Los hechos políticos de la semana han generado un gran desbarajuste en ambos sectores políticos, situación en la que tiene mucho peso la disconformidad de los factores más radicalizados tanto del chavismo como de antichavismo.

 

La escalada de agresiones de Estados Unidos, expresada en la orden ejecutiva de Donald Trump que congela todos los bienes del Estado venezolano (congelar es un decir, podría decirse confiscar y no pasaría nada) movió todos los elementos del cuadro político, aunque todavía falta por saber cuál será el resultado y cómo quedarán luego de que se reacomoden.

 

El “¡ya está bueno!” del chavismo

 

Revisemos lo que ha pasado en el chavismo. La agresión imperial (dicho sea sin ánimo panfletario: es una agresión imperial de manual de golpe de Estado) ha surtido más o menos el mismo efecto básico de siempre, que consiste en la radicalización de los revolucionarios y la aglutinación de sectores nacionalistas.

 

Pero esta vez tiene un ingrediente adicional: los partidarios y simpatizante del gobierno han demostrado que se les agotó la paciencia con respecto al estatus judicial de Juan Guaidó y de otros dirigentes de la derecha que han gestionado sin embozo alguno la aplicación de medidas coercitivas contra el país. La presión para que el autoproclamado sea detenido es tremenda en las filas del chavismo, no solo de la franja más radical, sino incluso de los segmentos moderados.

 

La visión de que “¡ya está bueno!” cobró además mucha fuerza con la decisión tomada el miércoles por el presidente Nicolás Maduro de suspender la reunión de Barbados y anunciar que la Revolución pasaría a la ofensiva, mediante decisiones de la Asamblea Nacional Constituyente. Buena parte de la militancia bolivariana entendió esas palabras como la determinación de ponerle un freno a las acciones de Guaidó y su banda. Como quiera que han pasado ya tres días sin que se hayan visto señales de que se tomará ese tipo de medidas, late un espeso descontento chavismo adentro.

 

La gente luce tan resteada como de costumbre o, tal  vez, más todavía. Pero la sensación de que el anuncio del presidente Maduro fue más bien retórico carcome el ánimo de muchos. Sobra decir que esto no es más que una apreciación por completo subjetiva. No conozco mediciones de opinión al respecto.

 

Opositores divididos y defendiendo a Trump

 

En el lado opositor, el clima es aún más turbulento. La orden ejecutiva de Trump ha causado una variedad de fenómenos que deben ser analizados por separado y con profundidad. De bote pronto, veamos uno de ellos: el estrato nacionalista ha visto acá el punto de inflexión, el momento en que deben marcar distancia del atajo de cipayos que tiene el control del antichavismo desde hace ya un tiempo.

 

La facción nacionalista de la oposición es, seguramente, mucho más grande de lo que parece, pero tiene en su contra al aparato mediático-enredático controlado por la derecha extrema, que sofoca sus opiniones debajo de cargamentos de descalificaciones e insultos.

 

Entre los que no tienen ese “problema” (el de ser nacionalistas, digo), han surgido otras fisuras. Por ejemplo, uno de los bandos más extremos le ha dado una paliza pública a Guaidó porque no acató con la debida inmediatez la orden que le dio su jefe directo, John Bolton, de cancelar el diálogo. Por el contrario, mandó a sus negociadores a Barbados y eso le permitió a Maduro tomar la iniciativa de suspender las conversaciones. Dicho sea como comentario al margen, una vez más el chofer de autobús les ganó a los superexpertos en diplomacia, graduados, posgraduados y políglotas.

 

La decisión de Trump y las amenazas de Bolton acerca del fin de una etapa de supuesta negociación (que EEUU nunca a apoyado) parece haber despertado las ansias de los 40 candidatos presidenciales de los que habló el otro jefe opositor de facto, Mike Pompeo. Esa sería una buena explicación para los enfrentamientos verbales que han tenido algunas figuras del cotarro antichavista.

 

Pero, tal vez la más fuerte división que ha surgido en el campo opositor sea la que existe entre los que pretenden seguir sosteniendo la absurda tesis de que las llamadas “sanciones” solo afectan a los funcionarios del gobierno, y los que ya se dejaron de creer en esos cuentos de camino.

 

En este lote, el de los que han decidido sincerarse, entran algunos dirigentes importantes, pero sobre todo una amplia porción de las bases del oposicionismo. En gran medida se trata de gente que ha experimentado en carne propia o en la carne de seres queridos las restricciones y dificultades que las medidas coercitivas unilaterales (como es correcto llamarlas) han tenido, tienen y seguirán teniendo sobre las personas comunes, en particular sobre los más pobres, los enfermos, los niños, las niñas, los adolescentes y los adultos mayores.

 

La grieta entre quienes sufren las consecuencias del bloqueo y el robo de activos nacionales y la dirigencia que participa de ambos (y, en consecuencia, defiende las acciones de Trump) cada día se ensancha. Dentro de poco no será ya una grieta, sino un abismo.

 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)