Javier Couso (1968) no es un eurodiputado común, de los de corbata y traje de puño blanco. Los sabe llevar y los lleva, pero se los quita cuando debe, y lo más importante: su cuerpo profesa la misma empatía y porte hacia la vestimenta sostenible o necesaria del barrio.

 

Javier Couso viene de hacer política en la calle y con los movimientos sociales, de denunciar y encabezar la lucha contra el asesinato de su hermano a manos del Ejército de EEUU cuando reportaba la guerra contra Irak como camarógrafo.

 

Después de una legislatura como eurodiputado que comenzó con Izquierda Unida, ahora se presenta a las elecciones del Parlamento Europeo como independiente por la Plataforma ‘Izquierda Positiva-Revolución Ciudadana’.

 

Su programa apuesta por «una alianza que desde abajo se construye con la voz de las organizaciones migrantes latinoamericanas en España y el voto de una base de izquierda» y cuenta con apoyos importantes como el de ex ministro de Cultura de Cuba, Abel Prieto, o personalidades como Ignacio Ramonet, Rafael Poch, Michel Collon, Rosa Regás, Stella Calloni, Atilio Borón o Fernando Buen Abad, entre otros.

 

— Te presentas como independiente a un Parlamento Europeo con una historia reciente y no tan reciente un tanto aterradora. En este contexto, ¿hay que ir a votar el 26 de mayo o sería mejor salir corriendo?

 

— Salir corriendo nunca, y menos en este momento en el cual es muy necesario ir a votar porque los pueblos europeos estamos atrapados en un sándwich. Por un lado, estamos en el medio de esa extrema derecha que cada vez tiene más fuerza, y en el otro lado del sándwich están los que han propiciado el auge de esa extrema derecha, que ha sido esa gran coalición que a partir de Maastricht diseña un nuevo modelo que ha gobernado el Parlamento Europeo desde que es democrático, desde los años 70.

 

Ellos son los que han propiciado todas esas políticas de recortes neoliberales y han convertido a la periferia, en este caso al sur y al este de Europa, en países como el nuestro (España) en países desindustrializados y con una deuda externa que está por encima del 100% del PIB.

 

Pero sobre todo, nos han dejado un modelo de precarización social. Hemos perdido la capacidad para devaluar la moneda y ahora para competir en el mundo devaluamos a la clase obrera…  Si la gente no sale a votar y se queda en casa, van a gobernar unos que, o son neoliberales, u otros que son más neoliberales aún.

 

— Tu programa se llama Izquierda en Positivo… ¿Hay una izquierda en negativo? ¿Es la izquierda de la que tú provienes y por eso ahora eres independiente?

 

— Cuando hay unas maniobras no muy positivas, eso es verdad, de Izquierda Unida (IU), en las cuales por una filtración, la dirección dice que no va a repetir ningún eurodiputado, algunos nos quedamos muy sorprendidos porque Alberto Garzón llegó con la idea de la regeneración y las primarias.

 

Pero a la vieja usanza de la vieja política, el coordinador federal de IU, Alberto Garzón, y el secretario general del Partido Comunista, Enrique Santiago, se reúnen en una habitación y deciden quienes van a ir en esa lista, que será una lista plancha en la cual una persona contra el aparato, como yo, es muy difícil que pudiera entrar. Por lo tanto, yo me voy porque entiendo que han roto el contrato con el que me presenté y me quedo como independiente.

 

A partir de ahí pienso en tirar la toalla pero hay una organización política pequeñita de Cataluña que les gusta mi trabajo y me dicen que ellos pueden prestarme la maquinaria burocrática necesaria para que me presente… La única condición que pongo es ir como independiente y tener una lista plural.

 

Nos presentamos legalmente como Izquierda en Positivo, pero los cinco primeros puestos son de migrantes e independientes. Trabajé mucho con ciudadanos latinoamericanos que viven en nuestro país que también son españoles, y  están vinculados muchos de ellos con la Revolución Ciudadana de Rafael Correa, y ellos dicen que quieren venir conmigo.

 

La segunda que llevo es una persona de 24 años, mujer, ecuatoriana, vinculada desde su juventud a ese proceso de esa década ganada con Correa; y a partir de ahí metemos a una compañera argentina vinculada a los movimientos sociales, a una persona colombiana exiliada porque lo iban a matar.

 

Es una propuesta independiente en el momento del aumento de la ultraderecha y la xenofobia en Europa. Otros partidos de izquierdas presentan a los migrantes pero nunca van en puestos de salida. Aquí, por primera vez, sí. Aquí hay una posibilidad y por eso hemos tenido amplia acogida en América Latina y entre los latinoamericanos.

 

— A los descreídos de la política, ¿qué les puede aportar tu Plataforma? ¿Realmente les puede cambiar su vida, su rutina?

 

— Desde el principio, yo he participado en movimientos sociales y he visto ese alejamiento. El 15M [el movimiento de los indignados que acamparon en la Puerta del Sol de Madrid durante semanas] supuso además un toque de atención a esa desafección política. Creo que últimamente ha entrado en la política gente que está defendiendo los ideales de ese pueblo; yo lo veo en mi barrio que es un barrio obrero y popular de Madrid, Villa de Vallecas.

 

De allí ha entrado gente que defiende eso. Por lo tanto, eso ha cambiado algo aunque no del todo. Pero yo les diría que en Europa se decide el 70% de su vida y hemos demostrado que mi candidatura tiene solvencia y el trabajo acreditado durante cinco años.

 

He dado la voz y he acompañado a los movimientos populares, he denunciado la injerencia en Venezuela, los asesinatos de líderes sociales en Colombia; he estado en México, Argentina, Brasil… En Siria… Apoyando los procesos de paz en Ucrania y Libia.

 

Entrar en Europa vale para fiscalizar lo que están haciendo y para poner una voz creíble con un proyecto diferente que cuide su vecindad y que mire América Latina no con superioridad eurocéntrica y colonial sino con una relación de respeto y de una economía sostenible sin proyectos neoliberales.

 

— Está claro entonces que la regularización e inclusión de los migrantes son una de tu principal propuesta. ¿Podrías concretarme más cómo lo queréis conseguir, cuáles son esas propuestas definidas?

 

— Lo primero es el reconocimiento cultural, emocional, de intentar explicar que los migrantes en este país (España) aportan más de lo que les reconocemos e incluso frente a las mentiras de que nos roban. En España, por ejemplo, utilizan el 9% de la sanidad pública y otorgan más de la mitad de esa aportación a la Seguridad Social e incluso a las propias pensiones. Por lo tanto, en primer lugar, valorizar su trabajo.

 

En segundo lugar, exigir que las personas que están aquí trabajando y ya tienen residencia puedan participar en los procesos electorales sin depender de la doble nacionalidad.

 

Los derechos humanos. No se puede tener concertinas, o medios lesivos para intentar controlar a personas que huyen del hambre y de la guerra. Son refugiados y están protegidos por el Derecho Internacional. No se pueden tener los CIES (Centros de Internamiento para Extranjeros) abiertos porque en la práctica son cárceles y esas personas no han cometido delitos sino infracciones administrativas.

 

Devolver lo que hemos robado es otra propuesta, porque Europa tiene un pasado colonial y las asimetrías económicas actuales tienen sus causas. Hay que reactivar los esquemas de protección en el mar Mediterráneo y hacer una aproximación holística al tema migratorio y de refugiados.

 

No subcontratar a Turquía por 6.000 millones de euros para que haga una campo de concentración; o no financiar una guardia de fronteras libia que todas las organizaciones que trabajan en soporte de los refugiados están acusando de piratas y asesinos. Hay muchas cosas que se pueden hacer. El deseo de vivir y de huir de las guerras que además hemos provocado nosotros son más altos que cualquier muro que queramos poner.

 

— Te entrevisto desde Venezuela, un país en permanente crisis política, donde la izquierda está dejando de verse en positivo, como en otros sitios de América Latina con el giro político de gran parte de sus Gobiernos. ¿Por qué Europa es tan ambigua con Venezuela? ¿Y España?

 

— Porque hay demasiados intereses y tanto el Partido Popular como [el PSOE,] el partido llamado ‘socialista’, y ‘obrero’ y ‘español’, han tenido muchos intereses comerciales y financieros con el antiguo grupo de poder que ha habido en Venezuela.

 

Afortunadamente hemos tenido figuras que han dignificado como el expresidente Zapatero, pero España ha liderado en la UE la posición más ultra de acercarse a lo más extremista de la oposición venezolana, curiosamente defendiendo el terrorismo callejero, el golpe de Estado, el atentado terrorista a Nicolás Maduro.

 

Tiene que ver con una ideología de atacar todos los procesos progresistas por parte de Washington con las intervenciones tanto militares como económicas que propició el Fondo Monetario Internacional en los años 70.

 

Pienso que estamos pasando un momento de vaivenes. Hemos visto que en Argentina, después de los años de Macri, hay posibilidades de que gane [Cristina Fernández de] Kirchner, y en Brasil hay una desafección enorme, así que tengo confianza en Venezuela después de todo lo que está soportando.

 

Soporta un bloqueo financiero increíble en cuanto a medicinas y a alimentos se refiere y el pueblo sigue resistiendo porque la oposición no es capaz de formar una propuesta que apoyen la mayoría de los venezolanos. El chavismo sigue siendo la única fuerza organizada y hegemónica con un proyecto de país.

 

— Acabamos de ser testigos de cómo EEUU ha violado sistemáticamente la Convención de Viena con el caso de la Embajada de Venezuela en Washington. Mientras, Europa ha sido un espectador pasivo.

 

— Europa, por desgracia, ha decidido ser un actor de parte y es ese extremismo del que hablábamos antes. La política de defensa europea no tiene autonomía estratégica con respecto a EEUU.

 

Es una aberración que esa UE que se dice defensora del Derecho Internacional y la Carta de las Naciones Unidas no haya dicho nada contra esa violación de la Convención de Viena que abre un precedente muy peligroso. EEUU nunca ha respetado los consensos internacionales y es una desgracia que la UE no haga nada cuando históricamente se ha mostrado como defensora de estos derechos. Me parece que Europa lo pagará caro, ni siquiera ha protestado por lo ocurrido.

 

— ¿Crees que es posible una intervención militar de EEUU en Venezuela? ¿Por qué?

 

— Últimamente EEUU es un poder en decadencia, lo vimos en una demostración de fuerza con Irak y no pudo ni controlar el país. Intervino con 100.000 soldados pero no pudo controlarlo en ningún momento. Imagínate ahora con Venezuela. Ellos intentaban hacerlo a través de una doble tenaza: Brasil y Colombia.

 

En Brasil, el estamento militar, a través de lo que se ha denominado un ‘golpe seco’ a Bolsonaro, le ha dicho claramente a EEUU que no va a poner su territorio para invadir a Venezuela; y Colombia vive un momento de reactivación de la insurgencia por el fracaso casi total del Proceso de Paz, con lo cual tendrían una retaguardia muy calentita si entran por ahí.

 

El Ejército colombiano no está preparado para enfrentar a un Ejército moderno. De hecho, los medios aéreos no tienen comparación con la potencia aérea y antiaérea que tiene Venezuela.

 

Además, a EEUU no le conviene porque no tiene el apoyo de la sociedad. Por otro lado, los sistemas de armas venezolanos y la orografía darían mucha respuesta.

 

En cualquier caso, esa amenaza es intolerable en el terreno internacional y yo creo que EEUU está asumiendo que está perdiendo y por eso está tensionando otra vez el tablero contra la UE y contra China, aumentando su tensión contra Irán.

 

— Se acaba de conocer una nueva mesa de negociación en Noruega entre la oposición y el gobierno de Nicolás Maduro… Llevan intentándolo desde 2014 sin éxito. ¿Crees que esta vez puede ser diferente y cuál crees que debería ser el papel de Europa?

 

— Noruega da optimismo y garantías porque ha estado en muchos procesos de negociación y diálogo. Esperemos. Lo importante debería ser que esa oposición tenga autonomía para decidir ir a un encuentro político con la mitad de su población o una parte muy importante de su población, que existe y sigue votando.

 

La UE tiene que ser un actor facilitador, acompañador y que dé garantías a todas las partes. He conocido personalmente al presidente Nicolás Maduro y sé que es una persona con voluntad de llegar a acuerdos.

 

Lo que está claro es que si los otros pretenden dar golpes de Estado y atentar contra su vida; y además pretenden no participar en unas elecciones para luego denunciarlas, entonces de esa manera no se podrá llegar a acuerdos.

 

— Personalidades como Ignacio Ramonet apoyan tu plataforma. Él fue el creador del ‘Otro mundo es posible’, el lema del Foro Social Mundial de Porto Alegre de 2001, cuando la izquierda arrasaba en positivo, convencía, gobernaba y alcanzaba los Objetivos del Milenio. ¿Crees que otra Europa es posible?

 

— Estamos condenados a ello. Saludo el apoyo de este manifiesto y estas personalidades para que continúe una legislatura más. Demuestra que he ayudado a la no injerencia y a la integración.

 

Estamos abocados a que sea diferente porque la UE ha empezado a implosionar porque no responde a los intereses de sus poblaciones y les ha sometido a la precarización de sus vidas y a recortes injustificados. O somos capaces de hacerlo, o se irá todo al garete y volveremos a una Confederación Europea dominada por la derecha extrema, o a los Estados nación.

 

 

(Sputnik)