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El presidente de los Estados Unidos Barack Obama, dio este martes su último discurso oficial como mandatario y escogió para ello la ciudad de Chicago –donde se inició como político-, en lugar de la Casa Blanca.

 

Desde el centro de convenciones McCormick Place, el mandatario estadounidense resumió los resultados de su administración y transmitió una visión acerca del futuro del país, que a partir del 20 de enero será liderado por el republicano Donald Trump.

 

Entre los logros alcanzados durante su gestión, Obama destacó que EEUU ha «revertido la Gran Recesión» y mencionó el aumento de puestos de trabajo en el país, así como la apertura de «un nuevo capítulo» en las relaciones con Cuba. Mientras tanto, Rusia y China han sido tildados de «rivales» que «no pueden igualar la influencia de EEUU en el mundo» a no ser que EEUU se convierta «en otro país grande que acosa a sus vecinos más pequeños», publicó el Huffington Post.

 

Uno de los capítulos más comentados en las redes sociales han sido las lágrimas que se le vieron al también premio Nobel de la Paz durante su despedida oficial.

 

Y es que el presidente Obama lloró al hablar de su esposa e hijas: “Michelle en estos últimos 25 años ha sido mi esposa, la madre de mis hijas y mi mejor amiga”. Fueron algunas de las palabras dirigidas a la primera dama.

 

Sin embargo, el presidente número 44 de los Estados Unidos también tiene otros motivos para llorar. Involucró a su país en 7 guerras durante los 8 años de su mandato. Y solo en Iraq se superaron los 162 mil militares.

 

Y, aunque hizo alarde de la reducción de la pobreza, uno de cada siete estadounidenses se encuentra en estado de pobreza, según la Oficina de Estadísticas de Análisis Económico, y 39,5 por ciento de los estadounidenses depende de cupones de alimentos para abastecer la cesta básica.

 

¿Por qué otros motivos debería llorar el premio Nobel de la Paz?

 

(LaIguana.TV/teleSUR)