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¿Qué pasará si las personas que protestan en Brasil, Colombia, Argentina o Francia –para no hablar directamente del imperio– adoptan las estrategias del manual de Gene Sharp, tan aplaudidas por la prensa internacional en el caso venezolano? Podemos apostar fuerte a locha (como se decía hace algunas décadas) a que habrá un unánime rechazo y se tratará a los protagonistas de tales hechos como peligrosos delincuentes.

 

La vertiginosa realidad del mundo, y en particular de nuestra Patria Grande, nos permite ver esa experiencia en forma directa, de manera simultánea. Tanto acá como allá hay manifestantes enfrentándose a los cuerpos de seguridad del Estado. La diferencia está en que los de Venezuela son tratados como héroes, mientras los de los otros países son señalados como grupos violentos que han debido ser contenidos legal y legítimamente por las autoridades.

 

La prensa de la derecha hegemónica mundial glorifica la destrucción causada por focos vandálicos en Venezuela, los cuales entran en acción luego de que los seguidores del manual de Sharp hacen sus performances presuntamente pacifistas, con flores, gritos y lágrimas. Comparsas de fotógrafos y camarógrafos de agencias de noticias y grandes diarios de Estados Unidos y Europa actúan como si fueran personal al servicio de una superproducción hollywoodense. Los “directores” de escena les dicen: “Ahora va a salir un muchacho sin ropa y se va a montar en aquel vehículo de la Guardia” y todos toman al nudista que, además, adopta poses que evocan episodios verdaderos y muy dramáticos, como la guerra de Vietnam. Al día siguiente es una abuela que enfrenta a la “ballena”, unas mujeres mostrando los senos, unos músicos que tocan el himno nacional o unos feligreses que cargan con la imagen de una virgen.

 

¿Por qué no vemos episodios como esos en las reseñas de las protestas de otros países? ¿Será que los grupos que manifiestan lo hacen de un modo mucho más serio y no están en onda de striptease o de inmolaciones prefabricadas ni tienen directores gritando “¡Cámara, acción!”? ¿O será que sí intentan hacer ese tipo de cosas “mediáticas”, pero la prensa mundial mira para otro lado mientras la policía los apalea?

 

La desobediencia civil, los desplantes a la autoridad, los lanzamientos de bombas de pupú, las intimidaciones públicas a funcionarios en el exterior, los cierres de vías de comunicación, la aparición de figuras empáticas (abuelas, mujeres embarazadas, hombres desnudos, damas topless, médicos con bata y estetoscopio) que enfrentan “valientemente” a los gendarmes antimotines es un jueguito (el de Sharp) que la derecha auspicia y financia en los países con gobiernos que se les han salido del redil. No toleran eso ni nada parecido en sus propios patios ni en los dominios de las naciones de su club. ¿Por qué será, si son tan democráticos?

 

En el plano de la semántica, los medios internacionales dan clases de malabarismo para apoyar las maniobras del manual de Sharp en un lado, pero no en el otro. Si los organismos de seguridad actúan en Venezuela, se habla de represión brutal contra civiles desarmados; si lo hacen en los otros países, se dice que operaron en la “contención de grupos violentos”; a estos últimos, en Venezuela se les llama “jóvenes estudiantes” o “combatientes por la libertad”. En cualquier otra nación, impedir el tránsito en una vía pública es un acto ilegal y, en muchos casos, sancionado con fuertes multas y hasta con prisión; en Venezuela, la misma prensa lo presenta como parte del derecho inalienable a manifestar, una de las formas “no violentas” (según Sharp) que la dictadura intenta conculcar.

 

Lo que ha ocurrido con las protestas excrementarias (llamémosla así para no usar palabras más feas) es realmente sintomático. De pronto, buena parte de  la sociedad civil opositora sintió que había descubierto un arma portentosa, algo que les permitiría, incluso, hacerle un aporte al manual de Sharp para futuras “revoluciones” de derecha. Orgullosamente se mostraron en videos y fotos arrojando frascos de heces a los funcionarios antidisturbios.  Tan pronto intentaron hacer algo parecido en la meca del escualidismo huido, el estado de Florida, les cayó “la ley y el orden” del imperio.  Por si acaso había alguna duda, quedó claramente demostrado que esos países superdemocráticos aplauden las estratagemas de Sharp y todas las otras que se inventen ahora o en el futuro, siempre y cuando no sea contra ellos ni contra los perritos obedientes que duermen en sus alfombras.

 

(Clodovaldo Hernández / [email protected])