En la tercera parte del artículo “La agenda estratégica de Estados Unidos para Venezuela”, publicado en el portal Sputniknews, su autor, el antropólogo y experto en guerra no convencional, José Negrón Valera, se plantea la interrogante ¿qué es culpa del bloqueo y qué no?

 

Invita a la construcción de “una gran matriz que nos permita como venezolanos, atacar de manera mucho más efectiva y eficiente la agresión que se nos impone”.

 

Negron, quien además es investigador en contraterrorismo y operaciones de información, asegura que la Casa Blanca está “jugando” al desgaste de la población venezolana, a la implosión social y a borrar al chavismo del panorama político de la región.

 

Para el autor como consecuencias innegables del asedio que mantiene EEUU contra Venezuela está la imposibilidad de acceder al sistema financiero internacional, hecho que destruye la posibilidad de conseguir alimentos y  medicinas. Otro asunto que no admite discusión, sugiere, es la conformación y financiamiento de grupos paramilitares para desestabilizar la frontera e incluso el interior del país. 

 

Sin embargo, señala como aspectos que nada tienen que ver con la política de agresión de Estados Unidos contra Venezuela el mal funcionamiento de instituciones del Estado como el Saime lo cual deriva en la conformación de mafias que piden dólares a cambio de la elaboración de documentos oficiales. Para Negrón tampoco es culpa del bloqueo la cantidad de campesinos víctimas de sicariato y la inacción y permisividad ante el latifundio.

 

Acá el texto completo:

 

¿Qué es culpa del bloqueo y qué no?

 

Nos quedan algunas cosas bien asentadas. Estados Unidos apuesta por el desgaste, por la implosión social, por la agudización de las contradicciones. Para ello, plantean acrecentar más el cerco y la asfixia. Llevarnos a un nivel de vida insostenible. Su plan para Venezuela, según sus propias declaraciones, no solo contempla apropiarse de toda la inmensa riqueza del país, sino por sobre todo, borrar el chavismo del panorama político y social venezolano.

 

Lo que no hacen explícito los voceros de la Casa Blanca es que sus planificaciones chocan con más de la mitad de la población venezolana que apoya a la corriente política inaugurada por Hugo Chávez, y que para cumplir de manera literal con sus planes habría que reducir a sangre y fuego a miles de venezolanos. Claro que esta es la parte que suele omitirse en las entrevistas y reuniones, la historia oculta que no genera buena prensa.

 

Ahora bien, ¿si la agresión planteada es de carácter multidimensional y sistémico, no debería el Gobierno venezolano, planificar una contraofensiva de características similares?

 

La respuesta no es sencilla, pero tampoco imposible de dilucidar. La agresión contra Venezuela tiene un alto componente psicológico y moral. Busca deslegitimar el Estado venezolano, sus instituciones, haciendo que la realidad social sea cada vez más difícil de gobernar. Un ejemplo palpable es la economía, donde se ha impuesto una dolarización de hecho.

 

Conforme esto avanza, destruyen las condiciones de vida y vulneran los vínculos afectivos entre los propios venezolanos. La premisa parece ser: sin Estado, sin sociedad. Llevarnos no a los tiempos anteriores a Chávez, sino a los estadios salvajes del siglo XIX.

 

La amenaza no puede evaluarse con las premuras del corto plazo, sino con la necesidad del horizonte.

 

¿Está el pueblo venezolano, el Gobierno venezolano, solo sobreviviendo a la arremetida o está, conforme resiste, avanzando en la construcción de un proyecto social o político distinto?

 

Ese que encendió las alarmas de los poderes fácticos del mundo, que llenó de esperanza a los pueblos de cada continente.

 

Un esquema que podría servirnos para el análisis estratégico de la situación es preguntarse con absoluta sinceridad ¿qué asuntos son culpa del bloqueo, del asedio, de la guerra multidimensional y cuáles no? ¿Qué asuntos escapan a nuestras manos como venezolanos, como Gobierno, como Estado y cuáles no?

 

Pienso, por ejemplo, que impedirnos el acceso al sistema financiero internacional, con lo cual se destruye la posibilidad, en una economía tan dependiente, de conseguir alimentos y medicinas, es culpa absoluta de la agresión estadounidense. Esto es innegable y está plenamente documentado.

 

Pero el que la página web de una institución dedicada a expedir pasaportes no funcione y esto derive en el engrosamiento de las mafias que piden dólares a cambio de documentos oficiales no es culpa de la Casa Blanca.

 

El que se conformen y financien grupos paramilitares para desestabilizar la frontera venezolana e incluso el interior del país es responsabilidad de las agencias de inteligencia tanto estadounidenses como israelíes. Otro aspecto que no admite refutación.

 

Sin embargo, el que cada vez haya más y más denuncias de campesinos víctimas de sicariato, que reclaman porque han sido revertidos los instrumentos agrarios otorgados por Chávez, que cuestionan la inacción y permisividad ante el latifundio, no es culpa del bloqueo ni del Pentágono.

 

Y así podríamos seguir, en la construcción de una gran matriz que nos permita como venezolanos, atacar de manera mucho más efectiva y eficiente la agresión que se nos impone.

 

Nos quieren divididos, no quieren desesperanzados, nos quieren confundidos. Y lo peor que podemos hacer, en una circunstancia como esta, es no hablar con sinceridad. Ya lo decía Albert Camus: «Todas las desgracias de los hombres provienen de no hablar claro». Creo que tiene razón.

 

(LaIguana.TV)