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Parque Miranda, antiguo Parque del Este, es una de las estaciones del sistema Metro de Caracas por donde circulan más personas. Al caraqueño común le es casi imposible no guardar un recuerdo de las coloridas pelotas que vendían en la entrada del conocido espacio recreacional. Hoy el sitio sigue teniendo este atractivo, no obstante, la venta de juguetes pasó a un segundo plano. En cambio, la oferta callejera de aperitivos y chucherías es el negocio más popular.

 

La estación consta de tres salidas: dos que dan hacia el parque, en la avenida Rómulo Gallegos y otra con dirección a la avenida Los Palos Grandes. Las dos primeras son las más transitadas por quienes desean pasar un rato agradable en el atractivo lugar de esparcimiento caraqueño.

 

Por las mañanas, es un verdadero suplicio transitar por allí, debido a la gran cantidad de personas que se dirigen hacia sus lugares de trabajo o estudio.

 

Desde que se pisan las escaleras mecánicas para cruzar por una de estas salidas, se puede visualizar la caótica escena: un cartel ofrece a los asistentes la oferta de dos pastelitos y un jugo por Bs mil 800. Otro invita a los transeúntes a comprar un tequeño y un té con limón por mil bolívares.

 

Varios quioscos de venta de chucherías se ven en la acera. Una mujer que expende agua mineral decidió colocar dos paraguas para guarecerse del sol. Vende galletas, caramelos, tostones y pastelitos.

 

En la misma situación están otros tres colegas suyos que decidieron que el espacio que le correspondía para expender sus productos no era suficiente, y dispusieron tomarse para sí otro tramo de la acera.

 

En los quioscos se pueden encontrar varios puestos de alquiler de teléfonos, no menos de Bs 50 cobran por cada minuto.

 

Aunque expender cigarrillos al detal está prohibido, en algunos de estos puestos de venta están dispuestas las cajetillas para la venta de estos productos de tabaco a Bs. 200 cada uno. También se ofrecen yesqueros para alguno que otro fumador que lo requiera.

 

Al parecer, el acuerdo de respetar los espacios públicos solo quedó en el papel y la necesidad de generar ganancias por parte de los trabajadores ambulantes pasó a ser una prioridad.

 

DESORDEN Y CAOS

 

Desde muy temprano se puede ver a las personas haciendo la cola para comprar comida y otros productos de la cesta básica en la avenida Rómulo Gallegos.

 

Hay quienes en ocasiones pernoctan en el lugar. «Ya casi no lo hago, pues está prohibido, a uno lo puede agarrar la policía. Una vez a unas amigas mías se las llevaron presas por día y medio solo por amanecer para comprar, los policías decían que eran bachaqueras», contó una mujer de unos 38 años, quien hacía la cola en el supermercado Excelsior Gama ubicado en la avenida Rómulo Gallegos, justo al frente de la estación.

 

Quienes amanecen lo hacen a propio riesgo, pues se han escuchado casos de robos y otros hechos violentos en el lugar.

 

Nada se hacen esperar los llamados ‘bachaqueros’, quienes van en busca de productos regulados para generar grandes ganancias con una poca inversión. «Véndeme esa pasta dental» dice un hombre a una mujer que sale presurosa con una bolsa contentiva de este producto y un kilo de detergente. La mujer le dice: «no, chico, si me tardé bastante para comprarla», «pero tienes dos», increpó el joven con actitud amenazante. La mujer lo mira, niega con la cabeza y se va volando, buscando con la mirada a algún transeúnte que pudiera respaldarla de ser necesario.

 

Justo al lado, la larga fila de quienes esperan el Metrobús se confunde con la cola de un grupo de personas con bolsos y maletas que esperan las unidades con destino hacia Río Chico. El calor arrecia y el hambre del mediodía comienza a aparecer en los estómagos.

 

La histeria colectiva se vislumbra: «Sacaron aceite en el Excelsior», grita una mujer que deja cuidando su puesto de empanadas con otro trabajador informal y corre hasta el supermercado para adquirir el rubro.

 

El vendedor de perros calientes de la esquina por un momento es tentado por la oferta, pero no quiere dejar solo a su compañero de labores, pues, aunque el negocio está flojo, se acerca el mediodía.

 

Dos mujeres que salían de la estación corrieron para aprovechar la luz verde del semáforo. Por suerte (o por desgracia, más bien), parte de la baranda de seguridad que protegía a los transeúntes de la calle fue desplazada por un vehículo que colisionó y aún no ha sido repuesta, por lo cual las doñas lograron burlar el rayado y pasaron la carretera con rapidez.

 

DESECHOS Y ANARQUÍA

 

Un fajo de moscas rondan y buscan alimento a escasos metros del puesto de perros calientes y de las populares bombas de crema pastelera que un vendedor ofrece a Bs 100 sobre una papelera con un logo de la Alcaldía del Municipio Sucre.

 

El depósito muestra la imagen de la deficiencia la compañía de aseo del ente municipal. Una gran bolsa de basura rota con unas cuantas botellas de agua y papeles en el suelo marcan el panorama.

 

Un grupo de personas, al parecer en situación de calle, se acomodan en varios de los bancos dispuestos para sentarse, para dormir un poco.

 

Varias motocicletas se encuentran estacionadas en parte de la acera. Justo al frente de allí, un hombre ofrecía sus zapatos viejos. «Dame 10 mil y te los llevas», comentó mientras los acomodaba en el piso. El sitio ya no se torna bonito, una mujer se percata de esto y entra rápido a la estación.

 

(CiudadCCS)