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Numeroso es el listado de buscados por la justicia colombiana, vinculados a delitos como sicariato, asociación para delinquir, tráfico de droga, armas y combustible, tortura, desplazamiento y desaparición forzada. Huyendo de esa realidad con el cerco de la seguridad en el hermano país, una de las opciones de los criminales paramilitares ha sido el refugio en tierras venezolanas, con preferencia a los estados andinos.

 

Las montañas verdes y agradable clima de Táchira, Mérida y Trujillo seducen a los paracos, un tanto más que los estados Zulia y Apure, donde parece que el refuerzo de los órganos de seguridad ha sido más riguroso.

 

La tranquilidad de la zona andina, su gente amable, localidades pequeñas y entre montañas, es una de las razones por las cuales los peligrosos colombianos se acercan por estos lares a convivir o pasear. Además de la facilidad para desplazarse en vehículo por carreteras de tierra o por múltiples caminos a caballo, para perderse de vista rápidamente. Estas tierras también les permiten vivir en catres fáciles de levantar y derribar, para cambiar de ubicación constantemente.

 

Semejanzas entre el ambiente de campo que tiene Colombia y Venezuela, los que huyen de la ley sienten que están como en casa, al quedarse en la región andina o pernoctar a modo de distracción por varios días.

 

Falsa identidad

 

Con cédulas de identidad o pasaportes falsos han logrado violar los controles en la frontera, y una vez en el estado Táchira o Zulia, los inmediatamente colindantes, se mueven a sus anchas probando ciudades o sectores “tranquilos” de la región.

 

En el estado Trujillo por tres años consecutivos 2014, 2015 y 2016, se ha capturado a tres hombres, de abultada hoja delictiva que a pesar de burlar la seguridad fronteriza fueron precisados en cooperación de ambas naciones.

 

Historial

 

Tal fue el caso de Omar Montero Martínez, alias “Codazzi”, quien fue el terror de los campesinos en los departamentos del Magdalena y del César en Colombia; en Venezuela buscaba alianzas con narcotraficantes para asegurar rutas de transporte de cocaína y llevaba a cabo asesinatos de personas. Era el lugarteniente del Bloque Norte de Santander, de las Autodefensas Unidas de Colombia. Montero tenía varios meses viviendo en una finca de Sabana de Mendoza, municipio Sucre, cuando lo capturaron; se hacía pasar por comerciante.

 

Por su parte, alias “El Pirín”, Juan Carlos Vega Figueroa (37), sucesor del clan Figueroa y sobrino de “Marquito Figueroa”, tenía tres días paseando en la población de La Puerta, municipio Valera, hospedado en un lujoso hotel. Al parecer estaba residenciado en el estado Zulia, desde donde se dedicaba al tráfico de combustible y cocaína; lo buscaban por homicidio, concierto para delinquir agravado y porte ilegal de armas. En el mismo procedimiento detuvieron a otro buscado de apellido Velasco.

 

Y el último capturado en tierras trujillanas ha sido alias “Ramoncito”, Víctor Julio Almanza López, de 29 años, quien hizo parte del Bloque Guaviare de las Autodefensas entre 2002 y 2005; estaba viviendo en el municipio Carache hasta donde le siguieron la pista. Trabajó para el extinto jefe de la banda Erpac (Ejército Revolucionario Popular Antisubversivo de Colombia), Pedro Oliverio Guerrero, alias “Cuchillo”, y era uno de los enemigos de la restitución de tierras. La justicia colombiana lo acusaba de asociación para delinquir, homicidio, desplazamiento o desaparición forzada, tortura y narcotráfico. Ese día capturaron a su pareja también de nacionalidad colombiana.

 

Sólo la detención de alias “Codazzi” fue ampliamente reseñada por los medios de comunicación nacionales en el año 2014, y la extradición se realizó desde la Base Aérea Francisco de Miranda en La Carlota, pero sobre alias “El Pirín” no hubo información oficial  sino una semana después, a propósito de una incautación de drogas en el estado Táchira; y por “Ramoncito” la información fue dada a conocer por el ministro de la defensa de Colombia, Luis Carlos Villegas.   

 

(diariodelosandes.com)

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