Si usted quiere tener un estimado de lo mal que le ha salido a Estados Unidos la operación de imponer un presidente títere en Venezuela en este comienzo de 2019, un síntoma interesante de analizar es el hecho de que el Departamento de Estado se encuentre inconforme con el tratamiento que le dan los medios de comunicación al diputado Juan Guaidó.

 

No es un asunto meramente anecdótico, sino de algo que merece una consideración detallada: el imperio está molesto con CNN y otros grandes medios estadounidenses porque no le dicen “presidente interino” a Guaidó, sino que lo llaman autoproclamado.

 

Desglosemos algunos de los componentes de este momento aparentemente insólito:

 

Control de daños en la guerra simbólica

El intento de “corregir el error” de los medios (como lo llamó el vocero Robert Palladino) de llamar autoproclamado a Guaidó, en lugar de presidente interino, es una demostración de que Washington tiene la percepción de estar perdiendo terrenos importantes en la parte simbólica de la guerra contra Venezuela. En consecuencia, tratan de hacer control de daños mediante una especie de reprimenda pública a dichos medios.

 

El portavoz Palladino dejó claro que quien no llame presidente interino a Guaidó, y sobre todo quien lo llame autoproclamado estará respaldando la narrativa “de la tiranía”. Implícitamente puso en evidencia que la aspiración es que los medios respalden “la narrativa del gobierno de Trump”.

 

Es una típica operación psicológica de polarizar en extremo, al estilo de “si no estás conmigo estás contra mí”. En esa lógica no cabe ninguna posibilidad de objetividad o neutralidad periodística, por más que sea solo una apariencia, como bien se sabe que ocurre con estos medios.

 

Manotazo a la mesa corporativa


Quienes conocen la dinámica de las relaciones de poder entre los políticos y los medios de comunicación en EEUU están convencidos de que ya el Departamento de Estado ha ejercido presiones privadas contra los medios que se han salido de la nomenclatura oficial para Venezuela. Si se han atrevido a plantearlo públicamente es porque tales presiones privadas no han dado resultado.

 

Todos los grandes medios de comunicación en EEUU forman parte de conglomerados corporativos con tentáculos en las principales actividades económicas del capitalismo hegemónico: la banca y las industrias y cadenas de comercialización de las armas, la energía, los alimentos y los productos farmacéuticos. Una advertencia pública como la que hizo el Departamento de Estado puede traducirse como el preludio de represalias contra las empresas vinculadas a los medios regañados.

 

No está claro aún qué tanto estén dispuestos a ignorar la advertencia los conglomerados propietarios de los referidos medios. Lo que pesa en este caso no es que quieran respaldar al buen periodismo ni mucho menos al gobierno del presidente Nicolás Maduro, sino qué tanto están dispuestos a desafiar a Donald Trump en momentos en que este empieza a estar contra las cuerdas en el escenario interno. Tal vez quieran demostrar que en las actuales circunstancias, el magnate no tiene la “pegada” necesaria para hacer su voluntad ante otros factores de la corporatocracia estadounidense.

 

La mayamización del conflicto

Otro rasgo que queda en evidencia con esta “corrección” del Departamento de Estado a los medios de comunicación es la creciente influencia que tienen en el conflicto con Venezuela los sectores más retrógrados de la política estadounidense, encarnados inmejorablemente en el senador Marco Rubio y en toda la clase política de Miami.

 

De hecho, la observación sobre el uso de la expresión “autoproclamado” para referirse a Guaidó la formuló inicialmente Rubio, en uno de sus miles de tuits sobre Venezuela, un tema al que está consagrado totalmente.

 

Tras la crítica a CNN por parte de Rubio, los grupos del recalcitrante anticastrismo y antichavismo mayamero han incluso planteado campañas de boicot a la cadena de noticias, llegando al extremo (risible para el resto de la humanidad) de afirmar que sus directivos tienen inclinaciones comunistas.

 

¿Y la prensa independiente?


Naturalmente, ver y oír a un representante oficial del gobierno de EEUU reclamar a unos medios de comunicación supuestamente libres e independientes por el uso de determinadas palabras que no concuerdan con su visión de la realidad es algo que pone en serias dudas todo el discurso global acerca de la libertad de expresión y de prensa que se supone inherente a la democracia estadounidense y al modelo de la democracia liberal.

 

La administración Trump, al parecer, da por descontado que los medios globales (casi todos con sede y propietarios en EEUU) están obligados a defender la verdad oficial de Washington. Eso, en buena medida, es culpa de los propios medios pues hasta ahora han tenido líneas editoriales absolutamente obsecuentes en muchos de los casos de invasiones y otras formas de injerencia estadounidense en diversos países. Al surgir aunque sea una sutil discrepancia, los funcionarios se sienten en pleno derecho a reclamar.

 

La falla en la orquestación


No será de extrañar que, pese a la revolcada que le dieron al vocero Palladino algunos periodistas presentes en la rueda de prensa, los medios comiencen efectivamente a cumplir las exigencias del Departamento de Estado, dejen de decir que Guaidó es un presidente autoproclamado y comiencen a llamarlo interino.

 

Los poderosos intereses que rodean a esos medios también pueden salir favorecidos de un cambio de gobierno en Venezuela, y por eso es muy posible que “agarren línea” más pronto que tarde.

 

La orquestación, es decir, el esfuerzo para que todos los instrumentos trabajen armónicamente, ha sido clave en las operaciones psicológicas previas a invasiones, golpes de Estado y otras formas de injerencia.

 

Sin ir demasiado lejos, en los sucesos del 23 de febrero en los puentes fronterizos, todos esos medios estaban alineados para impulsar las operaciones de bandera falsa, las fake news, los falsos positivos que tenían el propósito de justificar una acción violenta desde Colombia. La mejor prueba de que los medios formaban parte de la jugada son sus propios reportes en vivo y las versiones que intentaron vender, totalmente ajenas a la realidad de los hechos.

 

A pesar de esa demostrada vocación de asumir las directrices imperiales, algunos de esos medios han salido regañados. Dice el refrán: Así paga el Diablo a quien bien le sirve.

 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)