las aguas, y vino la parte de organización del cierre con la satisfacción de haber logrado el objetivo: brindarle a la comunidad alimentos de primera calidad a precio justo, demostrar otra vez que la organización comunal permite construir respuestas ante esta coyuntura de adversidad.

 

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Lo que importa muchas veces es lo que pasa detrás de las cosas, lo invisible. Así Marx explicó por ejemplo el proceso escondido de apropiación capitalista del valor en la producción de las mercancías -la plusvalía-, lo que siempre han querido esconder los dueños de las cosas. En este caso lo importante, además de darle lo justo al pueblo, estuvo en lo invisible: el trabajo de semanas para organizar el mercado, el esfuerzo de decenas de hombres y mujeres que se reunieron, planificaron, se organizaron, trabajaron, lograron avanzar en el entramado comunal de La Pastora, en el espíritu de las comunas del que hablaba Hugo Chávez.

 

Quedan muchas experiencias por venir. La única posibilidad de vencer la trama de la guerra económica impuesta sobre la población es y será la organización popular, de las comunas, los productores, las ciudades, los campos, para lograr quebrar el monopolio de la alimentación en manos de monopolios como Empresas Polar.

 

El sábado el paso se dio en Lídice. El próximo está por venir, en La Pastora, y ahí donde las comunidades decidan organizarse para construir las respuestas a sus demandas, despierten al Lázaro colectivo.

 

Por: Marco Teruggi

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