Impresiona la forma cómo fueron desviados en provecho particular los recursos que circularon en los días del intento de ingresar la ayuda humanitaria a Venezuela desde la vecina Colombia. Pero el asunto se torna aún más impactante si se considera que esta operación, perpetrada por el entorno de Juan Guaidó, no es –ni de lejos- el caso de corrupción más grave que se ha desarrollado en apenas cinco meses del denominado “gobierno encargado”.

Si se le compara con las apropiaciones indebidas que se han ejecutado en concierto con los gobiernos de Estados Unidos, Colombia y varias naciones europeas, el asunto denunciado hasta ahora es apenas una bagatela.

No es que el dinero perdido en ese caso sea poco. Son varios centenares de miles de dólares. Pero la dimensión del robo de Citgo, bonos de Pdvsa 2020, Monómeros de Colombia y control de cuentas bancarias intervenidas tiene unos cuantos ceros más la derecha: son “negocios” de miles de millones de dólares.

Una diferencia adicional –y crucial- es que difícilmente esos casos mayores serán investigados ni mucho menos sancionados, pues se trata de asaltos legitimados por los factores de poder que encabeza Estados Unidos.

Poniendo ambos asuntos en perspectiva, cabe preguntarse: ¿Es extraño que los subalternos hayan aprovechado su oportunidad si ese es el tono que han marcado los jefes políticos?
Un grupo de dirigentes nombrados por un funcionario autonombrado han desfalcado al Estado venezolano aun sin haber llegado formalmente al gobierno. Esa conducta marca la pauta para todos los que están más abajo. Una autorización expresa para la rebatiña.

¿Desecharon a Guaidó?

La denuncia pública del caso de la ayuda humanitaria sorprendió notablemente, pues rompió con la línea de cohonestar las acciones de Guaidó, que había predominado en la maquinaria mediática global.
Varios comentaristas coincidieron en observar que si el secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, se había lanzado contra el autoproclamado (vía Twitter, como es su hábito) es porque Estados Unidos ha decidido desechar a este personaje luego de cinco meses tratando de inflarlo.

Ciertamente luce como una señal inequívoca, dada la obsecuencia de Almagro respecto a Washington. Pero si ese síntoma no fuese suficiente, bastaría con agregarle el súbito ataque de objetividad que han sufrido varias de las piezas más obsesivamente antichavistas del aparato comunicacional del capitalismo hegemónico.

Almagro solicitó a “la jurisdicción competente una investigación esclarecedora de los graves cargos formulados, determinar responsabilidades y exigir rendición de cuentas”. Esto habría podido pedirlo hace un poco menos de tres meses, cuando el ministro de Comunicación e Información, Jorge Rodríguez, denunció públicamente la descarada rapiña del entorno de Guaidó respecto a la ayuda humanitaria. En esa oportunidad salieron a relucir las primeras pruebas de la actuación dolosa de algunos de los enviados de Guaidó a la zona fronteriza, entre ellos Rossana Barrera y Kevin Rojas.

Ahora ha quedado claro que no se trataba de inventos del ministro destinados a desprestigiar a los dirigentes opositores. Luego de la difusión de informaciones (en portales rabiosamente antichavistas, es conveniente reiterarlo), se pone de manifiesto que los agentes del autoproclamado presidente encargado parecían estar obsesionados por apropiarse del dinero. Tanto que en Colombia hasta crearon “instancias paralelas al gobierno paralelo” (realismo mágico en tierras del Gabo) para cristalizar sus maniobras.

También parece ahora suficientemente demostrado que hasta el asunto de las deserciones de militares venezolanos fue deliberadamente falseado para sacar más fondos de la ACNUR y de los factores internacionales que estaban detrás de la operación de la ayuda humanitaria.

Los materiales periodísticos publicados revelan la decepción que al parecer sufren las autoridades colombianas por el comportamiento de sus aliados políticos. Incluso, culpan directamente a los jefes de Voluntad Popular (Leopoldo López y el propio Guaidó) porque han estado al tanto de las andanzas de sus delegados y no han tomado medidas para corregir la situación.

La danza de dólares y pesos que comenzó en el publicitado episodio de la frontera tiene como contrapartida el estado de abandono en que quedaron los desertores, quienes estuvieron por apenas unos días hospedados en hoteles y luego fueron echados a la calle por falta de pago.

Pero ni el escándalo en curso ni las vestiduras rasgadas de los líderes colombianos y de Almagro deben hacer perder de vista los casos de corrupción muchísimas veces mayores que se están perpetrando con los fondos nacionales congelados ilícitamente, con la Citgo confiscada de manera arbitraria, con los bonos pagados con una extraña diligencia por la Asamblea Nacional, con el oro y los depósitos retenidos en varios países. ¿Será que la maquinaria mediática también va a denunciar estos casos? ¿Será que Almagro va a pedir que se investiguen?

 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)