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El liderazgo es uno de los problemas fundamentales de la oposición. La reciente reestructuración de la Mesa de la Unidad Democrática así lo ha puesto de nuevo en evidencia.

 

Mi segunda politóloga favorita, Eva Ritz Marcano, dice que el haber puesto a dos de sus colegas en los cargos directivos es una prueba tajante del rollo que tienen con los puestos de mando. “Un politólogo sabe mucho de política, pero casi nunca eso significa que sea un dirigente político, que tenga capacidad de liderazgo”, afirma Eva, quien ha dedicado muchas horas de su vida a reflexionar acerca de su propio oficio.

 

En un resumen muy sonoro (tanto, que decidí robármelo para titular este artículo), la experta expresó que “a falta, o quizá por exceso de políticos, la MUD ha echado mano de los politólogos”.

 

La alianza del antichavismo, nutrida ahora con el antimadurismo, tiene unos cuantos cuadros con nivel de liderazgo nacional: Leopoldo López, Henrique Capriles, Julio Borges, Henry Ramos Allup, Manuel Rosales, María Corina Machado y Antonio Ledezma. El problema es que ninguno de ellos (por diferentes razones) tiene la capacidad para imponerse sobre los demás y ninguno parece estar tampoco dispuesto a ceder su porción para incrementar la de otro. Cuando tienen que dirimir quién ha de sentarse en el puesto del piloto, todos se bloquean y se sabotean mutuamente. Tanto se excluyen unos a otros que en este último proceso de reestructuración terminaron en el extremo contrario: tal parece que el requisito para optar a uno de estos cargos de la nueva MUD, era no tener liderazgo alguno.

 

Como serán estos señores de no-líderes que hasta el ex secretario ejecutivo, Jesús “el Chúo” Torrealba, al lado de ellos, luce como un dirigente “cartelúo”. Ni hablar del anterior jefe, Ramón Guillermo Aveledo, quien, visto a la distancia temporal, casi parece un prohombre.

 

“Los dirigentes de los partidos de la MUD tienen buenas razones para colocar allí politólogos y técnicos, gente desconocida, dicho sea sin intención de descalificarlos –dice Eva Ritz Marcano-: en primer lugar, deben preservar su cuota de poder partidista o corporativo, pero no pueden hacerlo con figuras importantes porque los otros no aceptarían y el juego estaría siempre trancado; y, en segundo lugar, no pueden poner allí a nadie que pueda colarse por los palos, aprovechar el vacío y convertirse en el nuevo líder”.

 

La politóloga compara la actitud de los líderes propiamente políticos de la MUD con la de esos jefes mediocres que cuando se van de vacaciones dejan como suplente al más anodino de sus subalternos, pues temen que si designan a uno que sea brillante, el muy canalla les pueda serruchar el puesto.

 

“Muchas veces se ha utilizado esa imagen de los borrachos peleándose por una botella vacía. La oposición estuvo así muchos años. Ahora no puede decirse que esa sea su situación. Sería más exacto afirmar que tienen un botella llena (la compraron el 6 de diciembre de 2015), pero ninguno deja que el otro la abra, no vaya a ser que se la tome solo”, ilustra Eva.

 

(Clodovaldo Hernández / [email protected])