Germán Vargas Lleras, el vicepresidente colombiano que aspira ser candidato presidencial en 2018, quedó “atrapado” entre la espada y la pared tras sus declaraciones en contra de entregar viviendas de interés social a ciudadanos que denomina “venecos”.

 

La espada, en su caso, es Venezuela que se ha legitimamente dado por aludida por el despectivo término. Mientras que la pared son sus propios connacionales que estuvieron radicados en Venezuela y que han regresado a Colomba como consecuencia de las dificultades económicas en la patria de Bolívar.

 

Vargas Lleras no puede aclarar que el “gentilicio” veneco en realidad hacía referencia a los colombianos que en los últimos dos años han intentado retornar a sus regiones de origen, especialmente en el departamento Norte de Santander, donde el pasado martes hacía entrega de un lote de viviendas.

 

Y no lo puede hacer porque sería reconocer el menosprecio a sus propios paisanos o sus descendientes que con todo derecho han regresado a la tierra de donde fueron desplazados por la guerra y la pobreza.

 

La clave es que el vicepresidente de Santos tiene un elaborado plan para ser el candidato del uribismo (sin Uribe) para los comicios presidenciales de mayo del año venidero.

 

Y en ese plan la entrega de viviendas de interés social a ciudadanos desplazados y empobrecidos es el eje de su campaña.

 

El problema es que Vargas Lleras es miembro de la más tradicional oligarquía de Bogotá al punto de ser nieto del expresidente Carlos Lleras Restrepo, quien gobernó entre 1966 y 1970.

 

Eso lo hace profundamente prepotente y agresivo contra contra quienes no son de su estrato social, incluyendo los miembros de su equipo de trabajo.

 

El pasado 22 de diciembre el político se vió envuelto en un escándalo cuando se divulgó un video donde se le ve golpeando duramente en la cabeza a uno de los miembros de su grupo de guardaespaldas.

 

El hecho ocurrió en el municipio de Ciénaga de Oro, departamento de Córdoba durante una visita a una comunidad para la entrega de viviendas gratis, y el custodio cumplía su tarea de mantener a prudencial distancia al público. Inesperadamente se observa como Vargas levanta su mano derecha y golpea con los nudillos al intendente Ariel Ahumada dos o tres veces.

 

El incidente tuvo un notable impacto en las redes sociales y Vargas fue duramente cuestionado. Quiza por eso unos días después le pidió excusas publicamente al funcionario. 

 

Sin embargo nunca lo miró directamente y siempre mantuvo su vista en las cámaras que registraban el acto, e incluso en algún momento le dio la espalda.

 

De hecho, lo que comenzó como un acto de contrición terminó como un cuestionamiento al desempeño del personal de seguridad por mantener alejado al público de los jefes políticos.

 

Pocos días después medios digitales divulgaron otro video del mes de abril, donde Vargas agrede al mismo guardaespaldas.

Esa actitud hostil se ha registrado también con otros miembros de su equipo a quienes cuestiona con dureza en forma pública por actuaciones que no lo satisfacen.

 

En 2014, Vargas Lleras ya protagonizó otro acto que levantó polémica, cuando en plena campaña presidencial, a la que concurrió en la fórmula de Juan Manuel Santos, fue interrumpido por un ciudadano que le preguntó sobre la corrupción.

 

Entonces comenzó una discusión que concluyó a gritos y en la que llamó “gamín” (término peyorativo para un vagabundo) a quien le interpeló.

Asimismo Vargas Lleras solo actúa movido por sus particulares aspiraciones aunque eso signifique ponerse en contra de los intereses y prioridades de su clase o del propio Gobierno del cual es formalmente el segundo a bordo.

 

Eso ha pasado con el proceso de paz con las FARC, prioridad y bandera del presidente Santos, ante el cual el político ha mantenido una evidente “indiferencia”.

 

Y otro caso ha sido sus críticas declaraciones de desacuerdo con la reforma tributaria que el gobierno presentó al Congreso para enfrentar, con criterio neoliberal, el déficit fiscal.

 

(latabla.com)

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