El Centro Nacional para la Información Biotecnológica (NCBI), el cual forma parte de la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos de Norteamérica, desarrolló un estudio en el que asegura que las empresas que elaboran alimentos para ser enviados como ayuda humanitaria, tal como lo hizo EE.UU. hacia la frontera de Colombia, usan preservantes que son altamente nocivos para la salud.

 

Entre las principales contraindicaciones del uso de estas sustancias como aditivo en alimentos y bebidas se encuentra que tienen potencial cancerígeno, la segunda causa de muerte en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). 

 

Según revela la NCBI, a los alimentos y bebidas que son enviados como ayuda humanitaria, se les añade dióxido de azufre, un componente químico usado como preservante habitual, pero que causa dolores de estómago y erupciones en la piel, además de ataques de asma en personas que ya padezcan esta patología.

Asimismo, los estudios revelan que hay presencia de otras sustancias químicas en estos alimentos y bebidas, como la acrilamida, que cual causa daños neurológicos en quienes la consumen.

 

También, el Centro Nacional para la Información Biotecnológica  de EE.UU. alerta que este tipo de alimentos usan un alto contenido de azúcar para mejorar el sabor, aproximadamente unos 25 gramos de esta sustancia, que es más que la cantidad diaria recomendada para un adulto, lo cual contribuye a aumentar las probabilidades de padecer diabetes tipo II y enfermedades cardiovasculares.

 

El presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, en días anteriores denunció que lo enviado por EE.UU. no se tratab de ninguna ayuda humanitaria, “sino un regalo podrido, un paquete tramposo que trae por dentro el veneno de la humillación contra nuestro pueblo. Si EE.UU. nos quiere ayudar, que cese el bloqueo, la persecución financiera y las sanciones económicas en contra de Venezuela”.

 

Por otro lado, es importante destacar que la cantidad de dióxido de azufre en los alimentos está restringida por la regulación en Reino Unido, por la directiva en la Comunidad Económica Europea (CEE) y por las recomendaciones de “buenas prácticas de fabricación” en los Estados Unidos (EE.UU.).

 

(vtv.gob.ve)