El presidente electo de Guatemala, Alejandro Giammatei, está lejos de ser el demócrata ejemplar que pretende presentar la oposición venezolana, figuras de la diplomacia hemisférica, como Luis Almagro, y los consabidos medios de comunicación e influencers de la derecha.

 

Giammattei llegó el sábado a Maiquetía para cumplir lo que había sido presentado como una «visita oficial» para reunirse con el autoproclamado Juan Guaidó, pero las autoridades de inmigración lo declararon inadmitido y lo enviaron de vuelta a su país.

 

Guaidó deploró que se le haya impedido ingresar a Giammattei, mientras sí se les permite el ingreso a «delincuentes» cubanos.

 

Se comprende que Guaidó quiera defender a su invitado de honor, pero la verdad es que hablar de delincuentes, a propósito de este incidente, es como nombrar la soga en la casa del ahorcado. Al menos si se toma en cuenta la fama que el próximo mandatario tiene en su propio país, que lo eligió tras dos décadas de postularse a la presidencia.

 

La imagen que tiene Giammattei en su nación está bastante maltrecha en este sentido. La organización guatemalteca de periodismo de investigación Nómada, escribió un trabajo titulado «20 años como candidato y una colección de criminales cerca suyo».

 

En esta especie de biografía se señalan las relaciones del dirigente de extrema derecha con militares corruptos, empresarios vinculados al lavado de dinero y organizaciones del tipo escuadrones de la muerte.

 

De hecho, se señala que su momento de gran proyección pública fue cuando era Director Penitenciario y sofocó un motín en una de las peores cárceles del país, en una operación que costó la vida a siete reclusos. También hubo denuncias en su contra por torturas y malos tratos a los privados de libertad.

 

Las investigaciones revelaron que  una organización criminal funcionaba dentro del gobierno dedicada a ejecuciones extrajudiciales. Giammattei fue sospechoso de haber actuado en complicidad con esa banda, entregado los nombres de los reos que murieron ese día. Por esos nexos fue encausado y privado de libertad por 10 meses, hasta que el Juzgado Primero de Alto Riesgo cerró el proceso por falta de pruebas.

 

Luego se reabrió el juicio por solicitud de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG). Para evitar volver a la cárcel, trató de huir a Honduras, pero fue detenido y estuvo preso otros tres meses. En mayo de 2011 se ordenó el cierre de la investigación penal en contra del personaje.

 

En su sexto intento de llegar a la presidencia, luego de convenientes decisiones judiciales que anularon las postulaciones de dos rivales que lo superaban en las encuestas, Giammattei logró convencer a la mayoría guatemalteca ofreciendo un gobierno de mano dura, pronunciándose a favor de la pena de muerte y en contra del aborto y del matrimonio igualitario.

 

Para hacer creíble esa oferta, se apoyó en sus características personales. En el trabajo de Nómada se le dibuja así: «Impulsivo, enojado, iracundo, con poco control, déspota, tirano, impredecible, caprichoso, vengativo, incontrolable, con nula inteligencia emocional”. La nota acota que todos los que hablaron de él lo hicieron con la condición de no ser identificados, por temor a represalias.

 

Los funcionarios venezolanos con los que interactuó este sábado en el aeropuerto Simón Bolívar, dan fe de que la descripción no es exagerada.

 

La Cancillería venezolana informó que Giammattei fue rechazado  porque su visita no había sido coordinada por la embajada guatemalteca en Caracas, lo que es necesario incluso para cumplir los protocolos internacionales de seguridad aplicables a los dignatarios. Además, el viajero no presentó el pasaporte del país que presidirá a partir de enero, sino uno correspondiente a su otra nacionalidad, la italiana.

 

(LaIguana.TV)