Serán carne de cañón en combates contra las fuerzas de su propio país. Serán primera línea de un ejército irregular formado también por paramilitares colombianos, criminales comunes y mercenarios venezolanos y de diversas nacionalidades. Tal es la función que están llamados a cumplir los desertores de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y de los cuerpos policiales venezolanos en la nueva etapa de la arremetida internacional contra el Gobierno constitucional de Venezuela.

 

Algunos de los militares y policías venezolanos que desertaron en medio de la operación psicológica del 23 de febrero han enviado mensajes a sus excompañeros para que también se sumen. En ellos dan a entender que hay buena paga y que del lado colombiano los han recibido con los brazos abiertos. 

 

Los pagos por desertar se han estimado en miles, decenas o centenas de miles de dólares, según el rango del traidor, lo cual ha sido un atractivo enorme, junto a la perspectiva del perdón de cualquier pecado que el desertor haya cometido o cometa. 

 

Pero es obvio que no son dádivas graciosas de la coalición internacional que intenta derrocar al gobierno del presidente Nicolás Maduro. Se trata, más bien, de una especie de bono de enganche para quienes habrán de formar las primeras células de un ejército paramilitar que tendrá la misión de enfrentar a las FANB y a los cuerpos de seguridad venezolanos en una eventual escalada de la guerra.

 

Basta ver quiénes están a cargo de la dirección de las operaciones de Estados Unidos para presumir sus acciones, luego del fiasco de la ayuda humanitaria. Si tan solo se piensa en el «enviado especial» Elliott Abrams, hay que imaginar de inmediato los escenarios más diabólicos de la guerra sucia. 

 

Este siniestro personaje fue protagonista fundamental en la organización de escuadrones de la muerte en Guatemala y El Salvador y del ejército de mercenarios conocido como la contra, en Nicaragua, en el que, además se ejecutó una triangulación con el tráfico de armas y de drogas. ¿Qué de extraño tiene que Abrams esté trabajando en un proyecto similar para Venezuela, sobre todo si se toma en consideración que cuenta con el respaldo de la clase política colombiana, en la que paramilitarismo y narcotráfico son elementos esenciales?

 

Es muy posible que los oficiales de mayor rango que han desertado estén ya plenamente en sintonía con estas maquinaciones. Pero los de rango medio y bajo, los oficiales técnicos y los soldados y policías tan vez no tengan mucha idea del trabajo que les espera. 

 

Algunos, incluso, quizá hayan creído que el pago y el cálido recibimiento hayan sido premios solo por el hecho de desertar. Sin embargo, como les pasa a quienes se vinculan con organizaciones delictivas, no es nada fácil abandonarlas luego de una etapa de cortejo y luna de miel.  La antirrevolución les va a exigir ahora que hagan el trabajo que saben hacer, como militares o policías, y eso incluye suministrar información de inteligencia y, a la hora de la verdad, participar en una verdadera guerra, enfrentando a las fuerzas regulares de su propio país. 

 

También, según los usos y costumbres de los grupos paramilitares, tendrán que perpetrar atentados contra objetivos civiles y acciones terroristas. ¿Están dispuestos a llegar así de lejos? ¿Y qué podrán hacer los que no lo estén?

 

(LaIguana.TV)