Hoy un artículo publicado en el diario español El País ha puesto a delirar a la oposición contra Venezuela.
Ambos conflictos permitieron el desarrollo concreto de la responsabilidad de proteger que tienen las potencias mundiales ante una crisis humanitaria y que se materializa en la intervención humanitaria.
La comparación que intenta la nota (además de muy mal trabajada) es absurda pues la situación de Venezuela no se parece ni por accidente a la de la antigua Yugoeslavia. Y aunque no deja de ser muy peligrosa permite entender por qué la estrategia opositora y de la OTAN (que a la final es eso ) han fallado y lo hará definitivamente en las próximas semanas.
Eso ha ocurrido porque el escenario planteado es artificial: no se puede transformar una realidad sino se entra en contacto con la misma.
Paradójicamente es el mismo Estado que está acusado de populista por ofrecer alimentos, educación, asistencia médica (con médicos cubanos o formados junto con Cuba) gratuita y transferencia de dinero a sus ciudadanos.
Por otro lado el conflicto que supone Schamis que se da en el territorio nacional es de carácter étnico o nacionalista. Es la forma de hacer el paralelismo con Serbia. Sin embargo es obvio que ni de casualidad se ha planteado una eventual opción de separatismo o independencia de origen racial, religiosa y mucho menos nacional. Quizás de toda América Latina Venezuela es el Estado con menos factores que puedan motivar una fractura como Nación.
De hecho, en el caso de los pueblos indígenas las confrontaciones históricas están determinadas por la apropiación de los territorios tradicionales por la lógica colonial del latifundio y por actores socio económicos que políticamente se expresan desde la derecha.
Por último, Schamis plantea que el territorio venezolano se encuentra controlado por warlords (señores de la guerra) que manejan actividades económicas como el contrabando de petróleo, el tráfico de drogas y el comercio de oro.
Obviamente se trata de un desarrollo concreto del concepto de Estado-forajido que han intentado posicionar en lo simbólico.
Sin embargo la realidad es que el contrabando de combustibles (que no de crudo) es impulsado desde Colombia, está avalado por el gobierno de ese país y su motivación principal es la producción de cocaína en su territorio.
En el caso del narcotráfico Venezuela no tiene cultivos de coca ni es productora del alcaloide, pero es usada para movilizar la droga para su envío a los centros de consumo en Europa y EEUU.
Con respecto al oro y otros minerales la acusación de su comercialización es ilegal resulta ridículamente absurda pues pretende negarle al Estado el ejercicio de su derecho a disponer de sus recursos como considere más conveniente a sus intereses. Además la objeción comienza una vez que el gobierno intenta ejercer control más efectivo sobre ese mercado.
Finalmente, y como muestra una contradicción inmensa, hay que hacer notar que tras la agudización del conflicto (con la amenaza de invasión «humanitaria») que llevó al cierre de las fronteras las condiciones de abastecimiento de alimentos en territorio nacional mejoraron sustancialmente. Esto debido a una radical caída del contrabando de extracción y trajo aparejado una notoria reducción de los precios.