Washington no deja de intentar seducir a Turquía con sus armas. Ankara resiste porque el trato con Moscú ya está hecho. La parte turca prefirió los sistemas de defensa antiaérea S-400 rusos a los Patriot estadounidenses. Era de esperar, dado que Rusia les hizo una oferta mucha más seductora.

 

Estados Unidos no quiere, obviamente, perder un aliado tan importante como Turquía y busca convencerla de quedarse de su lado, pero al mismo tiempo no puede ofrecerle un trato adecuado a Ankara.

 

Turquía anhela tener su espacio aéreo protegido, de manera que necesita adquirir un arma lo más efectiva posible al precio más asequible que ofrezca el mercado. Esto es precisamente lo que le ofreció Rusia. Moscú y Ankara firmaron un contrato de suministros de los sistemas transportables de misiles S-400 en 2017. Según los datos actuales, se trata de un acuerdo por valor de 2.500 millones de dólares.

 

Salta a la vista que el desenlace no es del gusto de Washington. Tras el acuerdo, EE.UU. empezó a hablar sobre la incompatibilidad del arma rusa con los sistemas de la Alianza Atlántica. El Pentágono incluso frenó a principios de abril la entrega de equipamiento para aviones de combate de quinta generación F-35 a Turquía como medida de respuesta a la decisión de Ankara.

 

Mediante la política del palo y la zanahoria, Washington decidió persuadir a la parte turca con la fuerza blanda y le hizo una contraoferta durante la reciente ronda de negociaciones en Washington, que tuvo lugar el pasado 15 de abril. Las consultas no han tenido éxito, aunque los turcos prometieron tomar la propuesta en consideración.

 

Pero el mismísimo mandatario de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, había declarado el pasado 5 de abril que no estaban interesados en adquirir los sistemas de defensa antiaérea Patriot, dado que la propuesta de Rusia era más favorable a sus intereses.

 

El ministro de Asuntos Exteriores turco, Mevlut Cavusoglu, aseveró a su vez que no darían marcha atrás en su decisión de comprar los S-400 rusos pese a las presiones por parte de Washington.

 

Cielos sellados

 

«La razón principal por la que Turquía prefiere los S-400 rusos a los Patriot estadounidenses es que tienen una buena relación calidad-precio. Recordamos que los sistemas norteamericanos son mucho más caros que sus análogos rusos», declaró en un comentario a Sputnik el especialista militar ruso Alexéi Leonkov.

 

El coste de una unidad de los S-400 —compuesto de ocho lanzaderas de misiles, vehículos de comando y apoyo—alcanza los 500 millones de dólares, mientras que el coste del Patriot arranca en 2.000 millones de dólares.

 

Además, los sistemas antiaéreos rusos superan a los estadounidenses en sus características tácticas y técnicas. Los proyectiles instalados en los S-400 tienen más capacidad de encontrar, seguir y disparar contra los blancos, explicó el entrevistado.

 

Por ejemplo, el arma rusa es apta para neutralizar blancos aerodinámicos a una distancia de hasta 400 kilómetros y derribar blancos balísticos en un radio de hasta 60 kilómetros. En el caso del MIM-104 Patriot, el alcance depende de la versión del misil y oscila entre los 20 y los 160 kilómetros.

 

Además, el arma rusa permite introducir información sobre la lista de blancos en su identificador amigo-enemigo.

 

Existe el bulo de que el S-400 es incompatible con los sistemas de la OTAN y que podría empezar a derribar sus aviones. Pero la experiencia del uso de los sistemas S-300 en Grecia —también miembro de la OTAN— acredita que estas armas no pueden derribar blancos amigos por accidente.

 

Rusia suministra los sistemas de defensa antiaérea con una arquitectura abierta, es decir, son compartibles y pueden interactuar con los sistemas antiaéreos de los países de la OTAN, señaló Leonkov.

 

Es más probable que la parte turca deje la idea de adquirir los sistemas antiaéreos estadounidenses después de que los primeros S-400 entren en servicio en sus Fuerzas Armadas —aproximadamente en 2019 y 2020—, declaró.

 

Según el experto, si Turquía enseña a su personal militar cómo usar los sistemas rusos, «nunca regresará a la idea de comprar los Patriot».

 

«EE.UU. vende sus sistemas Patriot como un arma exclusiva que no tiene igual y que solo puede ser compatible con las armas de los países amigos. Esta última en realidad es su desventaja, pero EE.UU. juega esta carta para ejercer presión sobre ciertos países. Pero dudo que esto vaya a funcionar en caso de Turquía», indicó Leonkov.

 

En esta situación, lo único que puede hacer Estados Unidos es bajar el precio significativamente, pero esto ya no sería un buen trato para Washington. Además, es poco probable que la parte estadounidense ose dar semejante paso, porque otros usuarios del sistema Patriot podrían empezar a pedir un descuento.

 

Superioridad en el aire

 

En la actualidad, la cooperación técnico-militar entre Moscú y Ankara se desarrolla a contrarreloj. No se puede excluir que, además de los sistemas de defensa antiaérea, Turquía pueda adquirir cazas Su-57, teniendo en cuenta la situación con los F-35.

 

Mevlut Cavusoglu declaró el pasado 10 de abril que Ankara compraría aeronaves de otros países si EE.UU. dejaba de venderle cazas F-35. El ministro de Exteriores de Turquía añadió que entre las alternativas se encuentran los Su-34 y los Su-57 rusos.

 

Rusia está preparando una versión del Su-57 para la exportación. La cuestión de los suministros del Su-57 a otros países puede ser planteada solo tras la entrada en servicio de las Fuerzas Aeroespaciales rusas, señaló Leonkov. Es decir, una vez el Ejército ruso cuente con un número determinados de cazas Su-57, se barajará la posibilidad de venderlo al extranjero.

 

«Si Ankara opta por los aparatos rusos, pronto se dará cuenta de que son mejores que los F-35, los F-22 y otras aeronaves de producción norteamericana. El F-35 tiene muchas características negativas, incluso en comparación con el caza ruso Su-35 —de la generación 4++—. No excluyo la posibilidad de que los F-35 de los que Turquía dispone ahora sean los únicos a su servicio», dijo Leonkov.

 

Turquía es socio de nivel tres del programa Joint Strike Fighter y uno de los productores clave de varias piezas para los F-35. Pasó a formar parte del programa en 2002 y desde entonces ya ha invertido más de 1.250 millones de dólares.

 

El país prevé comprar hasta 120 aeronaves de la clase F-35A, pero ahora que hay discrepancias con EE.UU., la participación turca está en duda. La salida de Ankara del proyecto es teóricamente posible, pero será un verdadero dolor de cabeza.

 

Para Leonkov, si Turquía se sale del proyecto Joint Strike Fighter, es posible que consiga recuperar su dinero a través de un proceso judicial.

 

El entrevistado recordó la historia con los portahelicópteros Mistral de producción francesa. Moscú pagó por ellos, pero París se negó a entregárselos. Sin embargo, Rusia consiguió recuperar su dinero y Turquía podría hacer lo mismo en el caso de los F-35.

 

«Teóricamente los F-35 pueden coexistir con los Su-57 dentro de la misma Fuerza Aérea, pero creo que los cazas Su-57 serán la envidia de los pilotos de los F-35», subrayó.

 

(Sputnik News)

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