Los partidos enfrentados al chavismo han intentado, en más de una oportunidad, hacerse con el poder por vías violentas.

 

De los 20 procesos electorales celebrados en los últimos 17 años, la oposición solo ha ganado dos (la Reforma constitucional 2007 y las Parlamentarias de 2015). Y aquello que no consiguieron por medio la de elecciones, intentan conseguirlo a la fuerza. Cada ocasión ha venido acompañada del discurso de la ‘última vez’.

 

Abril de 2002: ‘La batalla final’

 

En Abril de 2002, Venezuela fue escenario de un hecho sin precedentes.

 

El presidente Hugo Chávez era derrocado por «el primer golpe de Estado mediático del mundo», a decir del comunicólogo Ignacio Ramonet.

 

Tras varios meses de agitación, los partidos opositores al chavismo dirigieron una marcha hacia el palacio de Gobierno bajo el lema de ‘La batalla final será en Miraflores’.

 

El golpe funcionó, pero Chávez volvería al poder 47 horas más tarde, gracias a una insurrección cívico militar.

 

2002 – 2003: ‘Ni un paso atrás’

 

Pasados ocho meses del fracasado golpe de Estado, en diciembre del 2002 y hasta enero de 2003, la oposición se enlistó en una huelga que derivó en el más grande sabotaje que haya experimentado la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), principal fuente de recursos del país latinoamericano.

 

Carlos Ortega, presidente de la —entonces poderosa— Central de Trabajadores de Venezuela (CTV), dio inicio al paro declarando que el propósito era «sacar al tirano» , refiriéndose al presidente Chávez.

 

Cuando la huelga no rindió sus frutos, pasaron a las acciones de sabotaje contra la empresa petrolera. Confiados en que el estrangulamiento de PDVSA suponía el colapso del país y del Gobierno, la oposición convocó a su militancia. La consigna fue: ‘Ni un paso atrás’.

 

Luego de 63 días de conflicto en los que escasearon gasolina y alimentos, Chávez lideró la victoria de los bolivarianos sobre la oposición y consiguió un objetivo que le había sido esquivo: el control de la estatal petrolera.

 

Cifras oficiales difundidas por la agencia de noticias AVN, señalan que aquella estrategia opositora de ‘ni un paso atrás’ dejó pérdidas al país por más de 20.000 millones de dólares.

 

Febrero 2014: ‘La Salida’

 

En 2014 comenzaba la presidencia de Nicolás Maduro muy poco tiempo después del fallecimiento de Hugo Chávez.

 

La oposición, convencida de que ‘muerto Chávez se acababa el chavismo’, recurrió a una estrategia apocalíptica que, en esa oportunidad llamaron ‘La Salida’.

 

Las acciones violentas o guarimbas (inauguradas en 2004) lideradas por los opositores Leopoldo López, María Corina Machado y Antonio Ledezma, las reeditaron el 12 de febrero de 2014.

 

Una periodista preguntó a Leopoldo López cuánto tiempo durarían las protestas y este respondió: «Esto termina cuando logremos sacar a quien nos está gobernando».

 

Cercados en las zonas de clase media y alta de Caracas y de algunos Estados de Venezuela, las manifestaciones se fueron apagando sin lograr derrocar al Gobierno.

 

43 personas perdieron la vida y López resultó juzgado y condenado a 13 años, nueve meses y siete días de prisión.

 

Septiembre 2016: ‘No retorno’

 

El último trimestres de 2016 la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) convocó una marcha bautizada como de ‘no retorno’ para exigir la realización de un referendo revocatorio contra Nicolás Maduro.

 

Fallas en la recolección de las firmas llevada a cabo por la oposición (usurpación de identidades y muertos firmantes, entre otras) para activar el revocatorio impidieron su realización en el lapso que ellos pretendían.

 

2017: ‘Ahora o nunca’

 

En los últimos 46 días, Venezuela vive una nueva oleada de violencia convocada y ejecutada por los partidos opositores.

 

Una vez más, alientan a sus seguidores a tomar las calles para salir, ahora sí, del Gobierno chavista.

 

‘La última guerra’

 

En Venezuela se están aplicando «técnicas de propaganda de guerra», precisa a RT Arlenín Aguillón, especialista en análisis del discurso mediático.

 

En particular, sostiene que los discursos opositores coinciden con una estrategia que es conocida como ‘la última guerra’.

 

«Esa técnica lleva implícito el ‘ahora sí'», un mensaje que —asegura— «impacta en las emociones del receptor». «Lo impulsa a un último esfuerzo que, por duro que parezca, se hace necesario. Implica estimular un ambiente de histeria colectiva, o caos social», afirma.

 

Para Aguillón, ‘la última guerra’ propone una solución, que «no necesariamente sería para el bienestar colectivo», sino «para el beneficio de una minoría que hizo posible los drásticos cambios».

 

El corto plazo

 

Pero si desde hace 17 años la oposición ha intentado sin éxito, acabar con el chavismo, ¿por qué siguen recurriendo al mismo discurso?

 

Para Reinaldo Iturriza, exministro de Cultura, «la clase política antichavista es, esencialmente, cortoplacista».

 

Consultado por RT afirma que esa condición hace que sus objetivos muten de «pedir elecciones a ‘Maduro vete ya'», aunque también «de calificar al Gobierno como dictadura o fomentar llamados a la desobediencia».

 

Iturriza subraya que la clase media existente antes del chavismo, «es muy inculta políticamente» y, al mismo tiempo, «proclive a adoptar posturas de la antipolítica» para solucionar conflictos.

 

«Ese discurso de la derrota inminente del chavismo, singularmente milenarista, es mucho más peligroso ahora que hace 15 años», apunta el exministro.

 

Los apoyos (políticos, económicos, mediáticos) que la oposición recibe desde el exterior contribuyen a que se sientan confiados en una victoria final sobre el chavismo.

 

«Hoy se creen los cruzados que van en lucha contra los infieles», apunta Reinaldo Iturriza.

 

(RT)

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