MAMA_640X480.jpg

Marlene Rodríguez lleva a cuestas 24 años de dolor y silencios. No se imagina qué pudo pasar en la casa donde creció su hijo, Santiago Allio, para que el joven decidiera ordenar el homicidio de su padre, Bruno Allio, perpetrado la semana pasada en el sector Don Bosco.

 

Marlene es la madre biológica  de Santiago. “El padre es Bruno”, asegura. 

 

Ella trabajaba en la casa de los Allio Torres, una familia que quedó marcada por la violencia, pero que no era la primera vez que la vivía. “Bruno me amenazó con una pistola en el estacionamiento de una clínica”, rememoró. 

 

“Un compañero de trabajo, que conoce la historia, me dijo: ‘Marlene, mataron a Bruno’. Yo me sorprendí. Es cuando él me dice: ‘Ve, tomalo con calma, pero quien lo mandó a matar fue tu hijo, Santiago”, explica. Solloza. “Se me vino el mundo encima”. 

 

 “Tengo 24 años que no lo veo. Cuando iba a cumplir tres años, me echaron de la casa. Yo pedí ayuda. Fui a la prensa, hablé. Nunca hubo ‘vientre en alquiler’. Santiago es mi hijo”, narra Marlene, cocinera en un restaurante. 

 

Con ese oficio llegó a la casa de los Allio “que quedaba en la urbanización La Guaireña, en Las Delicias”, recuerda con precisión. “Ellos me trataban muy bien, hasta que comenzó todo el proceso para quitarme a Santiago. Una vez Bruno  me intentó atropellar por la plaza de Toros”. 

 

Jura no haber recibido ni dinero, ni pensión, ni bienes materiales. Vive en una casa humilde en un barrio del noroeste. La noticia de ver a su hijo implicado en un homicidio no la limita. “Yo voy a ir a visitarlo, a explicarle todo. Él cuenta conmigo y, si me acepta, yo no lo voy a abandonar”, asegura.

 

La apoya su hija menor, Keila, quien espera una bebita. Hasta ahora es su única compañía. Su hijo mayor, Manuel, murió en un asalto hace 11 años, en vísperas del día de la Chinita.

 

“Se parecen mucho. Yo voy a ir a donde lo tienen recluido para visitarlo. Si tú no tienes hijos, no sabes cuánto valen. Pasé años visitando los comercios que frecuentaban los Allio Torres: heladerías, panaderías… Para ver si lo veía… Y nunca lo encontré. Ahora lo veo, esposado, hecho un hombre, pero con esta marca encima”, sentencia Marlene, sollozando.

 

“No sé con qué valores criaron a mi hijo… Bruno era muy cariñoso con él cuando era un niño: comían juntos, lo bañaba, jugaban. Qué pasó después, no lo sé”, señala con dolor. 
 

(Panorama)