Con una velocidad trepidante marcha la operación destinada a justificar un ataque militar contra Venezuela. Varios funcionarios estadounidenses han dado señales de ello, pero ha sido el asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, el que ha mostrado más claramente las cartas.

 

Además del asunto de los 5 mil soldados colombianos que estarían participando en la agresión, dato que dejó ver en su carpeta durante una rueda de prensa, Bolton sacó a relucir ayer otros dos viejos argumentos de “seguridad de Estado” que piensan usar para fundamentar un ataque militar destructivo contra Venezuela. En primer lugar, alegó que en el país hay depósitos de uranio destinados a la industria nuclear iraní.

 

Este planteamiento ha sido formulado en repetidas ocasiones desde los primeros años del gobierno del comandante Hugo Chávez, cuando se establecieron los primeros acuerdos económicos con Teherán. Muy comentada fue entonces la versión que hicieron circular periodistas venezolanos de ultraderecha de que ciertas fábricas iraníes instaladas en Venezuela, una de ellas de bicicletas, eran fachadas de centro de procesamiento de uranio.

 

Chávez, con su conocida capacidad para ridiculizar a los adversarios, habló de las “bicicletas radiactivas”. La denuncia sobre este asunto perdió fuerza hasta quedar completamente desvirtuada, pero ahora, en medio de una ofensiva general con intenso manejo de los falsos positivos y la posverdad, ha sido relanzada por Bolton.

 

El tema del uranio remite de inmediato a la que fue la razón fundamental para la invasión a Irak: la supuesta existencia de armas de destrucción masiva en manos del gobierno de Saddam Hussein.

 

Una invasión justifica a la otra


El otro argumento de Bolton es la supuesta presencia en Venezuela de 25 mil funcionarios militares y civiles de los cuerpos de inteligencia cubanos.  Se trata también de una denuncia casi tan antigua como el proceso revolucionario, pues comenzó a hablarse de esto prácticamente desde el mismo año 1999, el primero de la gestión del comandante Chávez.

 

La acusación tomó fuerza luego de que se pusieron en marcha las misiones sociales en materia de salud, educación y deporte con la colaboración de médicos, personal de enfermería, docentes y entrenadores cubanos. Para los sectores opositores más recalcitrantes, estas personas son, simplemente, espías.

 

Este pretexto sirve para racionalizar una invasión como respuesta a otra. La fuerza militar patrocinada por EEUU (en la que bien podría haber soldados de Colombia) tendría entonces la excusa de extirpar a otros extranjeros enquistados en Venezuela, en lugar de estar perpetrando una violación de la soberanía nacional.

 

Con este subterfugio se alimenta el secular y enfermizo anticomunismo sembrado en los estratos medios de la población y se estimula la cacería no solo de los supuestos agentes cubanos, sino también de dirigentes populares venezolanos que puedan ser calificados como tales. Situaciones como esa comenzaban a vivirse el 12 de abril de 2002, pero se revirtieron por el derrumbe del gobierno golpista. También se han observado estas actitudes en episodios violentos de 2013, 2014 y 2017.

 

(LaIguana.TV)