En un extenso afiche extendido en la mesa de su casa, en Caracas, Omar Marcano Domínguez recorre con la yema de su dedo la intrincada línea de sucesión que lo une a Simón Bolívar, el Libertador de cinco naciones americanas. Es su sobrino quinto nieto.

 

De entrada es directo: «Todos somos descendientes de Bolívar», que nació en la capital venezolana, el 24 de julio de 1783, en el seno de una familia mantuana o de la aristocracia criolla.

 

Omar vive en el centro de Caracas, en la esquina El Muerto, cuya bicentenaria denominación se habría originado porque un soldado, al que se creía fallecido en batalla, se levantó de una camilla cuando iban a llevar su ‘cadáver’ al cementerio. Así pareciera haber resurgido en los últimos veinte años el nombre de Libertador venezolano en su propio país, tras décadas de haberlo condenado a la frialdad de las estatuas.

 

Mientras sube las escaleras del pequeño y antiguo edificio donde vive, conversa animadamente sobre los documentos, artículos de prensa y fotografías de sus familiares, lejanos en el tiempo pero presentes en su cotidianidad. A unos 500 metros, está el Museo Cuadra de Bolívar, una casa de campo donde llegó a vivir María Josefina Silva Bolívar, bisnieta del Libertador.

 

Manojo de papeles

 

En la sala de su casa, frente a una ventana por donde se cuelan ráfagas de luz, saca de varias carpetas sus recuerdos, tan celosamente atesorados. De entre las páginas surgen documentos de propiedades familiares, recortes de prensa, fotos y libros.

 

Bajo su custodia de documentos, cuyo número total desconoce, se encuentra un par invaluable: dos cartas del Libertador. Mientras enseña las hojas amarillentas de trozos de vida familiar recuerda que también sus parientes se han aprovechado de los objetos que pertenecieron al creador de la República de Bolívar (actual Bolivia).

 

«En mi familia hubo profanadores de la historia del Libertador. En mi casa había un baúl de madera con sus chaquetas, espuelas, una espada partida, la ‘Cruz del Perú'», que un familiar vendió a una organización privada.

 

Las joyas bolivarianas

 

Cuenta que las llamadas «joyas del Libertador», que iban ser subastadas en 1988 por la ‘Casa Christie’s’, fueron adquiridas por tres millones de dólares y repatriadas a Venezuela, tras una intensa batalla legal para su devolución que encabezó y cuyo registro quedó en la prensa de la época. Las 16 piezas, entre las que se encuentran la ‘espada del Perú’, la condecoración ‘Sol de Perú’ y la ‘Llave de la ciudad del Cuzco’, reposan en el Banco Central de Venezuela.

 

Ante su interés por recuperarlas, algunos dijeron que ansiaba tenerlas bajo su poder, a lo que respondió que las quería para su país «porque ese es patrimonio nuestro». «No quiero un centavo, no me dé un dólar, no quiero nada», dijo en aquella oportunidad.

 

Treinta años después, ratifica su desinterés económico al hablar del significado de ser descendiente del Libertador.

 

«Una vez un militar me dijo: ‘¿Acaso es un privilegio ser familia del Libertador? Le respondí: ‘No es un privilegio, es un honor’. Creen que uno va a pedir algo, solo quiero que mis nietas tengan troquelado en los genes que tienen que amar nuestra patria como amó el Libertador».

 

Venezuela bolivariana

 

En la Constitución de 1999, quedó establecido en el primer artículo: «Venezuela se declara República Bolivariana, irrevocablemente libre e independiente y fundamenta su patrimonio moral y sus valores de libertad, igualdad, justicia y paz internacional, en la doctrina de Simón Bolívar, el Libertador».

 

Este cambio de nombre generó tal rechazo entre la dirigencia de la oposición venezolana, que el primer decreto del autoproclamado presidente interino Pedro Carmona Estanga durante el golpe de Estado de 2002, en contra del entonces presidente Chávez, fue para retornar al nombre de República de Venezuela.

 

«Hay gente que le duele el ‘República Bolivariana'», manifiesta. Ese rechazo también se ha hecho extensivo hacia quienes apoyan la Revolución bolivariana y que de manera peyorativa son llamados «bolivarianos».

 

Bolívar ya sufrió del rechazo en vida. En 1830 fue expulsado de Colombia e impedido de entrar a su país, poco antes de su muerte. «Lo arrastraron, se va de Venezuela humillado, lo desprestigiaron y desaparecieron su obra», agrega.

 

El 17 de diciembre de 1830, en la quinta San Pedro Alejandrino, en Santa Marta (Colombia), murió a los 47 años, en total precariedad y con un puñado de personas a su lado. A la hora de amortajar su cuerpo, se dieron cuenta de que solo contaba con una camisa rota, que fue cambiada por una de José Laurencio Silva, general en jefe del ejército en la Guerra de Independencia de Venezuela y abuelo de la bisabuela de Omar.

 

Marcar época

 

Omar afirma que su país, durante su independencia, impulsó la emancipación de otras naciones que estaban bajo el dominio español y que actualmente le corresponde una labor similar. «Ahora Venezuela se enfrenta a otro imperio. Es el punto neurálgico para los imperios del mundo. Está marcando la época otra vez».

 

Al reflexionar sobre las presiones y amenazas de acciones militares por parte de Washington para que Nicolás Maduro abandone la presidencia, afirma que tanto el pensamiento del fallecido presidente bolivariano Hugo Chávez como el del Libertador «están repercutiendo en todo el mundo».

 

«No les conviene tocarnos a nivel estratégico y militar», expresa y se pregunta por las acciones de EE.UU. y un grupo de países latinoamericanos, reunidos en el ‘Grupo de Lima’, que consideran a Venezuela como una «amenaza» para la estabilidad en el región. «¿Por qué somos tan peligrosos si no somos una potencia militar?», se pregunta.

 

«Venezuela se ha convertido en el punto de partida de los nuevos tiempos. Ser bolivariano es batallar siempre para avanzar y para progresar», concluye.F

 

El Bolívar de las estatuas

 

Por años, el llamado «Bolívar de las estatuas y monumentos» fue promovido por la historiografía tradicional, explica Juan Antonio Calzadilla en un artículo de la revista Memorias. Ese culto lo ubicó en una «vitrina» inaccesible para la gran mayoría de los venezolanos, que fueron desvinculados de su pensamiento anticolonialista y latinoamericanista.

 

«Para la Venezuela revolucionaria del siglo XXI Bolívar no es una efigie grandilocuente; Bolívar es un proceso, una concatenación de conceptos», afirma Calzadilla en el escrito.

 

«La oligarquía nos engañó con la propaganda y la transculturización, transformaron todo para dominarnos», apunta Omar y agrega una frase escrita por Bolívar en el Discurso de Angostura: «Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza; y por el vicio se nos ha degradado más bien que por la superstición».

 

Sobre la manera de acercarse más a la obra del caraqueño, nacido hoy hace 236 años, considera imprescindible el conocimiento sobre quién era y sobre lo que hizo. Cree que debe insistirse en su enseñanza en las escuelas y en actividades que abarquen a toda la región «para alborotar el avispero».

 

«Después de esa época que vivió nuestro Libertador, ahora es el momento preciso para resaltarlo, no podemos hacerlo a un lado».

 

(RT)