Es uno de los programas de los que Cuba está más orgullosa y, en los últimos años, uno de los más controvertidos: las misiones médicas en el extranjero.

 

Las cifras que circulan son impresionantes: en estos momentos, más de 30 mil médicos de la isla están trabajando en 67 países en todo el mundo.

 

Sólo en Venezuela -contando también enfermeros, otro personal sanitario y logístico- son miles.

 

En Brasil, de donde se retiraron en diciembre del año pasado por desacuerdos con el presidente Jair Bolsonaro, eran 8 mil.

 

Y tratándose de Cuba, el tema no es solo humanitario sino político.

 

En Venezuela se ha acusado a las misiones médicas de encubrir presencia de integrantes de inteligencia y militares cubanos. En Brasil, Bolsonaro dijo que realizaban un «trabajo de esclavos».

 

En la última década, el médico cubano Enmanuel Vigil Fonseca, ha trabajando en África (combatiendo el ébola) en Ecuador, Haití y Perú durante desastres humanitarios, como integrante de la Brigada Henry Reeve, una «fuerza de choque humanitaria» que el gobierno cubano envía a lugares en emergencia.

 

También trabajó cuatro años en Venezuela como parte de las misiones médicas en ese país.

 

Fonseca se encuentra de visita en Reino Unida por invitación del Comité de Solidaridad con Cuba -y con el apoyo de la embajada de su país- para hablar de sus experiencias como médico voluntario alrededor del mundo.

 

Con BBC Mundo habló sobre las misiones y sobre las diversas acusaciones que se hacen contra las misiones de médicos cubanos en el mundo.

 

-Usted empezó en Venezuela hace casi una década. ¿Cómo fue esa experiencia?

 

-Si, comencé en mayo de 2010 en el estado de Miranda, colindante con Caracas, en los cerros bien adentro. Zonas rurales muy pobres con poco acceso a la salud.

 

-¿Recuerda cuántos médicos llegaron con usted?

 

-No te puedo decir exactamente, pero en mi vuelo íbamos más de 300.

 

-Y las misiones ya habían empezado, ustedes se unían a ellas

 

-Sí sí, éramos un plan de relevo.

 

-¿Qué encontró en Venezuela?

 

-Primero, gente maravillosa. Con mucho deseo de ser ayudados. Y para eso estábamos nosotros ahí: brindarles acceso a la salud, convivir con ellos. No nos hacía falta mansiones ni mucho menos. ¿Si ellos no las tenían por qué voy a tenerlas yo? Soy un simple médico que provengo de un país pobre como cualquier país pobre del mundo.

 

-¿Qué problemas de salud encontró?

 

-En los niños básicamente eran respiratorios. Mucha malnutrición . Enfermedades crónicas no transmisibles: hipertensión, diabetes, asma. La obesidad también fue un gran problema. Pero cosas que uno, con el trabajo diario y la prevención -que es la bandera nuestra-, lograba bajar los indicadores.

 

-¿Estuvo siempre en esa zona?

 

-No. Después de Villa Tatiana me cambiaron a la Dolorita, después en Palo Verde, donde terminé la misión. Es muy interesante porque cada región tiene sus características, pero al final era lo mismo. Éramos médicos cubanos con deseos de ayudar y la gente nos abría las puertas, tanto los que estaban a favor del gobierno de Chávez como los que estaban en contra. Ahí no había distinción. Nunca tuve ni un sí ni un no con ninguno de ellos.

 

-¿Por qué se fue de Venezuela?

 

-Porque terminé la misión.

 

-¿Hay un tiempo específico?

 

-A veces uno va por dos años, tres. Yo fui por dos y al cabo de los dos años me pidieron que me quedara. Me dijeron que mi trabajo había sido bueno y que tenía aceptación entre la población. «¿Te quieres quedar?», me dijeron. Y dije: por supuesto, para eso estoy.

 

-¿Cuántos médicos cubanos había en Venezuela en esos momentos?

 

-Recuerda que cuando hablamos de Venezuela y decimos cifras grandes son médicos, enfermeros, técnicos, licenciados, administración… Gente que está con nosotros trabajando. Por eso decimos un volumen grande, pero decir una cifra…

 

-Pero eran miles

 

-Sí, sí. Unos cuantos miles.

 

-¿Después de eso ha tenido contacto con Venezuela , con sus antiguos compañeros?

 

-¡Pero claro! Eso es para toda la vida. Una misión hace que te encuentres hermanos de toda Cuba allí.

 

-¿Cómo están ahora las misiones médicas de Cuba en Venezuela?

 

-Se mantienen.

 

-¿Al mismo nivel?

 

-Al mismo o mejor nivel. Nosotros seguimos apoyando a la República Bolivariana de Venezuela. No vamos a claudicar en eso.

 

-¿No las ha afectado la crisis por la que pasa Venezuela? Sobre todo en el aspecto económico, ¿no ha afectado el pago a los médicos o el número de personal que envían?

 

-No, eso no va a afectar. Nosotros no estamos ahí por beneficio económico, estamos básicamente por un beneficio de solidaridad. Nosotros no dejamos a nuestros hermanos atrás.

 

-Ahora hablaremos de la parte económica que de todas maneras es un componente importante de las misiones, pero entonces usted asegura que no han decaído en Venezuela…

 

-No, para nada. La voluntad es mantener nuestra presencia allí. Y eso no va a cambiar. Vamos a estar hasta que el país decida «ya, no hace falta su presencia acá». Incluso estamos formando médicos venezolanos, tanto en Cuba como en Venezuela.

 

-Después de Venezuela viene su experiencia de combatir el ébola en África. ¿Cómo fue?

 

-Recuerdo que había terminado Venezuela hacía apenas tres meses. Estaba en Cuba, con mi familia, en mi centro de trabajo y un día me llaman y me dicen: «mira, hay esta situación en África. Y estamos convocando voluntarios».

 

-¿Lo de Venezuela también fue voluntario?

 

-Si, claro. Todo esto es voluntario, aquí nadie te pone una pistola en la cabeza ni mucho menos. Todo tipo de misión internacionalista en Cuba es voluntariamente. Y si dices que no, pues no pasa nada.

 

-Entonces se presenta de voluntario con lo del ébola…

 

-Éramos unos cuantos cientos en ese momento. Había que escoger a las personas que estuvieran aptas física y mentalmente para esa situación. Tuvimos tremenda preparación en el Instituto de Medicina Tropical Pedro Curí y en otros lugares que colaboraron porque era una enfermedad que nosotros en Cuba no conocíamos. Teníamos colaboradores de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que iban a Cuba a enseñarnos cómo se utilizaban los trajes, las medidas de bioseguridad… Fuimos a Liberia, Sierra Leona, Guinea.

 

Yo fui a Sierra Leona, a una zona rural. Ahí estuvimos seis meses, permanentes. Muchos médicos y enfermeras de otros países se quedaban entre cinco y siete semanas, los cubano íbamos por seis meses. En total éramos 256 en tres brigadas.

 

-Después de eso ha estado en Ecuador, Perú, Haití… A partir de esa experiencia, ¿cuál es digamos su diagnóstico de la salud en América Latina, los grandes problemas?

 

-El acceso a la salud, que se hace complejo cuando vemos que son sistemas de salud privados. Cuando hay que pagar por lo que yo creo que es un derecho. Yo estoy en contra totalmente de una medicina privada. También está la ignorancia a la hora de enfrentar una enfermedad. Creemos que por tener internet ahí vamos a encontrar todo: tratamiento, advertencias, conclusiones.

 

Mucha gente se cree médico, lee en internet, va a una farmacia, compra algo y se lo toma. Ahí es cuando vienen las resistencias y las intoxicaciones. También están la malnutrición y la obesidad.

 

-Pasando a otro tema, siempre se puede hacer una interpretación política de estas misiones médicas cubanas, ¿no? Usted habla de la solidaridad, de lo humanitario, pero eso puede traer una carga política fuerte como ocurrió, por ejemplo, en el Brasil de Bolsonaro… ¿Les trae muchos problemas eso?

 

-A mí personalmente no me ha causado ningún problema. Yo en Brasil no estuve. Ahora que me preguntabas si era voluntario o no, a mí me ofrecieron ir a Brasil y yo dije que prefería ir a Cuba con mi familia. Y no pasó absolutamente nada.

 

Ahora, en esas cuestiones políticas siempre le van a tirar a Cuba. Cuando la brigada Henry Reeve sale, sale con todo: su logística, sus medicamentos, sus casas de campaña, plantas eléctricas… Con todo. Y no decimos: ahora que estamos aquí, necesitamos que nos paguen.

 

-¿Y en el caso de las misiones?

 

-Las misiones grandes son convenios entre gobiernos. Ahí se arreglan términos: tú me das el recurso humano y yo te voy a pagar una cierta cantidad. El colaborador sabe que recibe una parte y la otra parte va al Sistema Nacional de Salud, al gobierno. No a un bolsillo a enriquecer a alguien personalmente. Y es una manera de ser autosustentables.

 

-En Venezuela se escuchan voces que critican mucho la presencia cubana y hablan no sólo de médicos sino de asesores políticos e incluso de espionaje…

 

-Te voy a contar algo: en mi segundo año de mi misión en Venezuela, a mí intentaron comprarme con un maletín de dinero. Llegaron un día a donde estaba y me dijeron: aquí tienes un maletín de dinero. Era mucha plata.

 

Lo que tenía que hacer era entregar mi pasaporte y desertar de la misión para crear desestabilidad. En ese momento te pasan mil cosas por la cabeza, pero la primera es tu dignidad. Dónde queda si aceptas ese dinero.

 

El objetivo de eso es desacreditar la misión a nivel internacional y llevarse los cerebros, como toda la vida el gobierno de los Estados Unidos le ha hecho a Cuba, con programas como el «parole» famoso aquel, que en algún momento lo quitaron y ahora quieren volver a activar.

 

Eso es exponer el personal cubano que está en el exterior a una travesía que sabrá dios en qué y cuándo termina. Yo no puedo aceptar ese dinero. ¿Que uno tiene necesidades? Claro que las tiene. ¿Que la plata hace falta? Claro, pero no lo es todo en la vida. Primero está la dignidad.

 

-¿Y los colegas que sí desertaron?

 

-Mano, ese es caso de cada cual. Cada cual es dueño de su vida. Si decidiste irte, que tengas suerte, adelante. Conozco muchos que están locos por regresar (a Cuba) y no pueden regresar todavía. Conozco otros que están allá (en Estados Unidos, España, Chile) y tienen éxito.

 

-¿Ocurrió con alguien cercano con quien haya tenido una discusión al respecto, que tuviera dudas?

 

-No nunca. Cuando yo hablo con esos colegas (que han desertado), porque son médicos como yo, hablamos en términos profesionales. Y no tocamos el término de la política. «Oye cómo está tu familia, cuídate mucho, un abrazo». Porque siguen siendo tan cubanos como yo.

 

-¿Y nunca alguien le dijo: «oye no quiero volver, quiero buscar una vida mejor, quedarme aquí»?

 

-En lo personal, nunca lo tuve.

 

-¿Afectó mucho al programa el retiro de Brasil? Eran 8 mil

 

-Claro que afecta. Pero es una muestra más de que no claudicamos a nuestra dignidad. Eso que intentó hacer Jair Bolsonaro fue una injerencia a nuestra misión allá. Eso de estar criticando nuestros contratos… Llegó a decir que éramos esclavos…

 

-Lo definió como «trabajo de esclavos » , sí 

 

-Brother , nosotros los médicos somos esclavos única y exclusivamente de nuestros pacientes.

 

-Sobre las misiones hay algunas denuncias que son serias y han tenido resonancia. Una es que les retienen los pasaportes a los médicos después de que salen de Cuba

 

-Cuando yo salí recuerdo que los primeros tres meses me retuvo el pasaporte el jefe de a brigada para tenerlo bajo seguridad. Después se fotocopiaba y me lo entregaban. Yo tuve mi pasaporte durante mi misión. En Venezuela, Sierra Leona, Perú… En todas partes.

 

Yo personalmente lo que hacía era, para no andar con mi pasaporte pa’ arriba y pa’ abajo, porque se podía perder o te podían asaltar, era que sacaba una fotocopia, la plastificaba y andaba con ella. Y mi pasaporte se lo entregaba al jefe.

 

-¿Pero era voluntario o se lo exigían?

 

-Tú lo entregas porque el jefe tiene seguridad para esas cosas, como el dinero o los pasaportes que son documentos oficiales y si se pierde uno se crea un problema. Pero no lo retenían.

 

-Otra de las críticas es que los médicos sólo reciben entre el 10% y el 25% de lo que les pagan y el gobierno se queda con el resto

 

-De porcentajes no te puedo hablar porque no conozco el porcentaje que se queda el gobierno, pero cada cual cuando va a salir lee un contrato. Lee lo que va a firmar.

 

-¿Siempre hay un contrato antes de salir?

 

-Sí, sí. Dice que a ti se te va a pagar X cantidad de dinero y una parte va a regresar y a ser redistribuida en la sociedad. Es para tranquilidad mía. Yo estoy ahí pero atrás queda mi familia, entonces es una inyección a la economía de Cuba.

 

-Porque ahí fue donde Bolsonaro habló del » trabajo esclavo » , con el tema del pago…

 

-Si, ahí fue donde empezó. Pero el programa médico lo empezó Dilma Rousseff, ya estaba asentado, todo el mundo sabía lo que iba a cobrar y que iba a ingresar al país cierta cantidad de dinero.

 

-Otra crítica es que nos los dejan juntarse con la gente del país, que los mantienen aislados y al cuidado de una especie de comisario político.

 

-¡Eso es totalmente falso! Yo llego a un lugar y camino, busco, hago amistades. ¿Quién me va a retener? ¿Quién me va a decir a mi con quién puedo hablar y con quién no? ¡No hombre, qué va! Es ilógico pensar así.

 

Ahora, una cosa muy distinta es que estés en una zona roja, como estaba yo en Miranda (Venezuela), donde no tengo por qué estar a las 12 de la noche en la calle. Aunque personalmente estuve hasta después de esa hora en la calle, pero a mí me quería la gente. A mí me querían hasta los malandros, que me cuidaban.

 

Mira, Venezuela está en mi corazón porque allá conocí a la gente más linda. Es increíble la gente de Venezuela. Te cuidan desde que te levantas con el café del desayuno hasta que te vas a la cama.

 

-Algo que también se menciona mucho sobre Venezuela, además de los médicos, es de la presencia de personal de inteligencia y militares cubanos. ¿Supo de algo de eso?

 

-Conozco por las recientes declaraciones del gobierno de Estados Unidos. Creo que fue John Bolton (consejero de seguridad de Donald Trump) que dijo que en vez de la misión de médicos lo que había era más de 20 mil soldados.

Disculpa que me ría pero esa es la cosa más absurda del mundo. Yo conviví cuatro años y conocí muchos lugares de Venezuela. Y en ningún lugar supe que un médico nuestro fuera un militar. Es una misión completamente de salud. La de nosotros, te dije que hay misión de cultura, de deportes, de educación…

 

En Brasil, en las cifras que conozco es que de ocho mil médicos, 2 mil 500 se quedaron. Eso es un número muy alto. Es muy alta cuando la miras desde el punto de vista de número.

 

Pero hoy Cuba tiene más de 95 mil médicos, en 60 años de Revolución. En el 59 existían un poquito más de seis mil…

 

No hablo en términos de que le hagan falta esos médicos a Cuba, sino que haya 2 mil 500 personas que decidan no volver al país. Yo no estoy en la carne de esa gente. Cada cual es un mundo diferente.

 

Una cosa sí te puedo decir, porque nuestro gobierno lo dijo públicamente: los que quieran regresar pueden hacerlo, porque se sabe de los engaños del gobierno de Bolsonaro para que se quedaran. Pero muchos han expresado miedo a regresar.

 

-¿Pero miedo a qué?

-A que los aíslen socialmente, a que no poder conseguir trabajo… No, tienes tu mismo puesto de trabajo, tu salario. Es falso todo ese misticismo de persecución del que se habla por la redes, que «me quedé y a mi mamá le negaron una receta». Eso es falso.

Te estoy hablando a pecho abierto, como un médico más que trabaja ahí. La verdad está allá afuera. Yo te puedo decir esto ahora y mañana puede venir otro y decirte lo contrario. Pero la verdad está afuera. 

El que quiera saber un poquito más, que vaya a Cuba, que nos conozca, que camine los barrios, que vaya a los policlínicos, a las escuelas. ¿Que tenemos problemas? Sí, pero son nuestros problemas y los queremos resolver nosotros, sin injerencia de nadie.

 

Solamente con la ayuda de la gente y los gobiernos que de verdad quieran ayudarnos.

 

(BBC)