cuadro-crisii.jpg

Es médica jubilada hace ya varios años, pero se encuentra más activa que nunca en el campo de la Revolución. Se llama Esmirna Guarapo y ha encontrado en la comunicación popular una nueva vocación, luego de desarrollar una dilatada carrera como internista, nefróloga e intensivista.

 

Con esta doble experiencia tiene mucha autoridad para hablar de la situación del sector salud y del funcionamiento de la organización comunitaria.

 

Guarapo (El Caris, Anzoátegui, 1946) se desempeña como activista revolucionaria en la parroquia San Pedro de Caracas, uno de los enclaves tradicionales de la oposición en la ciudad capital. Eso no la amilana y, por el contrario, la carga de un buen humor que le ha permitido últimamente escribir una suerte de diccionario de la actualidad política al que ha titulado “La palabra de hoy”, que circula por correo y redes electrónicas.

 

Otra de sus actividades comunicacionales son dos programas en la emisora comunitaria El Canto de la Guacamaya, que se sintoniza en Caracas en el dial 90.1 FM. Igualmente participa en los equipos que hacen posibles los medios impresos locales El Canto Está en la Calle y Gracias y Desgracias de San Pedro.

 

A continuación, una versión de la conversación que sostuvo con el periodista Clodovaldo Hernández, para LaIguana.TV:

 

-¿Cómo se inició su columna “La palabra de hoy”?

 

-Con una reflexión que hice sobre el mes de abril. Estaba Amílcar cantando Febreros y más abriles y quise escribir algo sobre abril de 1810, abril de 2002 y abril de 2016. En los tres momentos han estado los mismos elementos: el imperio, la iglesia y el pueblo. A partir de allí nació “La palabra de hoy”.

 

-¿Pero siempre habrá tenido vocación por las letras, porque se aprecia calidad en la escritura?

 

-Gracias. Lo que pasa es que cuando yo era niña no había televisión, cosa milagrosa y muy buena. En cambio, en mi casa había muchos libros, a pesar de que mis padres no habían tenido educación formal. Eran grandes lectores autodidactas. Mi papá me ponía a leer los periódicos, La Esfera, El Morrocoy Azul y eso me fue formando en la lectura y en la política, porque él era un hombre vinculado al sindicalismo. También tuve a Graciela, una gran maestra que me estimuló a seguir leyendo.

 

-¿Cómo hace un revolucionario para sobrevivir en un escenario como la parroquia San Pedro, que ha sido siempre antichavista?

 

-Es menos fiero el león de lo que lo pintan. Esta es una parroquia que vota por la oposición porque no ha habido trabajo político verdadero. Es una población conformada en sus inicios por trabajadores de la petrolera Creole (cuyo edificio es ahora la sede de la Universidad Bolivariana de Venezuela), gente vinculada a los militares, por lo cerca que está de Fuerte Tiuna,  y familias vinculadas a la Universidad Central de Venezuela. Se conformó una clase media sifrinoide, pagada de sí misma, con cierto concepto supremacista, algo así como que “nosotros somos mejores”.  Otro aspecto importante es que mucha gente vive en esta zona hace 40, 50 y hasta 60 años, han sido vecinos de toda la vida, se conocen. Hasta hace unos años, la mayoría de los comerciantes vivían en la parroquia. Por eso nos confrontamos políticamente, pero nos toleramos. No hay esa agresividad, ese enfrentamiento real dentro de la parroquia. Otro detalle: la edad promedio está por encima de los 50 años, prácticamente no hay jóvenes ni niños.

 

-¿Programas como los CLAP han integrado más a los vecinos?

 

-En realidad, sí. Hay como 14 CLAP en toda la parroquia, pero  no hemos tenido mucha suerte porque apenas nos han atendido tres veces en un año.

 

-En una de sus palabras del día hizo usted referencia a las confrontaciones internas del chavismo en torno a los CLAP. ¿Podría explicar a qué se refería concretamente?

 

-Estamos en una situación de la confrontación por el poder. Resulta que el 19 de enero detuvieron al jefe del Estado Mayor del CLAP, que también era el administrador de la UBV, Henry Alvarado, quien fue imputado por estafa. Se le acusa de estar relacionado con una empresa cuestionada y de tratar de estafar a la comunidad con el desvío y  la venta con sobreprecio de un lote de harina. Es una historia truculenta y escabrosa, que ha seguido con situaciones irregulares acá en San Pedro. Yo las he denunciado porque quiero que se corrijan, no pretendo hacer de esto una cruzada en la que todo el mundo debe ir a la cárcel, sino que cada quien debe hacer acto de contrición, corregir sus errores y fallas, en beneficio de la comunidad. Es urgente arreglar esos problemas en el nivel de la alta dirigencia porque acá la comunidad está cada vez mejor integrada: hay  23 líderes de calle y unos 60 voceros de edificio, un verdadero mini ejército.

 

-Entonces, ¿los CLAP han ayudado o no?

 

-Sí. En líneas generales, el tejido social se ha ido recuperando. Hemos descubierto, en estos censos que se hacen, que la gente no es que sea opositora, sino que vota por la oposición por aquello de que “el gobierno tiene la culpa”. Hay que hacer un trabajo no de convencimiento, sino de convicción. En eso sí hay que desarrollar una cruzada contra la biometría mal utilizada. Hay que tener conciencia de que están en marcha campañas para manipular a las personas, para influir en su manera de pensar y de actuar. Por ejemplo, en esta zona hay mucha gente de clase media que se cree clase alta, aunque en realidad son pobres con casa. Y digo pobres en serio, gente que tiene unos caserones y viven de la pensión del Seguro Social porque sus hijos se fueron, los abandonaron. Es gente que, literalmente, vive en la miseria, pero en una gran casa.

 

-¿Cómo es eso de que se está regenerado el tejido social?

 

-En El arte de la guerra, aquel milenario escritor Sun Tzu decía que los ejércitos caminan sobre su estómago. Y Henry Kissinger decía que a los pueblos se les domina por el hambre. La lucha por los alimentos es algo que destruye realmente porque la supervivencia es un instinto primario. La guerra biométrica que han instalado está destruyendo la psiquis del venezolano y su forma de comportarse socialmente. El venezolano es dicharachero, abre-puertas, pasa-pa’cá, siéntate que estamos comiendo y agarra este pedacito, y si quieres dormir, acuéstate en este sofá… Eso han tratado de destruirlo porque esa solidaridad del venezolano, esa conducta es la gran amenaza para quien quiere generar una guerra civil, porque para llevar a un pueblo hasta esos niveles de confrontación tiene que odiar. ¿Si no odia, cómo lo llevas a matar al prójimo?.

 

-Bueno, nos han llevado hasta el borde…

 

-Sí, pero no lo han conseguido, porque aunque mucha gente lo niegue, la conciencia política sembrada por el comandante Hugo Chávez, el gran comunicador de todos los siglos en Venezuela, plantó una semilla que florece. Es una semilla del conocimiento, del amor, de la solidaridad, de la cultura, y va a florecer tarde o temprano.

 

La maniobra contra la yuca

 

Uno de los vocablos definidos por Esmirna Guarapo en su Palabra del día fue toxicología. Allí hizo referencia al caso de las personas supuestamente envenenadas por comer yuca amarga. Le pedimos que amplíe el análisis del tema. “La yuca es el alimento por excelencia de los habitantes originarios de Venezuela. El casabe se hace con yuca amarga, la cual se ralla, se exprime en un sebucán y se le extrae el yaque. Ese es un líquido cianógeno, pues tiene componentes que pueden derivar hacia el cianuro. Por eso es que ese líquido es un veneno. Lo que queda en el sebucán es lo que se usa para hacer el casabe. Ahora, esa yuca se llama amarga precisamente porque es amarga, cuando la pruebas no te la comes porque es amarga, de manera que no es factible que una persona se envenene voluntariamente comiendo yuca amarga, y menos aún, un niño, que por naturaleza rechaza lo amargo. De manera que ese cuento de que la gente se está envenenando por comer yuca es la manera que encontraron de contrarrestar un hecho claro, y es que la población, al no tener posibilidad de acceder a la harina precocida, buscó alternativas con la auyama, el ocumo, el calabacín, el ñame y, fundamentalmente, en un alimento que todos consumimos, que es delicioso, que no falta en ninguna parrilla ni en ningún sancocho: la yuca. Entonces, cuando vieron que esconder la harina no había producido el efecto deseado por ellos, había que introducir un elemento que borrara las alternativas en la mente de la población, principalmente la yuca. Entonces salió en Zulia una historia de fallecidos por ingesta de yuca amarga y luego intentaron replicar la mentira con un caso de aquí, de Petare”.

 

Balance de la salud

 

Aunque no le gusta que la llamen doctora (“mi nombre es Esmirna”, dice), su experiencia fundamental es en el campo de la Medicina. De allí que le preguntamos sobre el balance que hace de la gestión revolucionaria en el campo de la salud. “Venezuela es el único país del mundo que dializa a todos sus enfermos renales de modo absolutamente gratuito. Y son más de 20 mil pacientes, sin contar los que se vienen de Colombia a dializarse acá. También es el único país que tiene a todos sus pacientes VIH positivo bajo control médico y medicinas gratuitas. Lo mismo pasa con los pacientes con cáncer. A todos se les entregan sus medicinas, y eso lo puede certificar “el Ciudadano” Leopoldo Castillo. Venezuela es el único país que tiene un hospital cardiológico infantil que presta servicios no solo a su propia población, sino también a todos los pacientes de otras naciones que lo necesiten, también de modo gratuito. Y otra cosa: en Venezuela hay turistas asistenciales, gente que viene de otros países a operarse acá. Esos son solo algunos ejemplos”, señaló. 

 

-La oposición afirma que estamos peor que nunca y, lamentablemente, esa percepción es respaldada en la vida cotidiana por situaciones como la falta de medicinas…

 

-¡Qué bueno que haya falta de medicinas! ¿Sabes cuántos años tiene ya esa falta de medicinas? Por lo menos dos o tres. Yo siempre digo que me gustaría que la “opodrición”, como prefiero llamarla porque no son una verdadera oposición, mantuviera esa guerra otros dos años porque eso está demostrando muchas cosas. Una de ellas es que Venezuela es uno de los campos de experimentación de las farmacéuticas. La gripe AH1N1, por ejemplo, iba a matar a todo el mundo. Y la razón de eso es que Dick Cheney (el ex vicepresidente de Estados Unidos) era el dueño de un laboratorio producía el tamiflú, y que estaba en quiebra. El tamiflú es una especie de acetaminofén, pero con la alarma que generaron, se vendió ese producto a escala mundial. La Organización Mundial de la Salud compró tamiflú hasta para tirar para Marte, que luego no se usó en ninguna parte.  Lo mismo pasó con la gripe aviar y con el zika, que iba a reducirle el cerebro a todo el mundo. Todo eso ha sido mentira. Y otra de las grandes mentiras es que Venezuela sea una población de enfermos. Lo que ocurre es que nos han enfermado con los productos de consumo masivo, para luego vendernos las medicinas que nos van a curar. Un refresco tiene diez cucharadas de azúcar por vaso y eso dispara los niveles de glicemia. Si a eso le sumas la margarina, el aceite, las pastas, las harinas y todos los otros elementos que producen problemas arteriales, tienes una población enferma secundaria a la alimentación. Por eso, en mi programa en la radio comunitaria es “somos lo que comemos, en la salud y en la enfermedad”. La población venezolana está enferma de tres patologías fundamentales: la obesidad, la diabetes mellitus y la hipertensión, todas ellas derivadas de la mala alimentación. Por eso yo estoy fascinada de que no haya azúcar, que los refrescos estén carísimos y que estén faltando todos los productos de Lorenzo Mendoza y su dieta Polar. Al retirar todo eso del consumo masivo, los niveles de glicemia han bajado, la obesidad comenzó a desaparecer y la resistencia a la insulina disminuyó. Hay gente que ha abandonado sus medicamentos porque ya no los requiere.

 

-Mucha gente, que sufre por la falta de medicamentos, estará en desacuerdo con usted. Por ejemplo, los que dependen de los antihipertensivos. ¿Qué pueden hacer?

 

-Es fácil: agarras una cabecita de ajo criollo y la siembras en un pote. Esperas dieciséis días a que empiecen a salir las hojitas. Arrancas dos cada día, las cocinas, te tomas el agua y ya tienes el mejor de los tratamientos para la tensión alta, junto a reducir el consumo de sal. Si el problema es de colesterol, hay que vigilar lo que uno come y caminar todos los días.

 

Auditoría en clínicas privadas

 

Hace algún tiempo, Esmirna Guarapo planteó la necesidad de realizar una auditoría en todos los centros privados de salud para detectar si están utilizando equipos e insumos sustraídos de los hospitales.

 

-¿Esto sigue así? ¿Por qué ocurre?

 

-El gremio médico es adeco por naturaleza. De hecho, el presidente de la Federación Médica (Douglas León Natera) combatía a Chávez porque “se quería hacer eterno en el poder”, y él ya tiene como 18 años sin hacer elecciones.Pues bien, para ese gremio adeco, robar equipos del Estado fue una costumbre durante muchos años. Se pueden conseguir equipos costosísimos en centros privados que deberían estar en hospitales…

 

-¿Pero, sigue pasando?

 

-Sí, eso sucede actualmente. Si me preguntan si puedo probarlo, yo digo que no, pero una auditoría podría hacerlo. Por eso es que he propuesto realizarla. Hay señales muy claras: por ejemplo, todo el material de lencería desechable, incluyendo sábanas y batas para pacientes es de producción nacional, pues es un derivado del gas, de Pequiven. En teoría, ese renglón está abastecido plenamente, pero anda tú a buscar un hospital donde haya una camilla con una sábana de esas. No lo vas a encontrar, pero en las clínicas sí…

 

-… Y las cobran como si fueran de seda…

 

-Cierto. Lo mismo pasa con las inyectadoras y otros productos. El gobierno ha hecho esfuerzos, por ejemplo, se crearon unos sistemas de seguimiento por GPS a los camiones que llevan los insumos desde los galpones hasta los hospitales. Lo malo es que el el camión que tiene GPS entra al depósito del hospital, deja los insumos y de allí salen en otro camión, sin GPS, que los traslada a la clínica privada. En el hospital Universitario, los cielos rasos se caían porque allí era donde escondían los materiales que se iban a robar… la ministra Antonieta Caporale lo sabe, porque ella trabajó allí y fue directora. Cuando uno quiere una medicina en un hospital, tiene que hablar con determinados empleados y te dicen “sí hay”, pero vale tanto… te la cobran… y son medicinas del hospital.

 

-¿No se ha mejorado en nada?

 

-Claro que sí, hemos avanzado mucho, pero la única manera de tener un control total sería ponerle una cámara a cada empleado del sector salud, y eso no es posible.

 

-¿El balance, entonces, es positivo o negativo?

 

-Hay que decir que, pese a esas rémoras del pasado, es impresionante lo que la Revolución ha logrado en el sector salud. Venezuela hoy le presta servicios de salud gratuitos a toda la población, incluyendo a los sifrinos del este el este, que van al CDI Salvador Allende. Somos, a pesar de todos los pesares, un país esencialmente sano y alimentado y por eso la FAO nos reconoció, poniéndole el nombre de Hugo Rafael Chávez Frías al Programa de Erradicación de la Pobreza y del Hambre en la región. Lo hizo porque acá se le dio el rango de problema político, se incluyeron los derechos a la alimentación y a la salud en la Constitución y se creó un sistema de casas de alimentación y redes de distribución que bajó la desnutrición a niveles que no tienen ni siquiera algunos países desarrollados.

 

-¿El robo de equipos no es un crimen de lesa humanidad? ¿Qué pasa con nuestra formación ética?

 

-Yo digo que ese es el nuevo frente que abre la oposición para la guerra biométrica. Por eso en la televisión sale a cada rato un servicio público, alguien que pide una medicina. Es una manera de posicionar en la mente del venezolano que la gente se está muriendo en el medio de calle. Otra cosa sospechosa es que si uno va a una clínica tiene que esperar dos horas o medio día para que te atiendan, pero nunca les falta nada. Te lo cobran carísimo, pero no les falta. Ahora, esa falta de ética es parte de lo que han intentado sembrarnos. Es la misma actitud quienes tienen control sobre las cajas del CLAP y se valen de ello para obtener provecho económico individual. Eso es un delito y alguien tiene que alzar su voz y decirle a la gente que reflexione. Es, como decía mi amigo (Juan Carlos) Morales González, el hambre está al servicio del neoliberalismo. Están llevando al pueblo a que tenga hambre para que se ponga en el lado contrario a aquel del que debería ubicarse.

 

Por: Clodovaldo Hernández

 

([email protected])