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«El valle del orgasmo ocurre en el hombre cuando se encuentra en el 99% de su camino a la eyaculación. En este momento se sale de la vagina y realiza la Gran Absorción para ordeñar el semen de la próstata e impedir que salga y así enviarlo internamente hacia arriba  donde se puede transformar en energía (…) se relaja (…) y luego comienza otra vez hasta llegar al 99% de excitación (…) vuelve a hacer la absorción, realiza el intercambio, se relaja, se serena un poco y luego comienza otra vez” (en “Amor curativo a través del Tao” de Mantak Chia y Maneewan Chia)

 

…¿tú necesitas que los tipos eyaculen para sentir que fue buen sexo?

 

T:  Tuve un amante ocasional que decía que podía tener orgasmos sin eyacular, pero yo no le creía…algo faltaba, no sabía si estaba fingiendo o eran orgasmos reales…

 

¿Alguna vez te has cuestionado por qué asociamos la eyaculación al orgasmo?

 

Mucho antes de que la pornografía inundara nuestro imaginario con escenas en que los hombres producen litros y litros de semen con cada orgasmo, a la vez que las mujeres se gratifican bañándose –literalmente- en tan abundante producción, los taoístas (hablamos –aproximadamente- del siglo IV antes de cristo) incluían la sexualidad consciente como una de las prácticas necesarias para alcanzar la longevidad en armonía con las fuerzas de la naturaleza (la fuerza activa, la pasiva y la conciliadora). 

 

Esta conciencia pasaba por una conexión activa con el yo y el o la otra durante el encuentro sexual:  conciencia y control de un ritmo conjunto de respiración, de pensamiento y de movimiento.  Desde una noción oriental del cuerpo, (es decir, sin la dicotomía cartesiana cuerpo/espíritu) se apela al control de las energías vitales que se movilizan en el intercambio sexual. ¿Qué tiene que ver esto con la eyaculación? Simple: para alcanzar la longevidad, es necesario que la energía vital no se desperdicie, sino que, por el contrario, se acumule y reserve. Según el taoísmo, la mayor pérdida de energía que sufre el hombre es a través de la eyaculación (y la mujer – desde una perspectiva innegablemente machista-  en la menstruación, pero eso es tema de un próximo artículo). Bajo la base de que el flujo de energías era lo que sostenía la estabilidad del universo, y considerando que este flujo abarcaba lo macro (el día y la noche, los ciclos del agua, etc.) y debe ser replicado en todas las prácticas humanas, los taoístas desarrollaron una serie de técnicas para llevar una vida sexual activa, que garantiza el intercambio Yin-Yang, sin desperdiciar energía vital, es decir, sin eyaculación. El punto clave, es que evitar la eyaculación no evitaría el orgasmo, sino, por el contrario, lo prolongaría. Ahora, desde la lejanía temporal y geográfica de las prácticas tradicionales del Tao, ¿Podremos, tanto hombres como mujeres, disociar orgasmo de eyaculación?

 

La propuesta “moderna” para el control de la eyaculación se conoce como inyaculación o retroeyaculación y se basa en una serie de ejercicios kegel (destinados a fortalecer los músculos pélvicos) que permitirían “devolver” el semen, además de prolongar la erección. Se puede combinar con técnicas como retirar el pene en el momento previo a la eyaculación y sostenerlo aplicando una ligera presión en la base, combinar penetraciones profundas con penetraciones superficiales y practicar la respiración testicular (¡¡!!) (a través de la respiración se “desvía” la energía concentrada en el pene y los testículos para “redirigirla” a la cabeza y luego al abdomen). Podemos encontrar en internet numerosa bibliografía sobre el tema, tutoriales de youtube, podcast, ilustraciones y hasta infografías, sin embargo, la producción de estos infinitos materiales parece tener un punto común que contradice la base del Tao: la meta final es “durar más” ¿Durar más para qué o para quién?

 

¿Entonces nada de Tao?

 

T.: Bueno, yo era joven y no sabía del tao, capaz si me pasara ahora lo vería de otra forma… ese fue un caso… el otro caso es que ni eyaculan ni acaban, normalmente querrán seguir cogiendo por horas y eso cansa… o se rendirán, entonces es como frustrante.

 

Y es que en el tema de la eyaculación la vacuidad de la modernidad realiza otra jugada importante. Ninguno de los manuales y “tips” extraídos del Tao del amor y del sexo reafirma el amor y el intercambio como la base central del encuentro sexual. Volvemos acá a la influencia de la pornografía. Como parte de la industria cultural del capitalismo, la pornografía tradicional (porque también existe la pornografía feminista) es, básicamente, machista y patriarcal, y termina convirtiéndose en un condicionante bastante opresor:  las erecciones duran horas y el semen brota a borbollones, lo que puede convertirse en una presión para los hombres y un condicionante para las mujeres. Las técnicas de la inyaculación pueden prolongar el acto sexual.

 

¿Pero… es realmente lo que necesitamos?

 

C., una mujer que pasa los cincuenta años, nos comenta al respecto: “la sexualidad y el placer se empiezan a entender después, cuando deja de ser un mete y saca sin sentido y comenzamos a entender los otros tiempos y ritmos del goce”. Sobre la necesidad de desvincular orgasmo y eyaculación también podría hablar cualquier hombre después de los cuarenta años, cuando la producción de semen comienza a disminuir y las erecciones se hacen menos firmes y prolongadas, pero la noción capitalista de la masculinidad lo impide: el falocentrismo hace que “la hombría” se tambalee ante los cambios, que no tendrían por qué resultar tan problemáticos si nos abriéramos a comprender y disfrutar la sexualidad desde otras perspectivas. El orgasmo sin eyaculación existe y puede practicarse, pero la disociación de ambos en la percepción del placer, implica un paso previo en la compresión del encuentro sexual: no nos encontramos para “demostrarle” nada al otro –ni a uno mismo, en términos de ego-  sino para construir el disfrute conjunto. Esa ha de ser la meta, y a la vez, el camino.

 

“Durante el valle del orgasmo los amantes pueden relajarse y tener todo el tiempo del mundo para compartir su ternura. No existe explosión frenética sino solamente una ola tras otra de energías sutiles cada vez más profundas que bañan al hombre y la mujer abrazados. El valle del orgasmo no es una técnica sino más bien un tipo de experiencia favorecida por un proceso madurado en el tiempo, al que los amantes se abren”.

 

(vtactual.com)