La alta comisionada para los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, Michelle Bachelet, escuchó los dramáticos testimonios de varias de las víctimas de la violencia opositora de 2014 y 2017, y también oyó a los familiares de personas cuyos tratamientos médicos se han interrumpido debido a las medidas coercitivas unilaterales de Estados Unidos y otras naciones, pero en su informe solo culpa al Estado venezolano por las violaciones a los derechos humanos.

 

Es por eso que Guido Zuleta, en entrevista con LaIguana.TV, expresó que ese informe, en lugar de contribuir a la solución del conflicto venezolano, lo incentiva gravemente.

 

Zuleta es miembro fundador y asesor docente de la Fundación Latinoamericana para los Derechos Humanos y el Desarrollo Social (Fundalatin), organización de derechos humanos que trabaja en el país desde hace 41 años.

 

El entrevistado es ingeniero químico con especialidad en sistemas de planificación, pero su vida tomó el rumbo de la Teología desde su condición de laico católico. En los caminos de Dios se encontró con el sacerdote Juan Vives Suriá para comenzar a edificar a Fundalatin.

 

A continuación, una versión del diálogo que sostuvo Zuleta con el periodista Clodovaldo Hernández:

 

-La hermana María Eugenia Russián ha estado en el exterior del país, en Ginebra y Nueva York, presentando la otra visión sobre los derechos humanos, la que encarna Fundalatin. Cuéntemos un poco sobre eso.

 

-Hemos puesto el énfasis en denunciar el peso que tienen en el ejercicio de los derechos humanos las medidas coercitivas unilaterales que se han tomado contra Venezuela. No decimos que ese sea el único factor. También hay mala gestión en algunas partes, corrupción interna, pero es necesario otorgarle el peso que realmente tienen estos bloqueos que afectan los derechos económicos y sociales, como son la educación, la salud y otros aspectos básicos.

 

-Otras organizaciones de derechos humanos se centran exclusivamente en la responsabilidad de los estados. Ustedes, en esas actuaciones en foros mundiales, han señalado que también otros factores, como los internacionales, las corporaciones y hasta los grupos políticos y los particulares, tienen en este campo. ¿Es así?

 

-Nuestra visión es ética. Procuramos atender todos los derechos humanos, no solo algunos de ellos. En ese sentido nos diferenciamos de la visión neoliberal del tema que pone énfasis en el derecho a la propiedad o en la libertad de expresión, por ejemplo. El artículo 30 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos dice que nada en esa declaración autoriza a impedir la satisfacción de los derechos de los demás. En ese punto es que nosotros decimos que la responsabilidad no puede atribuirse solo al Estado. Ese es un enfoque que se mantiene incluso en la Constitución vigente en Venezuela, aunque es casi seguro que sea modificado ahora por la Asamblea Nacional Constituyente. Lo que nosotros hemos planteado en muchos escenarios, tanto internos como externos es que si alguien ha sido torturado por la policía, es sin duda una víctima, pero cuando los particulares impiden a los demás que satisfagan sus derechos humanos, también se está violando la Carta de los Derechos Humanos, aunque no lo esté haciendo el Estado. Sobre esto ya hay legislación internacional, como ocurrió en Ruanda con una emisora que generó una onda de odio enorme entre dos tribus y causó una masacre. Por otro lado, en el mundo tenemos ejemplos de violación a los derechos humanos de etnias indígenas por parte de grandes empresas transnacionales. Igualmente hemos planteado algo que han expuesto el papa Francisco y la Constitución de Evo Morales, en Bolivia, que son los derechos de la madre tierra. Cuando empezaron acá esas manifestaciones que se conocen como las guarimbas, notamos que sus dirigentes decían que eran protestas pacíficas y que “la dictadura” los reprimía. Eso fue lo que se difundió a nivel internacional. Pero nosotros planteamos la necesidad de revisar bien los hechos: una cuestión es el derecho a protestar y otra es que esas no todas esas manifestaciones han sido pacíficas. Así se lo hicimos saber a la Alta Comisionada para los Derechos Humanos, Michelle Bachellet, de quien sabemos que fue dos veces presidenta de Chile, ministra de Defensa, que se formó en el Instituto Interamericano Defensa, que es hija de un militar que fue torturado y muerto durante la dictadura de Pinochet, y que ella misma lo fue. Cuando vino acá, aunque tenía una agenda apretadísima, nos empeñamos en que oyera también a las víctimas de este lado, a las víctimas de las supuestas manifestaciones pacíficas.

 

-¿Cómo fue esa interacción de ella con familiares de víctimas y con víctimas de esa ola de violencia?

 

-Su visita fue de dos días, sumamente cargada de compromisos. Por fin se logró que nos visitara. Primero se dijo que iba a ser en la sede del PNUD, luego que iba a hacerse en la Universidad Católica. Al final se resolvió que fuera en Fundalatin, pero con un tiempo muy limitadito. Nosotros queríamos que hablara gente de varias organizaciones, como las víctimas de la guarimba, del sicariato campesino y los pacientes que han dejado de recibir tratamiento por culpa del bloqueo, es decir, gente que está tratando de visibilizar este lado que, a nivel internacional, nunca se pone en la balanza. Se logró que ella los oyera, pero solo pudieron hablar tres o cuatro personas y luego dijo que tenía que irse porque la estaba esperando el presidente. Uno dijo que bueno, por lo menos vino a oír.

 

-Pero no puso nada de eso en el informe…

 

-Ese es el problema… Realmente fue muy impactante el testimonio de la madre de la persona a la que quemaron, fue desgarrador… Uno lo oye y piensa que para ser indiferente a algo como eso, para no sentirse afectado, hay que carecer de espiritualidad. No me refiero a religiones, sino unos valores humanos mínimos. ¿Cómo son capaces de matar a una persona, quemarla y luego aplaudir? ¿Cómo hay gente que es capaz de hacer eso y luego decir que estaban manifestando pacíficamente y que ellos son las víctimas? Lo mismo que el padre de la persona que fue degollada con una guaya… Son casos conocidos, que se han tratado de difundir, pero el punto es oír la verdad, entender que no es cuento, no es un dato frío. En el informe que luego saca la alta comisionada Bachelet aparece que algunas víctimas mencionaron que hubo problemas para recibir tratamientos por problemas de salud, debido a medidas tomadas por otros países. No se dice que esas personas no son víctimas del Estado venezolano, sino que se limita a decir que no le llegaron los recursos. ¿Quién es el responsable? Cuando uno lee el informe de Bachelet encuentra que ella responsabiliza de todos los problemas al Estado que entonces, prácticamente, es violador de todos los derechos humanos. Es lamentable porque este informe pudo haber sido algo muy importante para la democracia, pudo ayudar al diálogo, a descubrir la verdad, a que se puedan poner de acuerdo las partes del conflicto, pero lo que hizo fue apoyar ese conflicto, incentivándolo. Va en dirección contraria a lo que están pidiendo el papa Francisco y el gobierno de Noruega, en contra de lo que se está dialogando en Barbados. Por fortuna, el Consejo de Derechos Humanos de la misma ONU decidió por mayoría bastante amplia apoyar la solicitud de Venezuela de que cesen los bloqueos, las medidas coercitivas que han sido denunciadas como violatorias de los derechos humanos por expertos como Alfred de Zayas.

 

-¿Cómo es la relación de Fundalatin con las otras organizaciones de defensa de derechos humanos? Pareciera que hay una división política muy clara entre esas dos maneras de ver el tema.

 

-Por eso es que decimos que tenemos una visión ética de los derechos humanos, inspirada en la Teología de la Liberación y ecuménica, que quiere decir que es en función de la construcción de la paz, el tratamiento democrático de los conflictos y los derechos de la madre tierra. Lamentablemente vemos que muchos de los documentos que se firman en torno a derechos humanos se asumen como un arma de guerra. Por ejemplo, se autorizó el bombardeo a Libia en nombre de los derechos humanos del pueblo. Lo mismo pasó en Irak. Nosotros estamos en contra de esa utilización del discurso sobre derechos humanos. Estamos dispuestos a dialogar con cualquier organización que tenga otra óptica. La verdad nos hará libres, decía el maestro liberador Jesús de Nazaret. Por ejemplo, en esto del diálogo, vale citar a Hélder Cámara, obispo de Recife, de la Teología de la Liberación, quien decía que cada vez que no estás de acuerdo conmigo, me enriqueces si buscas la verdad con la misma intensidad con la que yo la busco. Allí es donde nos podemos encontrar y tenemos necesidad de hacerlo no solo en las conversaciones de Barbados, sino todos nosotros acá en Venezuela, y en el mundo porque tenemos una crisis global. Si esto sigue así, aquí no habrá Arca de Noé que salve a un pedacito del mundo, ni siquiera a los que están en Wall Street. El daño que estamos haciendo a la humanidad y al ambiente es demasiado importante. Por eso es que tenemos que parar la siembra de odio y de fake news para que, con la diplomacia de los pueblos, ayudemos a salvar el planeta.

 

Sobre Fundalatin

 

Zuleta explicó el origen y la esencia del trabajo de la Fundación Latinoamericana para los Derechos Humanos y el Desarrollo Social (Fundalatin). Estas fueron sus palabras:

 

“La visión de Fundalatin es la espiritualidad liberadora, la fundamos con el padre Juan Vives Suriá, sobre la base de la Teología de la Liberación que nació en este continente. La integramos con cristianos afines a esa teología que venían a una Venezuela de lo que ahora se llama Cuarta República, pero que todavía era un espacio democrático frente a la Internacional de las Espadas, es decir, las dictaduras del Cono Sur y de Centroamérica, todas con militares formados en la doctrina de la seguridad nacional de la Escuela de las Américas, que estaba en el Canal de Panamá. Tenemos una visión ecuménica, es decir, que participan cristianos anglicanos, pentecostales y católicos. Nos dimos cuenta de que era necesario dar apoyo a los derechos humanos. Fundalatin es una de las primeras organizaciones de América Latina que se ocupa de ese problema desde una perspectiva ética”.

 

“En 2004 se nos va, lamentablemente, el padre Vives y desde entonces está con nosotros la hermana María Eugenia Russián (misionera de Cristo Jesús). A partir de 2015, Fundalatin es reconocida en la Organización de Naciones Unidas con estatus consultivo especial, lo que nos permite tener una voz dentro de la ONU, en lo que nosotros llamamos la diplomacia de los pueblos, que es paralela a la de los gobiernos, la de los Estados. Desde la llegada del Papa Francisco hemos tenido un nuevo aire, pues luego de Juan XXIII y Paulo VI lo que habíamos tenido en la Iglesia era una regresión, un invierno eclesial. Ahora se ha reivindicado la Teología de la Liberación con la exhortación apostólica Evangelii Gaudium (la Alegría del Evangelio), que es una crítica ética al capitalismo de una manera muy espiritual y profunda, y con la encíclica Laudato Si’, Alabado sea, que recuerda uno de los versos de Francisco de Asís sobre el cuidado de la casa donde vivimos, de la madre tierra”.

 

“Es en esa línea en la que hemos trabajado siempre, y en particular desde 1999, con el presidente Chávez y la nueva Constitución. Una de las características relevantes y poco reconocidas de ese marco constitucional es el concepto de seguridad de la nación que no tiene nada que ver con la doctrina de la Escuela de las Américas, sino con una corresponsabilidad cívico-militar en función de los valores de construcción de la paz, la defensa de los derechos humanos y un desarrollo sustentable de plena cobertura nacional. Eso que parece una frase cualquiera es lo opuesto a la doctrina de la seguridad nacional”.

 

“No voy a decir que esto ha generado un sistema perfecto en el que no se violan los derechos humanos. Lamentablemente sí ocurre, hay casos que indignan, pero el punto es que no es algo que derive del marco constitucional ni como política de Estado. Tenemos que valorar ese esfuerzo que se ha hecho durante todos estos años”.

 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)