Este martes concluye la tercera reunión del Grupo Internacional de Contacto (GIC), iniciada el lunes, para tratar la crisis política que vive Venezuela, agudizada por el intento fallido de golpe de Estado impulsado por el diputado opositor Juan Guaidó contra el Gobierno del presidente Nicolás Maduro.

 

Será la tercera cita del cónclave, que convoca a países de la Comunidad del Caribe (Caricom) y a Bolivia, Ecuador y Uruguay, junto a representantes de Alemania, España, Francia, Italia, Países Bajos, Portugal y Reino Unido.

 

Hasta ahora, el único punto común de las naciones participantes ha sido buscar para Venezuela una «solución política, pacífica y democrática», pero desde su creación, el pasado 7 de febrero, no han podido definir una fórmula exitosa que concrete ese propósito.

 

Justamente, este martes se cumple el tope de los 90 días de plazo establecidos para hallar una propuesta factible: «Se hará una evaluación del propio Grupo de Contacto, y de aquellos aspectos en los que no se ha avanzado», adelantó el subsecretario uruguayo de Relaciones Exteriores, Ariel Bergamino, citado por La Diaria.

 

¿En qué ha fallado?

 

Para Luis Quintana, profesor de geopolítica, el error cometido por el GIC ha sido tomar como misión la principal demanda de la oposición venezolana: convocar a hipotéticas elecciones, pese a que el presidente Nicolás Maduro fue reelegido por más del 60 % de los votos en mayo pasado.

 

«Cuando hace eso, el Grupo están poniéndose del lado de una de las partes», indica Quintana, «y eso no contribuye a que una solución sea consensuada».

 

En vísperas de la primera reunión en Montevideo, Uruguay, en febrero pasado, el Gobierno de Tabaré Vásquez, junto al de México, presentó como opción el Mecanismo de Montevideo, una propuesta de cuatro etapas que privilegia el diálogo desde una perspectiva «de respeto al derecho internacional y a los derechos humanos».

 

En el documento se hacía mención a cuatro fases:

 

Diálogo inmediato.

 

Negociación.

 

Compromisos.

 

Implementación.

 

La propuesta recibió el apoyo de Caracas y sus aliados en la región. Sin embargo, tras culminar el primer encuentro, Federica Mogherini, alta representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, enfatizó la importancia de un «proceso electoral creíble en el menor tiempo posible». De inmediato, Bolivia, México y el Caricom desaprobaron la declaración final.

 

El único «avance» evidente del GIC ha sido promover la entrega de «asistencia», de acuerdo con los principios internacionales de la ayuda humanitaria, como se había planteado. En efecto, el presidente Maduro anunció en febrero que su Gobierno aceptaba un plan de asistencia mediante Naciones Unidas.

 

Equilibrio constructivo

 

El profesor Quintana considera que ahora el GIC está llamado a actuar como un factor de «equilibrio constructivo» que, a su juicio, pueda contribuir a que las partes (gobierno y oposición) «tengan condiciones para sentarse a dialogar», sobre todo después del llamado a una sublevación militar que formuló el jefe del Parlamento de la nación bolivariana.

 

Entretanto, el canciller venezolano, Jorge Arreaza, ratificó recientemente la disposición del Ejecutivo a entablar un diálogo, en el marco de la Constitución de ese país.

 

Por el lado de los detractores de Maduro, las posturas son encontradas. Si bien algunos sectores moderados de la oposición, ajenos a la cobertura mediática que acompaña a Guaidó, apoyan la propuesta de diálogo, el jefe del Legislativo venezolano desecha esa posibilidad, casi al unísono que la Casa Blanca.

 

Cuba, a petición del Grupo de Lima

 

La reunión de este martes se efectuará con la expectativa de una posible mediación de Cuba, a petición del propio Grupo de Lima, conformado por países que reconocen a Guaidó como «presidente encargado» y cuentan con el apoyo de Washington.

 

El sábado, el canciller de Cuba, Bruno Rodríguez, confirmó que se reunió con Mogherini. En su cuenta de Twitter dijo que sostuvo una «conversación cordial» sobre Venezuela, al tiempo que afirmó que mantendrá «el contacto» con la funcionaria europea.

 

Ese mismo día, el presidente cubano, Miguel Díaz Canel, conversó con el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, y enfatizó en la necesidad de un diálogo con el presidente Maduro, «basado en el respeto a la soberanía de Venezuela» y al «derecho internacional».

 

Quintana subraya que tanto Canadá como la Unión Europea saben que Cuba es un país aliado de Venezuela, que puede sumar propuestas relevantes para destrabar una solución viable: «El acompañamiento de Cuba en cualquier proceso puede ser tan importante como el papel que juega Rusia en este momento», manifiesta el académico.

 

Por ahora, está claro que la posición más sólida que pueda mostrar el GCI este martes será el rechazo al «uso de la fuerza» como vía para superar la actual coyuntura política en Venezuela, una postura en la que coinciden todos los convocados en Costa Rica, incluyendo las naciones nucleadas en el Grupo de Lima.

 

(RT)