Mi politóloga favorita, Prodigio Pérez, dice que, a pesar de la brillantez y la excelente formación que tienen los expertos de su especialidad que militan en el sector opositor, fallan ostensiblemente en materia de comparación de eventos políticos. «Parece que casi todos faltaron a esas clases: pretenden comparar manzanas con tacones de zapatos», los desahucia.

 

Prodigio hace el comentario a propósito de los pretendidos análisis comparativos que han hecho respecto al resultado conseguido por los manifestantes de Puerto Rico, luego de apenas unos días de movilizaciones (la renuncia del gobernador colonial Ricardo Rosselló) frente a los no conseguidos por la oposición de acá en más de 20 años, excepción hecha de las 47 horas de «éxito» de abril de 2002.

 

La politóloga diagnostica cuál es la falla: son comparaciones cojitrancas, dejan de lado (intencionalmente o por error) variables cruciales. 

 

Entre esas variables que no toman en cuenta destacan las que tienen que ver con su propia responsabilidad (la de la oposición, quiere decir ella). En el empeño de mantener siempre la versión de que los opositores son demócratas y pacíficos, luchando contra una dictadura feroz, obvian datos fundamentales y terminan llegando a conclusiones disparatadas.

 

Prodigio es una excelente profesora, así que cita ampliamente a Giovanni Sartori y a Arend Lijphart, considerados entre los grandes estudiosos de la Política Comparada, y luego baja a la pedestre realidad para aplicar el contenido teórico y ejemplificar. Me comenta que una persona de alto nivel académico la increpó en una conversación virtual. «Me dijo que en los doce días de protestas en Puerto Rico no hubo muertos ni heridos y el gobernador tuvo la decencia de renunciar”. 

 

Ella le contestó que, una vez más, faltaban muchos elementos en esa ecuación. Para mi amiga, el balance trágico es muy cierto, pero duda que la palabra decencia le cuadre a Rosselló,  luego de todo lo que dijo e hizo. Le pidió a su colega afinar el análisis y reparar en el hecho de que en las protestas de Puerto Rico tampoco salieron unos manifestantes a quemar personas vivas ni lincharon a golpes a nadie ni pusieron trampas para degollar motorizados. 

 

Tampoco se observaron adolescentes disparando morteros caseros a los policías ni se vio a ningún héroe civil lanzando puputovs. Los videos no mostraron quemas de cauchos y basura ni cierres arbitrarios de calles, carreteras o autopistas. Prodigio le sugirió a su interlocutor que se preguntara qué habría pasado si todas esas ocurrencias de la oposición venezolana se hubiesen producido en la Isla del Encanto que, como bien se sabe, al final de cuentas y duélale a quien nos duela, es una propiedad de Estados Unidos.

 

Mi analista predilecta siguió mostrando variables no consideradas en las pretendidas comparaciones. Una de ellas es que al gobernador boricua no lo defendió nadie. No hubo ni siquiera una pequeña marcha de apoyo al deslenguado hijito de papá. En cambio, cada vez que en Venezuela la oposición ha salido a las calles con la intención de derrocar al Gobierno, el chavismo ha respondido en el mismo terreno. 

 

Sería bueno que los analistas opositores se pregunten porqué ocurre esto, más allá de las explicaciones teñidas de desprecio a las que se han habituado, como que si los llevan obligados, que si se venden por una caja de CLAP o los arreglan con un bollo de pan y una carterista de ron, porque son una panda de muertos de hambre y borrachos.

 

“No van a hacerse esa pregunta –advierte-. Para esas personas, la masa que ha respaldado al chavismo aún en las circunstancias más adversas, simplemente no existe. Por eso es que dicen, y algunos de ellos están firmemente convencidos de ello, que a Maduro no lo eligió nadie”.

 

Lo que está en juego

 

Otro aspecto que los opo-politólogos dejan a un lado cuando pretenden hacer analogías es lo que está en juego en los fenómenos políticos que se ponen en la balanza. 

 

«En Venezuela se pretende arrancar de cuajo un modelo político y aplastar a todo aquel que lo apoye. En Puerto Rico solo querían echar a patadas a un patiquín insolente. No es lo mismo», explica Prodigio.

 

«Las situaciones solo podrían compararse si en Borinquén se hubiesen rebelado contra el statu quo, que en su caso es el dominio colonial, es decir, si esas marchas se hubiesen hecho con la expresa intención de producir un cambio de régimen, como le dicen los gringos a sus modernos golpes de Estado. Sospecho que en ese caso, el desenlace no hubiese sido tan pacífico y democrático porque si EEUU ha destruido países independientes, algunos de ellos  muy lejanos de su territorio, por cualquier quítame esta paja, no quiero ni pensar en lo que sería capaz de hacer si su estado asociado, supuestamente libre, se les llega a alzar», razonó.

 

Aquí la gran Prodigio demuestra que las luminarias antirrevolucionarias también suelen ignorar la variable del contexto histórico. Alega que si las marchas de estas últimas semanas hubiesen tenido algo que ver con el asunto de fondo, es decir, con la verdadera liberación de Puerto Rico, la respuesta del gobierno federal -que en este caso quiere decir régimen colonial- habría sido la de tildar a tales manifestaciones de terroristas, incluso si hubiesen sido tan pacíficas como lo fueron estas, y procesar como tales a sus líderes. Quien no lo crea que investigue la suerte que han corrido los Macheteros.

 

Con su virtud didáctica a flor de piel, Prodigio Pérez resume su planteamiento al final. “En Venezuela se ha intentado un cambio revolucionario, y los poderes hegemónicos globales han hecho, hacen y harán todo lo que esté a su alcance para evitar que ese cambio se concrete, y luego, arrancarlo para siempre. En Puerto Rico, al menos en este episodio, hubo un típico cambio para que todo siga igual. Comparar una cosa con la otra es, ya lo dije, manzanas con tacones de zapatos”.

 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)