Los fuertes rumores difundidos hoy de que Donald Trump reconocerá oficialmente como presidente de Venezuela al diputado opositor Juan Guaidó indican que el plan de Washington es seguir el modelo de golpe de Estado previamente aplicado en Libia y Siria, que consiste en crear una suerte de Estado paralelo, avalando autoridades autodesignadas y obedientes a sus instrucciones.

 

El gesto de Trump marcaría la concreción de una serie de jugadas en ese mismo sentido, tal como la declaración emitida el martes por el vicepresidente Mike Pence en la que invitaba abiertamente a los venezolanos a manifestar contra el gobierno de Nicolás Maduro, garantizándoles que EEUU les daría respaldo en sus protestas.

 

Asimismo, el movimiento concuerda con la previa designación, por parte de la Asamblea Nacional, de un “representante” ante la Organización de Estados Americanos, quien tiene la tarea de desplazar al embajador de Venezuela, Samuel Moncada, aprovechando para ello la hostilidad manifiesta del secretario general, Luis Almagro y de los gobiernos de EEUU, Canadá y la mayoría de los integrantes del Grupo de Lima.

 

Mediante el paralelismo de autoridades, la oposición venezolana respaldada por EEUU pretende lograr el clima de inestabilidad que termine con el gobierno de Maduro, cuyo mandato expira en 2025.

 

En Libia, la conformación de un Consejo Nacional de Transición, así como medidas restrictivas contra las reservas internacionales y las cuentas bancarias estatales permitieron a la coalición encabezada por EEUU derrocar a Moamar Gadaffi, asesinarlo y saquear uno de los países más prósperos del norte de África.

 

En Siria se intentó aplicar la misma receta, mediante del reconocimiento como gobierno de la Coalición Nacional de Fuerzas Revolucionarias y Opositoras con la diferencia de que el gobierno de Bashar al Assad ha resistido a los embates en medio de una situación de guerra.

 

(LaIguana.TV)