Varios testimonios de niños y adolescentes que se encuentran encarcelados en una instalación de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (EEUU) en McAllen, Texas, confirman que están siendo torturados de forma continuada mientras son custodiados por funcionarios de la policía de ese país.

 

Un trabajo realizado por Jessica Washington titulado: “We Are Kept in a Cage” Heartbreaking stories from children in border patrol custody («Nos mantienen en una jaula» Historias desgarradoras de niños bajo custodia de la patrulla fronteriza) publicado el pasado 27 de junio en la sección de Política de la web motherjones.com muestra una serie de testimonios de los menores de edad que han sido separados de sus padres luego que las autoridades estadounidenses los detuvieran mientras intentaban entrar como inmigrantes.

 

«Nos mantienen en una jaula», fue la frase con la que tituló Washington, una cita que pertenece a un joven de 17 años que intentó cruzar la frontera luego de salir de Guatemala.

 

El joven relató su sufrimiento junto a su sobrino de 8 años: “No hay espacio para moverse sin pasar por encima de los demás. No nos dieron una estera para dormir, así que tuvimos que dormir en el frío suelo de concreto. Las luces están encendidas todo el tiempo. Los dos estábamos muy fríos. Anoche no dormí, me levanté preocupado por mi sobrino asegurándome de que estaba a salvo».

 

Esta declaración apareció en un documento judicial presentado y publicado la noche del miércoles 26 de junio como parte de una demanda que alegaba condiciones de tortura en los centros de detención a lo largo de la frontera suroeste de EEUU.

 

«Es solo uno de los numerosos relatos desgarradores de niños migrantes a quienes, según la demanda, se les niega alimentos, atención médica, agua limpia y un sueño adecuado. Otros testimonios en el documento provienen de médicos que recientemente visitaron las instalaciones», agrega el texto peridístico.

 

Los niños pasan hambre y no reciben atención médica

 

Otro niño que relata las fortísimas condiciones a la que son sometidos es de Guatemala y tiene 12 años. Según el documento, dijo a los abogados que había sufrido de hambre mientras se encontraba bajo la custodia, pero el maltrato de los policías le hacía tener «demasiado miedo a los guardias» para pedir comida.

 

«Tengo hambre aquí en Clint todo el tiempo», dijo el 18 de junio el niño guatemalteco. «Tengo tanta hambre que me desperté en medio de la noche con hambre. A veces me despierto del hambre a las 4 de la madrugada, a veces a otras horas. Estoy demasiado asustado para pedirle a los funcionarios de aquí más comida, a pesar de que no hay suficiente comida para mí».

 

El mismo niño contó que su miedo a los guardias surgió cuando estos esposaron a otro niño que había logrado colarse en un depósito para obtener comida, pero al ser descubiertos los custodios le gritaron al grupo de niños que si tenían comida escondida irían a la cárcel.

 

Las duras condiciones de estos niños en esos centros generaron protestas la semana pasada. Eso originó que cientos de niños fueran retirados de las instalaciones de Clint, pero posteriormente, muchos de ellos han sido recapturados y enviados de vuelta al centro de detención.

 

Una de esas niñas que logró salir y se encuentra -por ahora- libre, tiene apenas cinco años de edad. Ella relató que mientras estuvo en el referido centro de Clint, siempre estuvo angustiada, pues fue separada abruptamente de su padre, con quien viajó desde Honduras.

 

«Me fui de Honduras con mi padre porque Honduras es un lugar peligroso para vivir. Me detuvieron con mi padre. Los agentes de inmigración me separaron de mi padre de inmediato. Estaba muy asustada, asustada, lloré, y no he vuelto a ver a mi padre», confesó la pequeña quien acotó que en el centro le negaron atención médica después de enfermarse bajo custodia.

 

«He tenido resfriado y tos durante varios días. No he visto a un médico y no me han dado ningún medicamento», agregó la niña.

 

Otro testimonio que confirma la situación de tortura y daño psicológico a la que son sometidos estos niños, es de Dolly Lucio Sevier, una pediatra que ingresó a las instalaciones de McAllen el 15 de junio para realizar exámenes a los niños y bebés que se encuentran allí.

 

«Las condiciones en las que están recluidos podrían compararse con las instalaciones de tortura», denunció Sevier. «Están en temperaturas frías extremas, con las luces encendidas las 24 horas del día, sin acceso adecuado a atención médica, saneamiento básico, agua o alimentos adecuados».

 

El texto periodístico va acompañado por las imágenes de los testimonios recolectados en el documento judicial.

 

(LaIguana.TV)