El eurodiputado Javier Couso ha sido una voz permanente de defensa de Venezuela en el Parlamento Europeo. Este martes lo hizo de nuevo en una intervención en la que, una vez más, cuestionó la actitud sumisa de las naciones del viejo continente ante los claros intentos de Estados Unidos de derrocar al gobierno de Venezuela.

 

“Europa ha aceptado convertirse en subalterna del señor Trump”, dijo Couso (Galicia, 1968), en entrevista exclusiva para LaIguana.TV.

 

Couso alertó que está en Venezuela está en marcha, claramente, una gran operación de cambio de gobierno impuesta por las corporaciones multinacionales y señaló que este tipo de acciones “siempre comienzan con la construcción de una mentira”.

 

-En su intervención ante la plenaria, comparó el caso de Venezuela con Libia y Siria. ¿Estima usted que es inminente una acción armada, destructiva por parte de Estados Unidos?

 

-Lo que hice fue trazar un paralelismo respecto a la actuación que ha tenido este Parlamento en el marco de otros procesos de cambio de gobierno, que en algunos casos han sido desde el ámbito militar y otras desde el parapolítico, sin acción de fuerzas militares, pero que siempre se han justificado mediante la construcción de una mentira que luego han amplificado los grandes medios de comunicación. La estrategia de la intervención humanitaria funciona siempre de la misma manera: se utilizan expertos afamados que escriben en los grandes medios, o se emplean supuestas ONG, que se ha comprobado que no son tales, sino entes financiados por los llamados filántropos (que las utilizan para blanquear sus dineros obtenidos de la especulación, como el señor Soros) o que dependen de agencias de la inteligencia estadounidense, como la USAID. A través de esa amplificación se cumple la tesis goebbeliana de que una mentira se convierte en verdad por el hecho de repetirla. En este tipo de casos, la idea es crear una visión de Estado fallido. Todo se complementa con la guerra no convencional. Los manuales del Ejército de EEUU señalan claramente que el sabotaje económico es una manera de violentar y hacer infelices a las poblaciones, como ocurrió en el Chile de Allende, cuando deliberadamente se decidió “hacer chillar” a la economía del país. En Venezuela se ha aplicado ese manual.

 

-¿Entonces sí ve el riesgo de una agresión armada?

 

-Afortunadamente creo que en estos momentos ha pasado el peligro de una conflagración militar, una invasión al uso de la que se ejecutó en Libia o Irak. Lo creo porque Brasil ha dicho que no se utilizaría su territorio, por boca de su vicepresidente, que es un general; y Colombia tampoco parece dispuesta, más que nada por la situación interna que tiene el gobierno, con un rearme de la guerrilla por el incumplimiento de los acuerdos de paz y el asesinato sistemático de líderes sociales. Sin embargo, no podemos dejar de tener en cuenta que quien gobierna EEUU es una persona irreflexiva, que actúa según sus emociones. Hemos visto las actuaciones que ha tenido en Siria, que siempre han sido al calor de falsos positivos, como lo fueron las operaciones de guerra química que él achacó al gobierno sirio para justificar luego operaciones de castigo. Eso no queda fuera del escenario.

 

-En los videos de las reuniones sobre Venezuela en el Parlamento Europeo se observa muy poca asistencia. ¿El tema está fastidiando ya?

 

-No. Hay que explicar eso. No es que haya poca gente. Lo que pasa es que hay muchísimos debates y no es posible que asistan los 751 diputados a todos ellos. Asisten solo los que participan en las comisiones de cada tema. Por ejemplo, los que estamos en los debates de Venezuela somos los que pertenecemos a la Comisión de Asuntos Exteriores, Seguridad y Defensa. En las votaciones sí participan casi todos los diputados.

 

-Usted decía en su intervención que cuando Europa legitima las acciones de EEUU contra terceros países está atentando contra las normas más elementales de la convivencia internacional. ¿Podría explicar un poco este punto?

 

-Sí. A partir del fin de la Segunda Guerra Mundial se construyó una arquitectura de derecho internacional con la idea de evitar que pueda producirse otra hecatombe como esa, que costó más de 50 millones de muertos. Esa arquitectura se vio influida por todos los movimientos anticoloniales, pues muchas de las naciones africanas y árabes estaban conquistando su independencia. En ese marco, las normas de Naciones Unidas plantean una defensa clarísima de la no injerencia en los asuntos internos de los Estados y de la protección de su soberanía. Eso es lo que han intentado romper quienes se escudan detrás de la intervención humanitaria. Se trata de condicionar el principio de soberanía, someterlo al derecho de injerencia o la responsabilidad de proteger que se aprobó en la Asamblea de la ONU. Esa es una idea que está muy presente aquí en Europa, sobre todo en los globalistas, quienes plantean que la soberanía nacional no es importante. Para mí, aunque lo endulcen con otras palabras, lo que se pretende es que manden las grandes multinacionales o determinados consensos del mundo occidental, eso a lo que llaman “la opinión pública”, pero que realmente es la opinión de las élites de una parte minoritaria de los países. Eso es inadmisible: que sean esas minorías poderosas las que impongan las decisiones políticas, en lugar de que lo hagan los pueblos en ejercicio de su libre determinación.

 

-¿Cree usted que ha cambiado la percepción sobre el tema de Venezuela en lo que va de este año, desde la autoproclamación de Juan Guidó hasta ahora?

 

-Lo que se percibe es un ataque inusitado y escandaloso de una potencia, como no lo habíamos visto en mucho tiempo, junto con la desaparición total de la Unión Europea como un poder exterior. Eso lo ha liderado España, a pesar de que tiene un gobierno que, en teoría, es socialdemócrata y en lugar de hacer caso a (José Luis Rodríguez) Zapatero, que es un mediador internacional, se ha puesto de lado de EEUU. El propio ministro de Exteriores (Josep Borrell) ha reconocido que han cedido a las presiones de EEUU. Lo que se ha visto acá es el esfuerzo de EEUU para que Europa sea cómplice del derrocamiento de un gobierno, cuando a Europa lo que le interesaría es llevar una posición favorable al diálogo. Está claro que el gobierno bolivariano ha dado seguridad jurídica a las empresas que están invirtiendo en el país. Cuando se han hecho nacionalizaciones o expropiaciones, como ocurrió durante el gobierno del comandante Chávez, siempre se ha llegado a acuerdos sin necesidad de recurrir a instancias internacionales de arbitraje. Lo que estamos viendo es una Europa que ya no es un terreno de diálogo, de paz, de poder blando, como aquí pregonan, sino que ha decidido ser subalterna de un señor como Trump, sin tomar en cuenta que él cada cierto tiempo carga contra la Unión Europea también.

 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)