Gerardo Hernández Nordelo es uno de los Cinco héroes cubanos, nombre con el que se conoció al grupo que actuó de manera encubierta en Florida para infiltrar los movimientos, financiados por la CIA, que realizaban constantes actos terroristas contra Cuba.

 

Estados Unidos, el país que tanto se angustia por los presos políticos de otras latitudes, los tuvo tras las rejas 16 años y aún lo estarían, de no haber sido porque dio frutos una de las campañas mundiales más intensas a favor de la libertad de prisioneros de conciencia.

 

Junto a sus compañeros Ramón Labañino Salazar, Antonio Guerrero Rodríguez, Fernando González Llort, y René González Sehwerert, Hernández Nordelo fue liberado en el contexto de los acuerdos entre Cuba y EEUU. Estaba condenado a dos cadenas perpetuas y quince años adicionales de prisión.

 

Hernández conversó con LaIguana.TV durante un receso de su participación como invitado especial al 38 Congreso Latinoamericano y Caribeño de Estudiantes Universitarios y Diversificados, que se realizó en Caracas.

 

A continuación, una versión del diálogo que sostuvo con el periodista Clodovaldo Hernández:

 

-Ustedes estaban condenados a largas penas por delitos de terrorismo. Su liberación se logró en un paréntesis de la política estadounidense respecto a Cuba (aunque no pueda decirse que el de Barack Obama fue un mejor gobierno que otros en política internacional). De haberse prolongado su presidio hasta los tiempos actuales, con la banda de energúmenos que gobierna Estados Unidos, sería impensable una medida como esa. ¿Lo han hablado entre ustedes?

 

-Claro, por supuesto. Una precisión: no se nos acusó de terrorismo como tal, sino de espionaje, conspiración para cometer espionaje y, en el caso mío, conspiración para cometer asesinado, asociado a algo que ocurrió en 1996, cuando Cuba derribó dos avionetas que había violado su espacio aéreo, luego de múltiples advertencias y múltiples provocaciones. De terrorismo como tal no pudieron acusarnos porque cuando nos agarraron no teníamos encima ni siquiera una hojilla de afeitar, como dicen ustedes. Reflexionamos mucho sobre el tema de nuestra libertad. En mi caso tenía encima dos cadenas perpetuas y quince años adicionales, o sea, que tendría que haberme muerto dos veces y aún así me quedarían quince años por cumplir. Todo el mundo sabe que en una prisión de EEUU, especialmente si es una prisión federal, estar condenado a una cadena perpetua equivale a morirse en prisión. De modo que el hecho de que esté hoy aquí, conversando con ustedes, puede decirse que es un milagro de la solidaridad.

 

-Luego de ese pequeño paréntesis, ha venido en EEUU una especie de sobrerreacción, que nos ha llevado a situaciones que se creían superadas. ¿Cómo lo ves desde tu condición de internacionalista?

 

-El término de internacionalista lo asumo con orgullo porque, además de esta reciente misión de los Cinco, tuve la oportunidad de participar con las tropas cubanas en Angola, durante la guerra, en los años 89 y 90. Fui uno de los más de 250 mil cubanos que pusieron su granito de arena para preservar la independencia de nuestros hermanos pueblos africanos. En efecto, a finales de la Administración Obama hubo una pequeña ventana. Parecía que la cordura iba a primar por primera vez en más de medio siglo en las relaciones entre EEUU y Cuba. Por primera vez parecía que una administración norteamericana iba a tener en cuenta los intereses de su propio pueblo y también los del pueblo cubano. No es secreto que para ambos pueblos es de beneficio que exista una relación normal, basada en el respeto. Se restablecieron los canales diplomáticos, se reabrieron las embajadas, se produjo este gesto negociado por los dos gobiernos, mediante el cual fuimos liberados nosotros y unos presos que estaban en Cuba, norteamericanos o que trabajaban para EEUU. Claro que, como decía el Che Guevara, con el imperialismo no hay que confiarnos ni tantito así. Sabíamos que detrás de eso persistía el interés de EEUU de destruir la Revolución, solo que por otros métodos. Ahora se han retomado las políticas de la Guerra Fría. Trump ha puesto el diseño de la política hacia Cuba en manos de personas de extrema derecha, algunos bordeando el fascismo. Hemos regresado a los peores años de la Guerra Fría.

 

-En el tiempo en que ustedes estuvieron privados de libertad se produjeron en América Latina una gran cantidad de procesos políticos, empezando por el de Venezuela con el comandante Chávez. Luego vinieron Evo, Lula, los Kirchner, en Uruguay, en Paraguay… Sin embargo, cuando por fin les toca salir, estamos en una etapa de reflujo, de restauración  neoliberal. ¿Cómo lo ves?

 

-Exactamente, estuvimos presos entre 1998 y 2014, es decir, que vimos desde la cárcel el surgir de todos estos procesos. Particularmente la Revolución venezolana fue algo que nos dio un ánimo muy especial, nos sirvió de inspiración que Hugo Chávez haya sido el primer jefe de Estado, después de Fidel Castro, en expresar públicamente su apoyo. Ese fue uno de los hechos que más nos alentó estando en prisión. Nuestros familiares nos contaron de sus mensajes y fue realmente intenso. Cuando visitamos Venezuela en 2015, nos pusieron un discurso del comandante Chávez en el que él dice: “Algún día los Cinco estarán caminando por las calles de Caracas”. Precisamente, en esos días lo hicimos y no pudimos menos que emocionarnos muchísimo. Lamentablemente, la historia es cíclica y hemos presenciado un retroceso en varios de nuestros países, un giro hacia la derecha, lo cual no es del todo sorprendente porque es conocido que el imperialismo nunca se cruza de brazos. Nosotros podemos hacer una revolución, iniciar un proceso, hacer un gobierno progresista, pero no podemos dormirnos en los laureles, como decimos los cubanos, porque el imperialismo no descansa. Donde quiera que surja un proceso que intente demostrar que un mundo mejor es posible, que intente demostrar que para los pueblos hay una alternativa más allá del capitalismo salvaje y del neoliberalismo, allí van a enfocar ellos todos sus cañones, todas sus armas, todos sus recursos para revertir ese proceso. Eso es lo que ha venido ocurriendo.

 

-¿Crees que ese reflujo va a durar por largo tiempo o que los pueblos van a retornar pronto al camino que habían asumido estos primeros años del siglo XXI?

 

-Soy optimista. Sobre todo después de haber participado en este evento (la reunión del Congreso Latinoamericano y Caribeño de Estudiantes Universitarios y Diversificados), de haber compartido con tantos jóvenes que llegaron hasta Caracas a base de sacrificios, de haberlos escuchado, de haber visto su entusiasmo, su disposición, su resolución de dar lo mejor de sí por cambiar los destinos de sus países, pues soy optimista y estoy convencido de que se retomará el curso de los acontecimientos y que pronto estaremos todos luchando por esa sociedad con la que soñamos.

 

-EEUU siempre tiene como una bandera la denuncia de la existencia de presos políticos tanto en Cuba como en Venezuela y otros países que ellos consideran adversarios. Ustedes, que estuvieron privados de libertad allá, que tuvieron contacto con otros detenidos, ¿qué dicen sobre la situación de los presos políticos en EEUU?

 

-Nosotros tenemos una experiencia muy particular, que es haber  vivido en prisiones norteamericanas por 16 años. Modestia aparte, nadie nos puede hacer un cuento. No tuvimos la más mínima consideración. Hay personas que piensan que nosotros, por ser presos políticos, estuvimos en un lugar aparte. Nada de eso. Compartimos incluso las celdas con narcotraficantes, asesinos, adictos a las drogas. Puedo asegurar que además de casos muy conocidos de presos políticos como el de Mumia Abu-Jamal o el de Leonard Peltier, conocimos muchos otros que llevan muchísimos años cumpliendo prisión por “delitos” políticos. El sistema judicial norteamericano se ha ensañado con ellos precisamente por eso. Además de ellos, conocimos muchísimos casos de injusticia en las cárceles de EEUU. Puedo mencionar el de un colombiano que lleva más de quince años preso, pagando el delito de una persona que no es él. Estudié su caso y sé que él no es la persona a la que se acusa, pero el sistema lo ha envuelto de tal manera que allá sigue preso. Otro caso es el de un compañero de cuarto de Ciudad Juárez, acusado de un delito que él no cometió. También estudié su caso, sé que hubo muchas irregularidades en el juicio y, además, las personas que cometieron ese asesinato están presas en México, pero eso no ha servido para que a él lo suelten. Está condenado a cadena perpetua sin haber contado con una representación legal de calidad. Allí está ese muchacho, pudriéndose en prisión. Ese es el llamado “sistema de justicia”  de EEUU: si usted no tiene un buen abogado, olvídese de la justicia.

 

-Ustedes estuvieron en prisiones de máxima seguridad que son especialmente terribles…

 

-Sí, ahí presenciamos todo tipo de incidentes: asesinatos, golpizas de guardias a prisioneros, gente que murió por sobredosis de drogas. Fuimos testigos de esos hechos que ellos se cuidan de que no se conozcan fuera. Hay que tener en cuenta que se trataba de cinco personas que no robaron ni mataron, no cometieron ningún delito que ameritara estar en una prisión de máxima seguridad ni mucho menos en celdas de castigo, en régimen de aislamiento por muchísimos meses, como estuvimos nosotros.

 

-¿Qué estaban haciendo ustedes en EEUU cuando fueron privados de libertad?

 

-Si comprimimos la historia, podemos decir que desde el propio año 1959, cuando triunfa la Revolución, comienzan las agresiones contra Cuba. Parte de esas agresiones consistieron en que la CIA financió, organizó y entrenó bandas armadas, paramilitares, para infiltrarlos en Cuba o para operar desde otros países contra Cuba. Todo el mundo conoce la invasión que en algunos lugares se le llama de Bahía de Cochinos y nosotros la llamamos de playa Girón. Fue un intento por derrocar al gobierno revolucionario usando mercenarios cubanos. Pero esa no fue la única tentativa. En nuestros principales macizos montañosos hubo bandas armadas. En un momento determinado, sobre todo después de 1975, cuando se conoció el trabajo de la Comisión Church, que descubre muchos de los planes secretos de los organismos de inteligencia de EEUU, Washington trata de demostrar que ya no están involucrados en ese tipo de acciones, pero continúan operando desde territorio norteamericano bandas armadas como Alpha 66, como los Comandos F-4 y otros que salían en lanchas desde Florida y tiroteaban las costas cubanas. En total son más de 2 mil las víctimas de actos terroristas contra Cuba. Para citar algunos ejemplos, el avión de Cubana de Aviación que explota en los aires, en el que mueren 73 personas. Es un caso que ustedes conocen bien porque tuvo relación con Venezuela. Más recientemente en la historia, 1997 fueron colocadas seis bombas en hoteles cubanos, atentados que costaron la vida al joven turista ítalo-canadiense  Favio Diccelmo. Cuba, que había estado denunciando esto desde hace mucho tiempo, se vio en la necesidad de enviar a un grupo de personas a la Florida a infiltrar estas organizaciones, recopilar información y enviarla a Cuba para prevenir esos actos terroristas. Cualquier norteamericano que haga eso, por ejemplo ir al Medio Oriente a infiltrar a Al Qaeda o a cualquier organización que ellos consideren terrorista, es considerado un héroe. Nosotros fuimos descubiertos, arrestados y tirados en prisión por más de 16 años. El único objetivo nuestro era prevenir actos terroristas contra Cuba, dada la impunidad con que esos grupos, hasta hoy, siguen actuando en EEUU. Orlando Bosch, por ejemplo, uno de los autores intelectuales del crimen del avión de Barbados, murió de muerte natural en la Florida, sin haber sido sometido a la justicia. Lo mismo pasó con Luis Posada Carriles.

 

 -¿Cómo encontraron a Cuba cuando llegaron luego de esos 16 años?

 

-Es una pregunta que nos hacen con frecuencia. Nos preguntan si encontramos una Cuba muy cambiada, y yo digo que sí, que lo raro hubiese sido encontrarla igual, después de 20 años. Eso hubiese sido preocupante. Encontramos un país diferente en cierto sentido, con un sistema económico un tanto diferente al que habíamos dejado, en mi opinión para bien. Una Cuba un poco más adaptada a los nuevos tiempos, pero sobre todo una Cuba con mucha más conciencia de sus problemas, tanto de los que dependen de factores externos, como el bloqueo, como de nuestros propios problemas, que en todos los países los hay. Es una Cuba en la que se discute mucho más abiertamente los problemas y, sobre todo, una Cuba con la voluntad y la firme decisión de resolverlos para avanzar a toda costa en la construcción de la sociedad con la que nosotros soñamos.

 

-No se puede hablar con un cubano como tú sin hablar de Fidel. Él fue clave en  la liberación de ustedes, pero cuando ustedes quedan en libertad, ya Fidel estaba retirado de la vida pública. No obstante, tienen un contacto con él. ¿Cómo fue?

 

-Primero debo mencionar que en el año 2001, Fidel habla por primera vez de nosotros en un discurso público. Desde nuestro arresto y durante el tiempo que duró el juicio, Cuba se mantuvo en silencio para no perjudicar el proceso legal. Pero una vez que nos encuentran culpables, Fidel da un memorable discurso en El Cotorro, un municipio de La Habana, en el que dice a nuestro pueblo que “esos hombres tienen el valor de escuchar lo que yo les digo. No va a ser una batalla de meses,  va a ser una batalla de años, pero solo les digo una cosa: ¡volverán!”. Muchas personas se alarmaron y comentaron que cómo es posible que él diga que volverán si los acaban de encontrar culpables y la justicia norteamericana se va a tirar encima de ellos con todo su peso, como de hecho ocurrió. Pero Fidel, con esa visión que siempre tuvo, con esa luz larga, aseguró a Cuba y al mundo que volveríamos algún día, y no descansó nuestro gobierno, no descansó nuestra Revolución hasta que nos trajo de regreso a la patria, y para mí es una satisfacción enorme que haya sido en vida de Fidel. Guardaré siempre en lo más profundo de mi corazón el recuerdo de la cara de Fidel, de júbilo, de satisfacción, cuando nos encontramos con él y pudimos celebrar esa victoria que fue su victoria. Nos pasamos casi cinco horas en su casa conversando de todos los temas. Le contamos muchas anécdotas de prisión y fue un día realmente memorable en el que compartimos no solo con el Fidel estadista, con esa gran figura de la historia, sino también con el ser humano, con el padre, con el abuelo. Verlo interactuando con su familia fue para nosotros algo inolvidable. Por sobre todo fue maravilloso poder celebrar con él, en vida, esa gran victoria por la que él, Raúl y todo nuestro pueblo lucharon.

 

-Venezuela está pasando en estos momentos por una situación de bloqueo que ustedes, los cubanos, conocen muy bien. ¿Qué mensaje puedes darle al pueblo venezolano en medio de tantos sufrimientos?

 

-Primero, me gustaría aprovechar la oportunidad para agradecerle a todo el pueblo de Venezuela y a los compañeros y compañeras en todos los países del mundo que nos apoyaron, que hicieron posible que hoy yo sea un hombre libre, junto a mis cuatro hermanos. En cuanto al mensaje para el país, les diría que el mundo tiene puestos los ojos en Venezuela. Sobre todo los revolucionarios del mundo, las personas que soñamos con una sociedad mejor, que creemos que un mundo mejor es posible, tenemos los ojos puestos en Venezuela. Creo que en Venezuela se deciden muchas cosas, se decide en buena medida, el destino de la humanidad. Cualquier persona puede pensar que estoy exagerando, pero lo digo con toda franqueza. El pueblo venezolano sabe que no la tendrá fácil. Basta con ver lo que ha sido el bloqueo criminal contra Cuba, que ahora se pretende reforzar con la Ley Helms-Burton, a la que nosotros llamamos Ley Garrote. Pero estamos convencidos de que Venezuela no se pondrá de rodillas ante el imperio, de la misma manera como no lo ha hecho el pueblo cubano. El pueblo venezolano sabrá levantarse, salir adelante, resistir las presiones del imperio.

 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)