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El balón era solo una excusa para la riña“, apuntó en su momento la Universidad de Pennsylvania sobre los orígenes violentos del fútbol americano, que este domingo tendrá su máxima cita cuando se dispute la edición 51 del Super Bowl (Super Tazón).

 

El Super Tazón que año tras año genera grandes niveles de audiencia, suele ocultar la peor cara del deporte: las contusiones cerebrales ocasionadas por el juego cuerpo a cuerpo tan particular de la disciplina.

 

En 2010 el neuropatologista Bennet Omalu anunció que había una enfermedad degenerativa (traumatismo craneoencefálico crónico) que afectaba solo a los jugadores de fútbol americano.

 

El estruendo causado por el anuncio de Omalu, que incluyó la realización del filme Concussion, obligó a la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL por su sigla en inglés) a cambiar el reglamento.

 

A pesar del cambio, en enero de 2016 Antonio Brown sufrió un traumatismo en un partido de desempate entre Cincinnati Bengals y los Pittsburgh Steelers, en tan solo uno de los casos que demuestran la fiereza de la NFL.

 

En la temporada 2016 varios jugadores terminaron lesionados de gravedad, entre ellos Sam Shields (conmoción) y Trent Cole (cirugía en la espalda).

 

Costos sin igual

 

El Super Tazón del año pasado se convirtió en el evento deportivo más caro en la historia de Estados Unidos, entre otras cosas por el precio de sus entradas.

 

El coste medio de las entradas fue de 4.957 dólares, lo cual supera a cualquier final deportiva sea individual o colectiva.

 

Además, la NFL recibe millones de dólares por las publicidades de mitad de tiempo que anualmente los estadounidenses esperan con emoción.

 

(teleSUR)