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La oposición digital, esa que florece en los medios y en las redes sociales, ha alcanzado la meta que no ha podido lograr la otra oposición, la que languidece en la Asamblea Nacional: demostrar que Nicolás Maduro ha abandonado su cargo. Es más, para esos opositores, Maduro, en verdad, nunca ha sido Presidente, pues siempre ha habido alguien que gobierna por él.

 

La cosa es un poco loca, pues al mismo tiempo, los opositores digitales acusan al no-presidente de ser un dictador despiadado y ensoberbecido. Pero no nos vamos a meter por hoy en el lado psiquiátrico del asunto, sino que haremos, de la mano de mi politóloga favorita, Prodigio Pérez, una somera revisión de todos los personajes que –según este sector de la habladera de cibergamelote- han gobernado al gobernante de Venezuela.

 

Prodigio explica que para los activistas contrarrevolucionarios 2.0 es muy importante repetir hasta el cansancio que Maduro, en realidad, no gobierna, sino que hace lo que otros le dicen. Esa es la forma que han encontrado de tolerar un poco la idea de que el presidente sea un autobusero, mientras ellos, que son eminencias iluminadas, no han llegado ni siquiera a presidir una sociedad de padres y representantes. “Decir que Nicolás es un títere los hace sentir menos desgraciados”, dice la politóloga, que a veces parece más bien antropóloga.

 

Aquí mandaba Fidel (…o Raúl, pues)

 

Cuando el comandante Chávez pidió al país que eligiera a Maduro presidente, si él llegaba a faltar, los analistas del ciberespacio dijeron que aquello había sido una orden de Fidel Castro, pues el “tirano caribeño” quería estar seguro de que el nuevo presidente sería un pelele, tal como antes lo había sido el propio Chávez, que no había sido autobusero, pero era “un simple teniente coronel”.

 

Como ya en 2013 el insigne líder cubano estaba muy limitado en sus actuaciones públicas, los acuciosos comentaristas comenzaron a decir que el verdadero presidente era en realidad, el “Pisapasito” Raúl. Otros preferían afirmar, en tono de susurro, que el mando real lo ejercía un poder abstracto llamado “los Cubanos” o, de una forma un poco más ramplona, el G2.

 

El varón domado

 

En su afán de negar que Maduro (“¡ese autobusero!”) sea el presidente, muchos de los temibles tecleadores de genialidades han asegurado, desde 2013 hasta el presente, que el poder real lo ejerce la primera combatiente, Cilia Flores, a quien algunos (en un alarde de conocimiento histórico) comparan con Ana Bolena, la esposa de Enrique VIII, y otros (más pedestres), equiparan con Rosario Murillo, la ahora vice de Daniel Ortega.

 

Esta tesis es muy del gusto de los misóginos que pululan en la oposición, pues les permite hablar mal de las señoras en general y de las llamadas cuaimas, en particular.

 

El sospechoso habitual

 

Cada cierto tiempo cobra fuerza en los medios y las redes antichavistas la tesis secundaria de que quien manda no es Maduro, sino Diosdado Cabello. Esta versión se basa en la tesis primaria de que el capitán Cabello es, en realidad, el mandamás de todos los generales y almirantes en jefe, razón más que suficiente para que sea el jefe del comandante en jefe.

 

El señor del mazo es lo que se llama un sospechoso habitual, pues también se le acusa de ser dueño de toda clase de empresas, desde gigantescas corporaciones hasta carritos de perrocaliente. Los más truculentos y maliciosos dicen que Diosdado es el verdadero presidente porque es “el más cartelúo” y aseguran que lo demuestra cuando da órdenes a través de su programa de televisión, y Nicolás lo obedece.

 

“El Padrino”

 

En esto de quién manda a Maduro hubo un tiempo en que estuvo de moda el general en jefe Vladímir Padrino López, especialmente cuando el presidente lo designó como una especie de superministro al que tendrían que reportarle varios otros integrantes del gabinete, incluyendo los del área económica y hasta el entonces vicepresidente, Aristóbulo Istúriz.

 

En ese momento, los comentaristas llegaron al extremo de asegurar que “el Padrino” (dicha esta palabra en el sentido que le dieron las películas de mafiosos) le había dado un golpe frío a Maduro, quien tuvo que conformarse con seguir siendo presidente solo para las formalidades.

 

Muchos de los que propalaron esa visión llegaron a creérsela tanto que algunos hasta empezaron a sentir corrientes de simpatía por Padrino López. No era algo insólito, pues el ministro del Poder Popular para la Defensa había hecho, en teoría, lo que toda la oposición ha deseado desde 2013: tumbar al presidente.

 

Con turbante    

 

Moda al fin y al cabo, la cuestión de decir quién gobierna al que gobierna tiene su último grito  y esta vez es en árabe. Los tuiteros desenfrenados juran por un puñado de cruces que el verdadero presidente es Tareck El Aisaimi, recientemente designado como vicepresidente Ejecutivo.

 

Las versiones según las cuales el vicepresidente le da órdenes al presidente son ahora la comidilla cotidiana de los tremendistas digitales. Entre ellos, algunos van más lejos (en esto de las redes, no hay límites) y dicen que al conductor Maduro lo maneja Hezbollah.

 

Ficha del capitalismo

 

Un paseo por la oposición a Nicolás Maduro no está completo en estos tiempos si no se vista la disidencia interna, pues varios de los prominentes voceros de esta corriente (o de esta marea) se han tornado más corrosivos que los mismos opositores digitales. Desde este campo, nadie acusa a Maduro de haber cedido el poder a los Castro ni al extremismo islámico. Por el contrario, lo acusan de entregarse al adversario capitalista. Unos dicen que, a través del llamado presidente obrero, gobiernan la banca internacional y, en general, el imperialismo. Otros aseguran que mientras Maduro echa un pie en Radio Miraflores, el poder real lo ejerce el pelucón Mendoza.

 

“¿Te fijas? –concluye Prodigio–. Si se suma todo lo que dice esta gente, queda claro que Nicolás nunca ha ejercido el cargo, mientras en la Asamblea siguen empeñados en demostrar que lo abandonó”.  

 

 

(Clodovaldo Hernández / [email protected])