Al menos cuatro documentos desclasificados por la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA, por sus siglas en inglés) confirman la trama que utilizó el actual presidente de Chile, Sebastían Piñera, junto a su papá y hermano, para apropiarse de recursos, enriquecerse y amalgamar una de las más grandes fortunas del planeta, todo esto gracias a sus estrechos vínculos con el dictador Augusto Pinochet.
 
 
Miguel Juan Sebastián Piñera Echenique, así lo describen los documentos que estuvieron secretos por la CIA y que hacen referencia a como este departamento lo ayudó a salir del escándalo judicial en el que cayó él junto a su familia, luego de descapitalizar el Banco de Talca, una institución de la que Piñera fue gerente y aprovechó tal cargo para hacer negocios, financiar amigos y empresas fantasmas o de malétín de su propiedad para así lograr un desfalcó superior a los 80 millones de dólares.
 
 
La revista Forbes, que saca anualmente el listado de los multimillonarios más adinerados del planeta, publicaba que para 2013 Sebastían Piñera acumulaba un patrimonio superior a los 2.400 millones de dólares, una cifra que se encrementó en 1.400 millones con respecto a la que ostentaba en 2009 cuando su patrimonio apenas superaba los 1.000 millones de dólares estadounidenses.
 
El patrimonio de Piñera se mantuvo alrededor de los 2.500 millones de dólares hasta 2017, pero en la actualidad ha ganado al menos 300 millones, para ubicarse tras un año en la Presidencia de Chile en 2.800 millones, según datos de Forbes para este 2019.
 
¿De dónde viene la fortuna de Piñera?
 
En un trabajo periodístico realizado en 2009 por Francisco Herreros, director del Semanario chileno El Siglo, titulado “El Dossier Piñera en el Archivo de la CIA”, y republicado por Infogate.cl, se muestran varios documentos secretos y desclasificados por dicha agencia donde se revela el origen de su fortuna durante la dictadura de Pinochet establecida entre el 11 de septiembre de 1973 al 11 de marzo de 1990, tras el asesinato del presidente Salvador Allende en el Palacio Presidencial durante el golpe militar que se gestó en su contra y que fue precedido de una de las más terribles guerras económicas contra su gestión.
 

Los documentos revelan que su padre, José Piñera Carvallo, era colaborador de la CIA desde 1965, y que José Piñera Echeñique, hermano de Sebastián, quien se desempeñó como Ministro del Trabajo y Previsión Social de la dictadura, desde donde impulsó el Plan Laboral y la reforma provisional que introdujo el sistema de capitalización individual, y como Ministro de Minería, desde donde perpetró la segunda desnacionalización del cobre, actuaba al mismo tiempo como el analista financiero de la familia Pinochet.

Los numerales 1 y 2 del documento de la CIA, remiten a la estafa perpetrada por la Cooperativa de Ahorro y Préstamo «La Familia», perteneciente a los Piñera y atribuye la autoría intelectual a Jaime Guzmán Errázuriz y José Piñera Echenique.

Sebastián Piñera sale a relucir en el documento cuando hace mención a la triangulación de empresas y lavado de activos por 85 millones de dólares, en relación con el Banco de Talca. Aparece una glosa a la constructora Socofer, de Luis Fernández Drey, cuya insolvencia precipitó la quiebra de la cooperatica La Familia.

 
En esta parte del documento, donde se hace mención a los negocios turbios con el Banco de Talca y los créditos entregados a empresas falsas durante la gestión de Piñera como gerente, aparece el actual presidente de Chile junto a su hermano José Piñera Echeñique y Carlos Massadcomo autores intelectuales del desfalco, incluso al punto de llegar a «comprar acciones del propio banco»
 
Cuando las autoridades chilenas descubren el desfalco, de inmediato el Gobierno de Estados Unidos a través de la CIA y su embajada en Santiago, ordenan que Sebastián Piñera debe ser sacado de inmediato del país para que no sea enjuicidado y encarcelado, es decir, había que evitar a toda costa que resultara culpable de sus actos.
 
«El Jefe de la CIA en Santiago informa de la reunión que sostuvo el Ministro Consejero para Asuntos Latinoamericanos, George Jones, con José Piñera Carvallo, padre de Sebastián y su primo hermano, Herman Chadwick Piñera.  El número 2 (jefe de la CIA) informa que en dicha reunión se estableció una ‘acción de contrainteligencia’, eufemísticamente denominada ‘neutralización’, consistente en sacar del país a Sebastián Piñera y su trasladado vía Argentina y México. El documento agrega que esa ‘colaboración’ fue ordenada por Aguila 1, denominación en clave que designa al Embajador de Estados Unidos en Santiago, cargo que en ese entonces desempeñaba el conservador James Theberge, y que para ella se recurrió a Fernando Quijano. Quijano, de nacionalidad mexicana, aparece vinculado no sólo a organizaciones de ultraderecha, sino también a redes neofascitas, tales como la Junta Internacional de Comités Laborales, el Movimiento de Solidaridad Iberoamericana, MSIA, y la Unión Nacional Sinarquista», cita el trabajo periodístico del Semanario El Siglo.
 

Por su parte, otro artículo titulado Anatomía de una Operación de Inteligencia Fascista, firmado por William F. Wertz, publicado el 4 de febrero de 2005 en la revista del Instituto Schiller, señala que «Entre 1985 y 1987, (Fernando) Quijano empezó a trabajar con Néstor Sánchez. Desde 1963 Sánchez estuvo implicado en el complot de la CIA conocido como la Operación Mongoose, para asesinar a Fidel Castro de Cuba. De 1965 a 1967 fue jefe de la estación de la CIA en Guatemala, donde colaboró con los escuadrones de la muerte. En los 1970, cuando Pinochet subió al poder y lanzó la Operación Cóndor de genocidio por todo el Cono Sur de Sudamérica, Sánchez se convirtió en jefe de la división para América Latina de la Dirección de Operaciones de la CIA, y luego en los 1980, durante lo del Irán–contra, en subsecretario auxiliar adjunto de Defensa para Asuntos Interamericanos, asignado al equipo del Consejo de Seguridad Nacional».

Otro texto de la CIA certifica que en medio de esa turbulencia que implicaba a la familia Piñera y que buscaba limpiar su culpabilidad, se dio una reunión «con nuestros colaboradores» de la Corte de Apelaciones y la Corte Suprema. En dicho encuentro, el entonces Presidente de la Corte Suprema, Rafael Retamal, recibió la orden de la CIA de declarar inocente a Sebastián Piñera y dar paso a la «neutralización» y la «operación de apoyo Uila» para sacarlo del país con colaboración y apoyo logístico de Fernando Quijano, José Piñera Carvallo y Herman Chadwick Piñera.

 
«El 28 de agosto de 1982 está marcado en el calendario personal de Sebastián Piñera como el peor día de su vida. Uno que ha querido olvidar y dejar enterrado en el pasado, pero que no lo ha abandonado en sus pesadillas. Ese día, el entonces ministro Luis Correa Bulo lo declaró reo y ordenó su arresto por fraude en contra del Banco de Talca e infracciones a la Ley General de Bancos. En el mismo dictamen amplió los cargos contra Miguel Calaf y Alberto Danioni, a esa fecha socios de Piñera y controladores del Banco de Talca, quienes ya se encontraban recluidos en el Anexo Cárcel Capuchinos. Piñera se salvó de ser detenido porque, advertido de la decisión judicial, optó por huir de la justicia y se mantuvo oculto durante 24 días, tiempo que demoraron sus abogados en tramitar un recurso de amparo a su favor que le garantizó su libertad. Sólo entonces, volvió y se presentó a tribunales. Al final fue salvado por la Ministra de la Dictadura Mónica Madariaga», cita un texto escrito por Patricio Mery Bell y Jorge Molina Araneda, publicado en el diario chileno El Ciudadano.
 

Detalles sobre el caso del Banco de Talca

 

En el mismo documento de la CIA que establece la ‘neutralización’, los recursos de amparo presentados por Sebastián Piñera, Carlos Massad y Emiliano Figueroa en contra de la resolución del juez Luis Correa Bulo, que ordenó encarcelarlos como reos como autores del delito de Defraudación al Banco de Talca y otros ilícitos, hace mención al 8 de septiembre de 1982, cuando la Séptima Sala de la Corte de Apelaciones rechazó el recurso de amparo, por dos votos, de los ministros Osvaldo Faúndez y Servando Jordán, contra uno, del Ministro Enrique Zurita.

El voto de mayoría estableció que “el mérito de los autos que se tienen a la vista, resulta que el mandamiento de prisión para los querellantes Sebastián Piñera Echenique, Emiliano Figueroa Sandoval y Carlos Massad Abud, ha sido expedido en caso previsto por la ley y con méritos de antecedentes que lo justifican y de conformidad, también, con lo dispuesto en el artículo 306 del Código de Procedimiento Penal”.

El origen de la trama remonta al 2 de noviembre de 1981, fecha en que el Banco de Talca fue intervenido por la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras, debido a que se encontraba en estado cesación de pagos, con una deuda con el Banco Central cercana a los 40 millones de dólares. El 20 de mayo de 1982, fue iniciada por una querella presentada por el liquidador del banco, Eugenio Silva Risopatrón, contra los socios controladores y quienes resultaran responsables de los ilícitos que precipitaron la intervención y posterior liquidación del banco.

Detalles pormenorizados del proceso, que dicho sea de paso, se encuentra desaparecido desde el Archivo Judicial, fueron suministrados por el diario La Nación el 19 de abril pasado. Entre esos antecedentes, conviene citar los siguientes:

“Según los querellantes, el capital y las reservas del Banco de Talca alcanzaban al momento de su intervención a los 40 millones de dólares. La investigación judicial determinó que los créditos irrecuperables otorgados por la institución financiera sumaban 250 millones de dólares. En su cartera de créditos, el Banco de Talca tenía más de 200 millones de dólares prestados a empresas relacionadas, es decir cinco veces su capital y reservas, cuando la ley permitía un límite máximo de sólo el 25% del mismo».

 
«Pero había más. Las sociedades relacionadas no necesariamente tenían existencia legal y, según la investigación judicial, los controladores y ejecutivos del banco le otorgaron créditos a estas sociedades fantasmas sin ningún tipo de garantía. Según reconocieron los propios involucrados, estos créditos a empresas relacionadas estaban destinados a comprar con ese dinero acciones del propio banco. Ese era el modelo de capitalización que había ideado Piñera y sus socios desde las oficinas de Infinco, la sociedad de profesionales que constituyeron para asesorar al Banco de Talca en marzo de 1978. Según informó la prensa de la época, el grupo llegó a constituir 150 empresas sólo con la finalidad de operar de esta manera. Pero tampoco fue todo. El Banco utilizó además mañosamente los beneficios que el Banco Central otorgaba en la época a los exportadores. Fingió una serie de exportaciones, a través de empresas chilenas de papel a compañías panameñas, también de papel, según consta en el proceso en un informe del auditor Iván Goic”.
 
 
La riqueza de Piñera también se alimentó de la dictadura militar boliviana
 
De acuerdo al Semanario El Fulgor de Bolivia, el aristócrata Sebastián Piñera, multimillonario empresario e hijo del diplomático de la dictadura de Pinochet que vivió su niñez en Bélgica y su adolescencia en Estados Unidos, donde luego estudió un doctorado en Harvard, amasó parte de su fortuna durante la dictadura militar de Hugo Banzer Suárez (1971-1978).
 

Describe el referido semanario que después de hacer su tesis doctoral y volver a Chile, «vino a Bolivia como consultor (1976), contratado por su profesor estadounidense Richard Musgrave, un especialista en finanzas públicas que trabajó para el dictador Banzer en un estudio sobre las cuentas nacionales».

«Piñera cobró por la consultoría la elevada cantidad de 50.000 dólares», cita el texto, una aseveración que fue confirmada propio Piñera en su biografía oficial sobre el trabajo que realizó para el dictador Banzer, donde además cuenta que con ese dinero empezó un negocio inmobiliario en Chile que después le daría pie a entrar en otros negocios, todos vinculados hacer una fortuna basada en un historia de engaños, fraudes y “buenos negocios” con la dictadura de Pinochet y los que lo sucedieron, entre ellos él mismo en dos periodos presidenciales (2010-2014 y 2018 hasta el 2022).
 
El trabajo periodístico de El Fulgor agrega que aquellos 50.000 dólares que le cobró a Banzer, le servían para comprar 5 casas en el mejor barrio de La Paz. Una vez dejó Bolivia, Piñera trabajó para la CEPAL y el Banco Mundial.
 

«En 1979, ingresó a trabajar como consultor del Banco de Talca, de ahí paso a gerente y casi de inmediato se convirtió en socio capitalista del grupo Calaf-Danioni, el mayor accionista del banco que lo contrató. En 1982, el banco quebró y los accionistas fueron acusados de haber creado empresas de papel y haber dado grandes cantidades de crédito y reinvertir en el propio banco a fin de inflar el capital. La entidad fiscalizadora inició un proceso penal contra los dueños y accionistas por infringir la Ley de Bancos. Piñera presentó un recurso de amparo ante la Corte Suprema de Justicia para que no lo detengan, la Corte falló a su favor y los exonero de cargos, pero sus socios fueron tres años a la cárcel. La prensa chilena dijo que hubo tráfico de influencias, pues el juez que lo acuso después fue brutalmente desprestigiado y luego despedido».

Piñera volvió a la banca y fue nombrado gerente del Banco Citicorpo donde incursionó en el negocio de las tarjetas de crédito. Versiones publicadas en la prensa chilena y corroboradas por sus exsocios en una solicitada antes de las últimas elecciones, dicen que el banco envió a Piñera a Estados Unidos para investigar y consolidar el negocio de las tarjetas de débito, pero él hizo un informe señalando que era inviable.

 
«Sin embargo, de manera paralela de manera y desleal, Piñera inició su propio negocio, se alió como socio minoritario de Infinco, la empresa que logó la representación de Mastercard y Visa. Pero, paralelamente, también se hizo socio minoritario de Bancard –la empresa que también introdujo las tarjetas de débito y crédito a Chile– pocos años después, Piñera pasó de tener 2,94% de las acciones a tener el control total de la empresa. En 1987 creó Findcard que es la mayor emisora de tarjetas de crédito y débito de Chile y lanzó al mercado la Magna, la tarjeta de crédito para segmentos de menores ingresos», agrega El Fulgor.
 
 
La fortuna de Piñera siguió creciendo a expensas del Estado en los 90’s

En los años 90’s, -describe el referido semanario boliviano- Piñera vendió Bancard a Transbank en 40 millones de dólares y después en 1993 vendió Fincard al Banco Santander en aproximadamente 60 millones de dólares.

Compró acciones de la línea aérea LAIN, después de participar como funcionario en la reunión de directorio de la empresa. La Superintendencia de Valores lo multó ‘por haber infringido la prohibición de comprar acciones que la Ley del Mercado de Valores impone a las personas que cuentan con información privilegiada’.

Después incursionó en telecomunicaciones. Compró acciones de ENTEL Chile, estuvo vinculado a Aplle Chile, se adjudicó el canal de televisión, Chilevisión. El político también incursionó en el fútbol y se convirtió en el principal accionista individual de Blanco y Negro, empresa controladora del club Colo Colo de Chile.

Al tiempo se hizo pública una investigación sobre cadenas de farmacias que controlaban e imponían los precios de los medicamentos en Chile. Piñera en ese momento era congresista y poseía la mayor cantidad accionaria de la internacional red de farmacias de Chile, FASA. Al respecto dijo que «no sabía que era accionista» y aseguró que vendería esas acciones, proceso en el que capitalizó 2,4 millones de dólares cuando vendió su participación accionaria de la red de farmacias FASA, el 6 de abril de 2009.

Mientras ejercía su primera presidencia y en la Corte de Justicia de La Haya se discutía un litigio marítimo entre Chile y Perú. Piñera compró acciones de la pesquera peruana Exalmar, la cual se benefició del resultado de la sentencia internacional que modificó el límite marítimo entre ambos países que le anexó a Perú unos 22.000 kilómetros de mar.

 
(LaIguana.TV)