La destrucción de su hábitat por el avance de la industria de las areneras en la zona y el robo de sus pichones para la comercialización estaban llevando a la extinción a la cotorra margariteña, especie conocida por la ciencia como Amazona barbadensis.

 

Sin embargo, treinta años después de iniciado un proyecto para su rescate en el año 1989, el grupo de científicos agrupados en la ONG Provita anuncian que esta ave, conocida también como cabeciamarilla, ha triplicado su población.

 

Luego de tres décadas de intenso trabajo, además de contar con una población de 1700 individuos de esta especie –cuando arrancó el proyecto había unas 700 cotorras margariteñas- se han contabilizado 126 pichones que están listos para alzar vuelo.

 

La cotorra margariteña tiene su hábitat en la Península de Macanao, al oeste de la isla de Margarita, estado Nueva Esparta. En esta zona es rica la extracción de arena, hecho que estaba acabando con el ambiente de esta particular especie. Otro problema que tuvieron que enfrentar los investigadores fue el hecho de que muchos pobladores, por creencia popular, desean tener una cabeciamarilla en sus hogares, reduciendo sus expectativas de vida de 50 a 12 años. Aunado a que son animales monógamos que se reproducen una vez al año en libertad y, por lo tanto, tenerla en cautiverio amenazaba a toda la especie.

 

Entre las medidas que tomó el grupo de científicos fue crear brigadas de ecoguardianes, personas de las mismas comunidades, encargadas de vigilar que no hubiese caza furtiva. Además, durante todo este tiempo han impartido charlas de conservación en la población lo que los ha convertido a los mismos habitantes en aliados de la cotorra margariteña.

 

También han sembrado más de 2 mil árboles donde anida esta ave, a fin de devolverles su hogar. La meta es sembrar en los próximos años otros 3 mil árboles.

 

En el trabajo publicado en el portal Mongabay se especifica que la cotorra es un ejemplo de cómo se puede combinar el trabajo científico con la transformación social de las comunidades para conservar a una especie.

 

(LaIguana.TV)