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Un barco. Uno grande. Lo pegó en la cartulina y al lado escribió: “Pertenecer a la Marina”. El barco está junto a un niño jugando futbol. Ambas imágenes son parte del “Proyecto de vida” que Brayan llevó de tarea al colegio apenas dos años antes de que lo alcanzaran las balas de una guarimba en el estado Lara.

 

Al crecer quería estar en ese barco, pero también en un submarino porque los marineros, decía, “duran mucho tiempo bajo el mar, investigando”. Su madre, Marbelys Giménez, cuenta esto, y también que Brayan era muy buen dibujante: una vez que entró al liceo no solo creaba imágenes sino piezas basadas en objetos de la cotidianidad.

 

Brayan era el mayor de cinco hijos, tenía 14 años, y antes del 11 de abril del 2017 sus días transcurrían de esta manera: en la mañana se iba a estudiar y en la tarde, al regresar, se acercaba a la caminería para ayudar a su mamá a vender tostones, caraotas y quinchonchos. Así cada día hasta las 7 de la noche. Si su abuelo necesitaba compañía para hacer una diligencia él siempre estaba dispuesto a acompañarlo porque era muy solidario y alegre, dicen sus amigos. Ayudaba en todo lo que podía sin descuidar los partidos de futbol, ni los juegos con sus tres hermanas y su hermano menor.

 

“¡Naguará! Ese niño tenía demasiadas amistades”, recuerda Marbelys, “se ganó el cariño de todo el mundo, de niños, de personas adultas. Es que era muy servicial, muy llamativo, muy bonito”. Él escribió una vez: “Me gusta ayudar a mis padres. No me gusta meterme con los demás y me gusta tener muchos amigos”.

 

Brayan vivía junto a su madre y hermanos en la Ciudad Socialista Alí Primera, un urbanismo desarrollado bajo las políticas de vivienda del Gobierno bolivariano. Desde principios del mes de abril del 2017 algunos grupos de la oposición salieron a las calles a imitar las acciones del año 2014: quema de basura y cauchos, montaje de barricadas con escombros, esparcimiento de aceite en las vías para volcar a motorizados. Justo frente de la Ciudad Socialista Alí Primera se encuentra la urbanización “Hacienda Yucatán”, conformada por una mayoría opositora. Se cree que fue desde esa urbanización que la noche del 11 de abril vinieron los agresores que arremetieron contra el urbanismo.

 

A las 9 de la noche Brayan salió a comprar unas empanadas. Afuera un grupo de guarimberos querían atacar a la Ciudad Socialista, incendiar bombonas. Desde horas tempranas intentaban acceder de manera violenta a la comunidad. “No lo permitimos”, cuenta Marbelys. Entonces desde Yucatán comenzaron a disparar contra los habitantes desarmados que intentaban resguardar la entrada a las viviendas. “Mientras ellos nos lanzaban tiros, nosotros nos defendimos con piedras, hasta que llegó un momento que no pudimos más y corrimos hacia dentro”, le contó al colectivo de comunicación Voces Urgentes, Normelys Pérez. Junto a ella estaba Brayan, dos balas lo habían alcanzado. “No me dejen morir”, les pidió. Afuera continuaba la balacera.

 

Inmediatamente la dirigencia de la oposición inició su trabajo por redes sociales. María Corina Machado aseguró que Brayan fue víctima del “régimen”, y que además era parte de los jóvenes que protestaban, de los que “han crecido en dictadura y claman por libertad”. Mientras que en las cuentas de sus seguidores opositores la versión distorsionada fue: “Brayan Principal fue asesinado por ‘colectivos chavistas’”. Brayan, solo un nombre más para pedir la intervención extranjera.

 

Brayan, para la oposición un mero nombre, repetición vacía, retuiteable. Casi una celebración para justificar cualquier ataque de afuera que les ayude a acabar con la “dictadura”.

 

¿Qué saben de Brayan? Solo ocho meses habían pasado desde que su padre murió de un paro respiratorio, esto lo unió más a su mamá, se hizo su principal apoyo, su amigo: “Si yo no podía, él llevaba a sus hermanos al colegio. Íbamos al río. Siempre estábamos los cinco junticos”.

 

¿Qué saben de Brayan?: “Él era un niño con mucho carisma. Siempre jugábamos futbol juntos desde que nos conocimos. Hace dos años me mudé para acá y él fue de los primeros amigos que tuve. Lo que más voy a extrañar de él es la alegría”, dice su amigo Yankevin Rivas. Se queda callado, busca palabras, y al rato dice: “Era tanto. No sé qué decir, no tengo palabras para explicarlo”.

 

Brayan, a quien la oposición quiere levantar como su mártir, mientras culpan absurdamente a “colectivos chavistas”, personas que eran su familia, sus vecinos, la comunidad en la que creció, mientras todos saben perfectamente de dónde vinieron los disparos: “La oposición y sus líderes vienen sangrientamente. No están midiendo si hay niños, vienen amedrentando contra el pueblo. Por eso llamo a la paz. Que se acabe este terrorismo que ha causado la oposición, porque lo que causan son heridos y muertos”, pide Marbelys.

 

El sospechoso de los disparos que alcanzaron por la espalda a Brayan está prófugo. Organismos del Estado han desplegado una investigación para dar con él y otros posibles involucrados. Marbelys agradece al presidente Nicolás Maduro por haber enviado ayuda a todas las personas que han sufrido por las guarimbas. “Lo que quiero es que cese esta guerra, que llegue la paz. A mi hijo no me lo van a regresar. Lo único que les pido es que cuiden a sus hijos porque la derecha no mide, van contra los chavistas y no les importa nada”.

 

Brayan era, dijimos, muy buen dibujante: para una exposición en el colegio había hecho junto a su mamá un chaleco antibalas. Unos meses después los proyectiles lo alcanzaron antes que el mar, los barcos y submarinos.

 

(laculturanuestra.com)

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