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Según un artículo publicado este mismo viernes 10 de febrero por el portal web de El Nuevo Herald, los venezolanos, cada vez más desesperados, hoy día estarían cazando inclusive animales exóticos para aplacar el hambre. De acuerdo a este medio, y debido a la creciente crisis, muchos ciudadanos de nuestra nación estarían consumiendo flamencos, osos hormigueros gigantes, perros, gatos, burros, caballos y hasta cocodrilos.

 

«La gente se ha vuelto tan desesperada que están matando y comiendo flamencos», aseveró en este sentido un supuesto estudiante de biologia de La Universidad del Zulia, Luis Sibira. Este joven relata que encontró los despojos de ocho flamencos rosados entre el fango de la laguna Las Peonías el pasado mes de noviembre. A partir de ese momento la historia se habría repetido al menos 20 veces.

 

En el referido artículo se afirma (sin especificar y sin mostrar pruebas contundentes: fotos, testimonios y documentos confiables, por ejemplo) que varios «investigadores» tienen registros de supuestos sacrificios de decenas de criaturas de movimientos lentos, protegidos por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Entre estos, cabe destacar, se encontrarían los osos hormigueros. Los mismos estarían siendo cazados en la margen oriental del Lago de Maracaibo.

 

«A veces encontramos las cabezas, tripas y patas del animal. Solíamos ver esto muy poco en el pasado, pero esta práctica está ahora fuera de control y en aumento», relata otro de los presuntos testigos.

 

El Nuevo Herald, en uno de los párrafos del texto, responsabiliza a las comunidades indígenas que habitan en las adyacencias de Las Peonías, de ser quienes promueven la caza de flamencos. Los mismos ya no solo estarían consumiendo los huevos de las aves en cuestión.

 

«Los indios venezolanos nunca comieron este tipo de animales, ni siquiera en tiempos de la conquista. Este nuevo comportamiento surge de la presión de comer», habría dicho el director del Instituto de Estudios Científicos de Venezuela, Ángel Viloria.

 

El artículo culmina con el supuesto testimonio de un niño de 12 años, quien a según se dedica a la caza de distintos animales en las aguas contaminadas del Lago de Maracaibo. Cuando le preguntaron qué opinaba de la cacería de cocodrilos en la zona, este, con tono muy dramático, habría contestado: «Delicioso. Saben bien, como el pollo. ¡Incluso bebo su sangre!».

 

Más que una nota periodística, lo anterior parece un panfleto amarillista destinado a impulsar y a reforzar la idea de una Venezuela precaria y hundida en una crisis humanitaria. Nadie niega la difícil situación por la que atraviesa nuestro país. No obstante, este tipo de denuncias, de ser ciertas, deberían realizarse en un tono más formal, mostrando pruebas y no basándose en supuestos testimonios de terceros. ¿Por qué los afectados no realizan estas denuncias ante las autoridades competentes?

 

(LaIguana.TV)