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En julio de 2015 la periodista venezolana Anna Vaccarella recibió una noticia que sacudió su vida y la de su familia. Luego de una histerectomía de emergencia los resultados de la biopsia reflejaron que padecía Línfoma No Hodking, un tipo de cáncer que ataca las células linfáticas y la médula ósea. Desde el primer momento, la dinámica de su vida dio un giro de 180 grados, significando el inicio de una guerra donde la fe era su única arma.

 

“Lo primero en lo que pensé fue en mis hijas, en eso piensas desde el momento en que te das cuenta que las cosas no están bien”, expresa Anna en una entrevista vía telefónica con Noticia al Día.

 

La incertumbre, como en cualquier ser humano en esa situación, invadió su mente al preguntarse qué iba a pasar con sus hijas y con ella.

 

En enero de 2016 viajó a Nueva York, Estados Unidos, para someterse a un trasplante de médula ósea que le regaló a Vaccarella una nueva vida, pero el proceso para llegar allí no fue fácil.

 

Los tratamientos de quimioterapia y sus efectos secundarios se volvieron parte de la rutina de la familia Lonzinski Vaccarella: “Fue una época muy dura, muy difícil, en la que tuve que abandonar mi trabajo, abandonar mi día. Lo que yo siempre he descrito, estar en el hombrillo de la vida. Dedicarme al tratamiento. Un tratamiento muy fuerte, muy exigente. El día a día era no poder llevar a mis hijas al colegio, ni buscarlas. No poder llevarlas a las actividades o acompañarlas a ninguna parte”.

 

Como católica devota se aferró a la fe y buscó cobijo en la iglesia cerca de grupos de oración, según ella,  “viendo pasar la vida y aferrándome a la mía para volver a incorporarme en algún momento”. Confiesa que aunque su fe “no flaqueó”, al principió en su mente decía: ¿por qué?. “Me preguntaba por qué me pasaba esto. Por qué a mí que soy una persona buena, y en esos momentos tienes dudas de por qué Dios te está mandando algo así, pero la fe es tu herramienta principal, es tu apoyo”.

 

Los venezolanos siguieron la enfermedad de la querida periodista, lloraron en los momentos amargos, y festejaron cuando todo acabó. Uno de esos momentos agrios se dio cuando Anna decidió cortar su cabello y donarlo, y posteriormente raparse la cabeza. Román Lozinski, su esposo, agarró una máquina de afeitar y frente a sus hijas Isabella y Sofía (5) rapó el cabello de la periodista: “ellas me vieron llorar, pero luego esa cabeza rapada se volvió un espacio para que ellas con marcador pintaran mi cabeza, hicieran dibujos, jeroglíficos (…) y entonces allí, yo siento que todos los días, sino lloré con lágrimas, lloré internamente por verme sin cabello, pero no se los hacía sentir a ellas (sus hijas)”.

 

La locutora de 48 años confiesa que de las cosas más difíciles que le tocó vivir antes de la cirugía, fue el no poder cargar a sus hijas. La debilidad, propia de la quimioterapia, le impedía levantar a sus hijas de 15kg. “No podía cargarlas, curarlas cuando estaban enfermas”, expresó. El apoyo y la asistencia psicológica ayudaron a la pareja de comunicadores a manejar esta “dura y triste” situación, reduciendo el drama para las pequeñas.

 

En el paso por ese desierto, Vaccarella afirma que hubo un punto en el que se “entregó a la experiencia”:

 

“En la medida en que yo me entregaba a la experiencia, me dolía todo menos. Era más llevadero (…) Llegó un momento en que dejé de resistirme a lo que era un hecho, acepté lo que había y sencillamente me dispuse a luchar. Qué hay que hacer, ¿aceptar que estoy enferma?, lo acepto, ¿el tratamiento?, vamos a hacerlo. En la medida que tenía ese control mental, las cosas fueron menos difíciles. Tenía la fe de que Dios estaba conmigo y de que la virgencita estaba conmigo”.

 

¿Una circunstancia de la vida? ¿una cosa del destino? ¿un designio de Dios? Anna Vaccarella respondió: “Ahora que puedo ver hacía atrás me doy cuenta de lo importante que fue el proceso para mí, y necesario. Cada vez me encuentro un “para qué “pasó eso, no encuentro la respuesta de por qué me pasó pero sí para qué, y una de ellas es precisamente, Renacida. Una conferencia que busca compartir un mensaje de fuerza e inspirador a tanta gente que puede estar atravesando una situación cómo la que yo viví”.

 

“Todo lo  vivo y lo veo de una manera distinta, buscando lo esencial. Buscando alejar las angustias por tantas cosas que cuando yo estaba en esos tratamientos me di cuenta de angustias absurdas, y fíjate que lo más importante nunca lo valoré, que era la salud. Ahora, tratando de enfocar lo importante. Viendo todo con nuevos ojos”, afirma con voz alegre, esperanzadora y llena de contagiosa vitalidad.

 

Por último, finalizó diciendo: “Con Dios todo, sin él nada”.

 

Renacida, su primera conferencia motivacional, llegó de manera inesperada  y “sola” a su vida, como una nueva etapa que no para, aunque no descarta escribir un libro posteriormente.

 

Maracaibo recibirá a esta luchadora mujer venezolana con su “testimonio de vida”, este sábado 18 de marzo en el Centro de Arte de Maracaibo Lía Bermúdez (Camlb) a las 7 de la noche.

 

(NAD)