Venezuela sigue siendo un laboratorio vivo de diversos fenómenos sociológicos, entre ellos, la perversa dinámica de las noticias falsas o fake news.

 

Uno de los casos más recientes es tremendamente ilustrativo. Se trata de la presunta desaparición de una periodista opositora, con la que se escandalizó a través de medios internacionales y redes sociales la mañana del lunes. Luego de viralizar la denuncia a escala mundial, resultó que  la comunicadora había viajado a México.

 

Tal vez por lo burdo que fue, el caso permite apreciar la estructura de este tipo de fake news.

 

En primer lugar, se observa que estas informaciones no se limitan a exponer una situación anormal, sino que inmediatamente avanzan hacia hipótesis sobre las causas, circunstancias y presuntos responsables de lo que supuestamente ha ocurrido. Sin que se haya realizado indagación alguna, se anticipa la condena a determinadas personas o instituciones. 

 

En el planteamiento del asunto se usa un lenguaje cargado de palabras con connotaciones muy dramáticas, especialmente en nuestro contexto latinoamericano.

 

En el caso referido, se dijo que Amanda Umek estaba «desaparecida» desde el sábado. El solo uso de ese adjetivo remite al terrible pasado dictatorial de la región, donde se estima que hay 90 mil personas desaparecidas, la mayoría de ellas a manos de gobiernos de ultraderecha del Cono Sur y Centroamérica.

 

En los mensajes de redes y en las notas periodísticas se afirmaba que «fue vista por última vez» cerca de su residencia, y se insistía en relacionar su «desaparición» con amenazas que había recibido debido a su trabajo reporteril. Directamente se le imputaba la responsabilidad al constituyente Roberto Mesutti, quien se habría molestado por la difusión de un video.

 

Condenas en serie

 

Estas condenas sin fórmula de juicio son, además, en serie. Luego de difundirse las primeras versiones, por lo general a cargo de familiares o compañeros de trabajo del presunto agraviado, empiezan a aparecer los tuits y declaraciones de personajes más institucionales. 

 

En el caso Umek, la directiva del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa picó adelante a través de su cuenta institucional en Twitter. No tardó mucho en involucrarse el secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, quien de inmediato se adelantó a responsabilizar al presidente Nicolás Maduro de lo que pudiera haberle ocurrido a la periodista.

 

Por lo general, cada reproducción de la denuncia original va con una carga adicional de especulación. En cuestión de pocas horas, ya es prácticamente un caso para ser juzgado por la Corte Penal Internacional.

 

Falsas denuncias y falsos desmentidos

 

La operación de las fake news suele completarse con la irresponsabilidad total, es decir, la ausencia de un desmentido eficaz y digno. Esto ocurre la mayoría se las veces. Quienes han dado información falaz no tienen la mínima decencia de admitirlo y excusarse por el error. Por el contrario, a veces insisten en él o actúan como si nunca hubiesen dicho lo que dijeron.

 

En casos excepcionales, se producen unos desmentidos que resultan tan falsos como la falsa noticia.

 

Algunos desmentidos son elaborados de una manera tan rebuscada y oblicua que terminan siendo ratificaciones de la fake neews. Otros se limitan a desmentir solo la información esencial y a responsabilizar a algún tercero por el error.

 

Respecto a Umek, al menos el SNTP presentó excusas por haber dicho que la periodista estaba desaparecida, es decir, por el dato informativo más básico. Algunos medios publicaron dicho desmentido. Pero todo el contexto de la falsa denuncia, incluyendo las truculencias acerca de las supuestamente habituales «desapariciones» de periodistas y las acusaciones alegres contra Mesutti, quedaron sin subsanar.

 

Por supuesto que figuras políticas como Almagro no llegan ni siquiera al ámbito del desmentido falso. No se desmienten en absoluto.

 

Mentiras acumulativas

 

La nefasta técnica del fake news tiene todavía una vuelta de tuerca más. Aunque se haya demostrado plenamente que una denuncia fue infundada, se la acumula en un expediente como si hubiese sido verdadera.

 

Por ejemplo, en los informes sobre violaciones a la libertad de información en Venezuela, que anualmente realizan supuestas organizaciones no gubernamentales y gobiernos extranjeros, estos incidentes se contabilizan como si hubiesen sido verídicos. Quien tenga alguna duda, espere un poco y verá en el próximo informe de alguna de estas ONG o gobiernos injerencistas como se habla de “la desaparición de Amanda Umek”. 

 

(LaIguana.TV)