Sin computadoras, smartphones y redes sociales, la base social de la derecha no sabe qué hacer… Pero muchos de nosotros tampoco. Admitámoslo.

 

Tenemos que reaprender de las técnicas de comunicación y de las formas de organización previas a la actual etapa de desarrollo tecnológico, pues ya comprobamos que basta un día de apagón para que casi todos esos recursos queden entre parcial y totalmente anulados.

 

Los avances en materia de telecomunicaciones han permitido una interrelación más estrecha entre las personas, pero más que nada en un plano virtual. Sin los equipos y programas de uso habitual, muchos ya no somos capaces ni siquiera de recordar el número telefónico de nuestros parientes más cercanos, mucho menos los de amigos y compañeros de trabajo. Tampoco los llevamos anotados en una libreta, como se estilaba antes. ¿Para qué, si el teléfono tiene un registro que incluye correo electrónico, avatar y musiquita?

 

El apagón nos agarró con una mano adelante y otra atrás. Siendo ya cerca de las 5 de la tarde del jueves, muchos de nuestros teléfonos estaban con poca carga de batería y la avería bloqueó una de nuestras principales rutas de comunicación con la gente más cercana, el Whatsapp. En las primeras horas apenas si pudimos informarnos acerca del alcance de lo que había pasado.

 

En muchos lugares no había ni siquiera un aparato de radio con pilas. ¿Para qué, si las emisoras ahora pueden oírse en los teléfonos, en las computadoras o en las tablets? Bueno, ya quedó clara la respuesta a esa pregunta. 

 

Alguna gente tiene diseñadas sus estrategias de contingencia y el jueves las pusieron en práctica. Cosas de la vieja guardia, como que «si hay zaperoco, dos horas después nos vemos en la panadería que está frente al edificio Sucre para activar el plan B». Pero  sospecho que la mayoría no tenía ni la menor idea sobre cómo encontrar a un camarada en un mundo sin WiFi.

 

La televisión es otro de los medios cuyos avances tecnológicos se tornan en obstáculos insalvables en caso de emergencia. Como la mayoría de los aparatos están conectados a un sistema satelital o de cable, de nada sirve que en el lugar haya, por ejemplo, una planta eléctrica funcionando. Si la falla afectó a la empresa operadora, no hay posibilidad de ver ningún canal.

 

Otra lección de esta semana es que un apagón informático deja en paños menores a buena parte del liderazgo político, pues la mayor parte de las interacciones de los dirigentes actuales se hacen directamente a través de Twitter, sin la intermediación de órganos periodísticos. Interrumpido ese puente, quedaron prácticamente en silencio absoluto, tanto los de la derecha como los del gobierno.

 

El problema, sin embargo, es más grave para el lado revolucionario, pues bien se sabe que todo este complejo sistema tecnológico es dominado por corporaciones que son solidarias con los factores del capitalismo hegemónico, de modo en una siguiente fase de la situación de contingencia generada por este apagón nacional, podrían intervenir selectivamente en contra del gobierno socialista.

 

Esta es otra razón para repensar nuestras estrategias comunicacionales y de trabajo político, un motivo para volver a anotar los teléfonos en una libreta, para ejercitar la memoria con unos cuantos números clave, para organizar o actualizar planes de contingencia, para tener a mano una radio con pilas… En fin, para retomar del pasado lo que convenga, sin renunciar al presente, lógico.

 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)