“Todos los diálogos con intervención extranjera fracasan y todos conflictos políticos en los que se produce una intervención extranjera han terminado en destrucción. Por eso en Túnez nos empeñamos en que el diálogo tenía que ser entre tunecinos”, expresó el dirigente sindical de este país africano Houcine Abassi, quien visitó Venezuela para aportar ideas acerca del diálogo como salida al conflicto político.

 

Abassi tiene como aval haber participado en uno de los procesos de reconciliación más exitosos de los últimos años: el que logró evitar que Túnez descarrillara hacia la guerra civil, la invasión foránea, la desintegración o el caos generalizado, tal como les ocurrió a varios de sus vecinos luego de las llamadas Primaveras Árabes.

 

Abassi actuó en ese proceso como líder de la Confederación General de Trabajadores de Túnez (CGTT), organización que se asoció con la Unión Tunecina de Industria (gremio empresarial equivalente a Fedecámaras), la Liga Tunecina de Derechos Humanos y el Orden Nacional de Abogados de Túnez para conformar el llamado Cuarteto para el Diálogo Nacional Tunecino. Esta coalición se dedicó a presionar a los partidos y líderes políticos para que se sentaran en una misma mesa y resolvieran sus problemas sin injerencia externa.

 

Abassi concedió una entrevista exclusiva a LaIguana.TV. A continuación una versión del diálogo que sostuvo con el periodista Clodovaldo Hernández, gracias a la traducción de la intérprete Wahida Hindi:

 

-¿Qué enseñanzas puede dejar el proceso tunecino a un país como Venezuela?

 

-Quiero disculparme porque no pretendo dar lecciones. Nuestra experiencia fue a la medida de la situación que estábamos viviendo. Cada país tiene sus particularidades, sus requerimientos. Nosotros quisimos traer nuestra experiencia para que de ella se tomen algunos puntos que puedan tener un encuentro con la situación venezolana. Tal vez ustedes puedan tomar algunas ideas para aplicar a la situación que ahora están viviendo.

 

-¿Qué balance debe existir entre la pacificación y la justicia? En el caso de Venezuela, los dos bandos dicen que quieren paz, pero también justicia para los crímenes cometidos.

 

-Debe haber un convenio previo para llegar a ese proceso de diálogo. En cuanto a la justicia, debe haber un comité conformado por juristas y otros expertos con autoridad para que tome todos los casos que se presenten y se le imparta justicia a quien la pida. Por supuesto que el proceso de diálogo debe empezar por voltear la página del pasado, no pensar en lo ocurrido antes para poder iniciar la búsqueda de la paz. Después se ven lo casos que ameriten justicia. Todo aquel que cometió delitos de corrupción, de violencia o de cualquier tipo, debe pedir perdón, resarcir el daño causado en la medida de lo posible y cumplir las penas que se le impongan. Se tiene que dar la garantía de justicia, pero lo primero es iniciar una nueva página. Quien se considere víctima o representante de una víctima y presente su denuncia debe tener su derecho a ser escuchado y atendido. Eso contribuye a que se voltee la página del pasado con todas sus penurias para edificar un nuevo Estado en el que todos los ciudadanos sean hermanos. Eso ocurrió en Sudáfrica, en España y también en Túnez.

 

-Lo hemos escuchado decir que ustedes consiguieron la solución al conflicto dialogando entre tunecinos, sin una participación demasiado protagónica de factores externos. ¿Cómo lo lograron?

 

-Cuando quisimos arrancar con nuestra iniciativa, tomamos lecciones de la historia, de cómo los procesos de diálogo han sido exitosos y ha logrado convertir a los negociadores en hermanos cuando se ha hecho entre gente del mismo país. De los casos anteriores al nuestro vimos que cada iniciativa con intervención extranjera ha tenido problemas y ha fracasado. Eso se debe a que las intervenciones extranjeras siempre están impulsadas por intereses propios, por quienes quieren poner un pie en el país en conflicto. Esto ocurre sobre todo cuando se trata de un país importante geográfica y geoestratégicamente, más aún si tiene tantos recursos naturales como el de ustedes. Cuando un país que no tiene recursos está en problemas, nadie se acerca a socorrerlo. Miren lo que está pasando en Somalia. Por eso decidimos y exigimos que nuestro diálogo fuera netamente nacional, sin la intervención de nadie, aunque tuvieran buenas intenciones. Nos presionaron mucho desde varios países para intervenir en el diálogo, muchos países levantaron el lema de apoyo a Túnez y pretendieron participar en nuestro diálogo, pero no los aceptamos. Por eso en el Cuarteto decidimos hacer un llamado a todos los países miembros de la Unión Europea. Reunimos a los embajadores en la sede de nuestra UGTT y les dijimos que somos un país abierto, queremos tener relaciones internacionales igualitarias y la política exterior es asunto del gobierno. Les insistimos en que si tenían buenas intenciones podían ayudar de muchas formas, entre ellas económicamente, mandando a sus inversionistas, bajando el peso de nuestra deuda externa… “pero en cuanto al diálogo nacional, déjennos hacerlo a nosotros, muchas gracias por sus buenas intenciones, pero es un asunto exclusivamente nuestro”. Obviamente que todos entendieron que ese tema estaba cerrado, pero siguieron teniendo contacto con algunos partidos políticos fuera del diálogo nacional. Lo que hicimos nosotros fue tener nuestros ojos bien abiertos ante esos partidos políticos, con la finalidad de salvar ese carácter interno de nuestro diálogo.

 

-En el caso venezolano, la prensa internacional ha trabajado en contra del diálogo, ha boicoteado las iniciativas. ¿Cómo lo manejaron ustedes en Túnez?

 

-Los medios de comunicación internacional (que actuaron en Túnez) podemos dividirlos en dos grupos. Uno era el de los hombres y los medios que tenían intenciones nobles, que nos hacían seguimiento de cerca y querían el bien para nosotros. Eran objetivos en sus informaciones. La otra parte fue la de los medios de comunicación que tenía agendas ocultas, intereses en hacer fracasar el diálogo. Esos medios siempre pintaban el diálogo con dudas, sembrando cizaña y diciendo que no iba a llegar a ninguna parte. Con los medios dañinos teníamos mucho cuidado, tratamos de enfrentarlos con cautela, pero en ocasiones no dudamos en levantar la voz y atacarlos para denunciar que no estaban diciendo la verdad. Llegamos al punto en que sectores que no estaban directamente involucrados en el diálogo, pero sí lo apoyaban, comenzaron a ejercer presión para que no se les permitiera a esos medios cubrir las actividades y ruedas de prensa. Nosotros preferimos dejarlos entrar y encargarnos de responderles para que siempre se conociera la verdad. Siempre el trato con ellos fue de mucho cuidado.

 

-Luego de su breve visita, ¿qué le ha parecido Venezuela? ¿Está dentro de las expectativas que se había formado? ¿La vio mejor o peor de lo que le habían contado?

 

-Ustedes no tienen otra alternativa que no sea el diálogo. Están obligados a llamar al diálogo. No se trata de cualquier diálogo, tiene que estar basado en intenciones verdaderas, claras, francas, para la búsqueda de una solución. Según pude palpar de mis encuentros con el presidente del Parlamento, el señor Juan Guaidó, y con el presidente de la República, señor Nicolás Maduro, veo que en los dos hay intenciones claras y declaradas de ir a unas negociaciones en Oslo. Les dije a ambos que necesitaban unos mediadores que envíen mensajes positivos a las dos partes para que se acerquen a un diálogo franco y verdadero. Deben ser personas transparentes, conocidas, confiables, de la sociedad civil, que ayuden a acercar a las partes sin dobles intenciones. Hasta ahora no ha habido instituciones independientes, que no estuviesen del lado de uno y en contra del otro, capaces de impulsar el diálogo. Pero estoy seguro de que en una sociedad tan creativa como la venezolana, hay muchas personalidades, intelectuales, pensadores, gente de bien, gente sabia, que puede hacer ese papel de estimular un diálogo fructífero. Vi que el presidente Maduro aceptó esta idea. Esto es un paso muy importante que puede impulsar el diálogo. No es fácil, es difícil y complejo, pero debemos estar conscientes de que las soluciones no van a llegar por sí solas, la iniciativa se requiere y hay que insistir mucho en buscar una solución. Estoy convencido de que el diálogo es la única solución a su conflicto.

 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)