Vistos con el cristal de la maquinaria mediática global, el reto del presidente electo panameño, Laurentino “Nito” Cortizo podría lucir mucho menos difícil que el de otros mandatarios latinoamericanos al arribar al gobierno. Pero la realidad del país centroamericano no es tan fabulosa como la pintan. El líder del Partido Revolucionario Democrático tiene por delante una tarea complicada.

 

Los grandes medios hacen ver a Panamá como un milagro económico comparable con los famosos dragones asiáticos, pero la verdad es que los gobiernos neoliberales y el tráfico de capitales de dudosa procedencia han hecho de esa nación una paradoja lacerante: 7% de crecimiento del PIB y apenas 6% de desempleo hablan de una enorme prosperidad, pero detrás de los gigantescos rascacielos de Ciudad de Panamá, se encuentra el quinto país más desigual del planeta, y el segundo de Latinoamérica, detrás de otro favorito de los medios capitalistas: Chile.

 

Esa desigualdad se comprueba con más cifras. Se estima que el 10% de la población más rica gana hasta 35 veces más que el 10% más pobre. En algunas regiones, en especial las que están lejos de la zona del Canal, la pobreza llega a afectar a 82% de la población y la pobreza extrema puede rozar el 60%. En un territorio de apenas 75 mil 845 kilómetros cuadrados (un poco más pequeño que el estado Apure), la riqueza se concentra en tres provincias (Panamá, Panamá Oeste y Colón), mientras las otras siete y las tres comarcas indígenas se quedan rezagadas.

 

En una población que aún no llega a los cuatro millones de habitantes, se calcula que 800 mil están en situación de pobreza, 300 mil en pobreza extrema. Medio millón de personas carecen de acceso al agua potable y más de 200 mil familias están sin vivienda. La mortalidad infantil supera 10% y la situación es particularmente grave en las comarcas indígenas, donde se estima que uno de cada cinco niños padece desnutrición crónica. Organizaciones especializadas calculan que cada cuatro días muere de hambre una persona en Panamá, solo que los grandes medios prefieren mantener sus focos en el país boyante que crece a un ritmo superior al resto del vecindario.

 

Tales son los retos que tendrá por delante Cortizo, un presidente de ideas socialdemócratas al que le toca tomar el mando luego de diez años de gobiernos marcadamente neoliberales, los del empresario multimillonario Ricardo Martinelli (procesado por espionaje y corrupción) y el saliente mandatario Juan Carlos Varela, también procedente del sector privado y fiel ejecutor de las órdenes de Estados Unidos tanto en lo económico como en lo político.

 

Cortizo pertenece al Partido Revolucionario Democrático, con raíces en la doctrina nacionalista de Omar Torrijos y que estuvo por última vez en el poder entre 2004 y 2009, con el gobierno del hijo del aquel, Martín Torrijos.

 

Cortizo ganó las elecciones de este domingo en un apretado final contra Rómulo Roux, del partido Cambio Democrático, liderado por Martinelli y representante de la derecha dura. El independiente Ricardo Lombana logró un meritorio tercer puesto, con 20% de los votos, mientras el candidato del gobierno, José Isabel Blandón, apenas acumuló 10% de los sufragios, en una clara demostración de la impopularidad del presidente Varela.

 

(LaIguana.TV)