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Ni súper ni histórica fue la tormenta de nieve que entre lunes y martes pasó por el noroeste de Estados Unidos, pero esto no impidió que se hiciera sentir con unos 60 centímetros de nieve y vientos huracanados por algunas regiones, como Boston, donde se registraron 12 grados centígrados bajo cero.

 

De alguna manera, la tormenta Juno torturó a unos y divirtió a otros, aunque los pronósticos meteorológicos rodaron de manera estrepitosa, algo poco común en este país acostumbrado a la exactitud de las predicciones climáticas.

 

La nieve y las alertas decretadas en siete estados, sin embargo, trastocaron la acelerada vida de millones, especialmente en Nueva York, donde la gente se acuarteló y hasta pertrechó a la espera de lo que nunca llegó, aunque en el vecino New Jersey cayeron 25 centímetros de nieve, lejos de lo esperado, pero suficiente para tener que hacer lo que casi nadie quiere hacer: “palear” la nieve.

 

Eso de despejar la nieve con pala, con las piernas a veces enterradas hasta la rodilla y las manos entumecidas, por lo regular se hace traumático para aquellas personas no acostumbradas a la precipitación de los pequeños cristales de hielo. Y si vienes del Caribe, la cosa se puede complicar un poco más.

“Como vivo en apartamento, no me toca ‘palear’, de eso se encargan otras personas. Además, maracucho no ´palea”, describió entre ligeras risas Johanna Ruesca, una marabina con cinco años en la Gran Manzana. Entre risas porque sabe que, si le tocara tener que hacerlo, lo haría, como muchos otros que se han tenido que adaptar contra viento, marea y (…), mucha nieve.

 

Aunque vive en New Jersey, ella trabaja en Nueva York, donde la tormenta fue menos fuerte. Johanna contó cómo vivió aquellas horas y cómo se ha acostumbrado al clima de invierno de la metrópolis newyorquina.

 

“Todo el mundo comenzó a regresar a sus casas temprano (lunes). Vi a mucha gente abasteciéndose en los supermercados, o en las ferreterías adquiriendo sal y palas”, dijo la marabina, quien se desocupó del trabajo antes de lo normal para poder regresar a su apartamento en New Jersey. “Mucha gente se preparó para enfrentar un posible corte del servicio eléctrico”.

 

Entre Boston y sus alrededores, unas 15 mil personas pasaron una gélida noche porque el servicio eléctrico se vio interrumpido.

 

“Juno provocó la cancelación de unos 7.200 vuelos (la mayoría en el estado de Nueva York), del transporte público (a partir de las 11:00 pm), las clases escolares y hasta la desactivación de una planta nuclear en Massachusetts. Nueva Inglaterra y la región de Long Island se llevaron parte de lo peor de la tormenta.

 

“Esta podría ser una de las tormentas de nieve más grandes de la historia de Nueva York”, advirtió el alcalde Bill de Blasio. Por su puesto, que de Blasio se basó en los reportes del Servicio Nacional de Meteorología, que calculó 90 centímetros de nieve.

 

El aeropuerto de LaGuardia fue uno de los más afectados. 

 

“Hubo, si se quiere, una nevada normal. Yo diría que la mitad de lo pronosticado”, aseguró Johanna, quien antes había vivido unos 17 años en el soleado estado de Florida.

 

Ella trabaja en una empresa de estacionamiento (QuickPark) que posee 140 locaciones. “Preparamos todos los ‘garages’ con sal para evitar la acumulación de nieve. Luego nos fuimos a nuestros respectivos hogares, antes de las cinco de la tarde”.

 

El metro y el transporte público trabajó hasta una hora antes de medianoche, mientras se emitió un toque de queda para los conductores. “Quien no cumpliera con este toque de queda, corría el riesgo de ser detenido o de recibir una multa de unos 300 dólares”.

 

Johanna llegó tranquila a su apartamento, aunque reconoció que sí miró en muchas oportunidades por su ventana. “Pasé buena noche porque sabía que la tormenta no sería tan fuerte como la habían anunciado en un principio”.

 

Gary Szatkowski, a cargo del Servicio Nacional de Meteorología, ofreció en la tarde del martes disculpas a través de su cuenta en twitter a través de dos “post”. “Mi más profunda disculpa para muchos que han tenido que tomar decisiones clave y muchos otros miembros del público en general”, y “ustedes tomaron muchas decisiones difíciles esperando que nosotros le diéramos la información correcta y no lo hicimos. Una vez más, lo siento”.

 

Tras sus años en Florida, Johanna hizo maletas luego que la empresa en la que trabajaba cerró. Desde entonces, ha estado entre Nueva York y New Jersey. “La ciudad de los rascacielos me encanta. Si sobrevives el primer año, te enamoras. No te mudas de aquí nunca”.

 

Ella recuerda que ese primer año fue un poco fuerte, sobre todo por el invierno de los meses de enero y febrero. “Pero en el fondo no me disgustaba. Siempre supe que aquí me tenía que quedar con esas ganas de ir para adelante”.

 

Ya el martes, poco a poco Nueva York fue volviendo a su ajetreo normal, aunque con el frío típico de esta época. “Salí a trabajar con doble media, botas de nieve, calentadores, un jean, una licra manga larga, una franela, un suéter y una chaqueta impermeable por si volvía a nevar, más bufanda y gorro”.

 

Pero Johanna no tarda en recordar la dura nevada de 2011, una de las más fuertes en los últimos años. “La acumulación de nieve fue tal que hubo más nieve que en Alaska”.

 

Como “horribles” describió aquellos días pintados de blanco. “Vivía en otro apartamento, recuerdo que abrí la puerta, salí y me enterré hasta las rodillas. Mi carro estuvo bajo la nieve cuatro días”.

 

Johanna destacó la coordinación de la sociedad y las autoridades para hacerle frente a las tormentas de nieve.

 

“La organización es excelente. Todos colaboran, mientras los policías se colocan en lugares estratégicos. La información por los medios de comunicación es constante antes, durante y después de la tormenta”, dijo.

 

“Es muy importante obedecer las reglas, de lo contrario, te meterás seguro en un problema. Si una grúa te remolca, son unos 400 dólares de multa. Aquí no perdonan a nadie”.

 

(Panorama)

 

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