Experto en temas geopolíticos, profesor universitario, administrador y analista de sistemas, Vladimir Adrianza es básicamente un marxista. Y lo demuestra cuando afirma que toda la historia de la humanidad, incluyendo nuestra actualidad más candente, es parte de la historia de la lucha de clases.

 

Bajo ese enfoque, analizó el complejo cuadro internacional de este 2019, remontándose a diversas etapas de nuestro recorrido continental.

 

A continuación, una versión de la intervención de Adrianza en el programa Cara a cara:

 

-Al iniciarse este año se montó una coalición encabezada por EEUU para desconocer al gobierno de Venezuela. Hoy casi todos los gobiernos participantes, incluyendo el de Donald Trump, atraviesan crisis simultáneas. Podría ser un momento más riesgoso aún para Venezuela. ¿Qué piensa usted?

 

-Lo primero que debemos decir es una frase lapidaria de Carlos Marx que es clave para comprender esto: la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases. En este caso, esa lucha adquiere la forma de lucha política. Cuando vemos lo que está pasando hoy en Suramérica y recordamos lo que pasó después de la Independencia, observamos una contradicción siempre presente: las burguesías de entonces que respondían a los intereses imperiales de Inglaterra y Estados Unidos, por un lado, y los que enarbolaron otras banderas, por el otro. Por ejemplo, Simón Bolívar pensaba de un modo diametralmente opuesto a la oligarquía conservadora de esos tiempos. Eso se refleja en el libro de Perú de Lacroix (El Diario de Bucaramanga) donde el Libertador decía que los aristócratas se consideraban iguales entre ellos, pero no eran capaces de ver la forma cómo vivían y los anhelos que tenían esos que integraban esa clase social que él llamó “el bajo pueblo colombiano”. Advertía que por eso, la situación de ese pueblo era, después de la Independencia, muy similar a la que tuvieron en tiempos de la Colonia y la esclavitud. Bueno, ese conjunto de clases sociales que ha dominado cada una en sus países, han ido evolucionando. Como dice Theotonio Dos Santos, cuando se dieron cuenta de que no podían competir con las clases dominantes europeas y de los países potencias de ese entonces, simplemente asumieron un modo de sumisión, de colaboración de clases con esas potencias para mantener sus espacios de poder. Desgraciadamente eso es lo que ha seguido pasando en la región en todo este tiempo. En la época del presidente Hugo Chávez, se pudo observar el apoyo que esas clases dominantes latinoamericanas le daban al Área de Libre Comercio de las Américas, que impulsaba Estados Unidos. Era aceptable para esas clases pues se trataba prácticamente de cambiar el modelo colonial español por un nuevo imperio. Todas las colonias comerciaban directamente con España, no entre ellas, y el ALCA era la reproducción de ese modelo. Luego de la partida del presidente Hugo Chávez y con la restauración conservadora en América Latina, nos damos cuenta de que esos sentimientos, esos intereses, esos patrones de conducta prácticamente se han mantenido. Allí entra Donald Trump, que encuentra a EEUU en un proceso de retroceso de su influencia mundial y por eso habla de implantar el concepto de Make America great again (Hacer a EEUU grande de nuevo) o America first (EEUU primero), con lo que de alguna manera reconoce que ya no son grandes ni están de primeros… Entonces intenta cubrir el área que le es vital, según Atilio Borón, basándose en aquella primera doctrina (Monroe) “América para los americanos”, robustecida luego con el Corolario Roosevelt. Todo esto nos lleva a pensar que buena parte de lo que está pasando en América Latina demuestra que ante el retroceso de la influencia de EEUU, están intentando, junto con las derechas latinoamericanas, mantener sus espacios de poder en lo que llaman “su” hemisferio. Esa confrontación no se dio con tanta fuerza en tiempos de Bush porque él estaba más interesado en tener un control omnímodo del Medio Oriente. En estos tiempos, EEUU se repliega, luego de inmensas derrotas para sus intereses en esa zona (por el crecimiento de Irán y por la presencia de Rusia). Ese repliegue los lleva a generar una política que les garantice en este continente una periferia como potencia que les permita protegerse ante el crecimiento avasallante de China  y de Rusia. Por su parte, las derechas suramericanas se dan cuenta de que ante la cantidad de elementos que pusieron en juego las corrientes asociadas al pensamiento del presidente Chávez, si quieren preservar sus espacios de poder deben seguir en la relación de sumisión con las élites capitaneadas por EEUU pero que tienen por detrás un conjunto de intereses de orden sionista. América Latina, igual que África, es una zona exportadora de materias primas, en las que son fundamentales los procesos de acumulación de capital y eso es importante siempre, pero más ahora cuando EEUU se ha visto desplazado en la producción de bienes manufacturados. El desarrollo industrial fue lo que les permitió un crecimiento inmenso después de la Segunda Guerra Mundial y, junto con la estrategia del dólar, dominar el capitalismo global por más de veinte años.

 

-¿El hecho de que Donald Trump esté amenazado en estos momentos por un impeachment significa una mayor amenaza para Venezuela o, por el contrario, es un alivio?

 

-La situación interna de EEEUU va a afectar cualquier acción que tome quien ejerce la presidencia de ese país. ¿Cuántos de ellos no han apelado a la factura de la guerra para meter al país en un compromiso que además les permita alimentar el complejo industrial-militar-financiero-comunciacional de esa nación? Eso es una realidad palpable, que ha sucedido muchas veces y que no sería nada extraño con el gabinete que tiene Trump, que se caracteriza por reunir lo más conservador y deleznable del pensamiento de derecha de EEUU. Ahora bien, independientemente de que esté Trump en la Casa Blanca o que esté cualquier otro de ellos, el resultante es lo mismo porque aunque cambien algunos matices, EEUU para mantenerse como potencia necesita de al menos una periferia. Y esa periferia es América Latina, su patio trasero, así que van a mantener como política de Estado la agresión hacia América Latina. Nosotros debemos entender que eso es así y hacer los cambios y transformaciones necesarias para enfrentar esas agresiones.

 

En Ecuador se ha planteado una clásica receta del Fondo Monetario Internacional que tuvo una respuesta que también se está volviendo clásica, una reacción popular fuerte. ¿Qué significa el caso ecuatoriano para esa geopolítica continental y mundial?

 

-Ecuador es un caso clásico de lo que decía al principio: la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases. Todo lo que ha pasado en el Ecuador de Lenin Moreno (que debería quitarse ese nombre, que pertenece a un verdadero revolucionario) hay que analizarlo en ese contexto. Es la clase social conservadora de Ecuador versus aquellos que, siguiendo las líneas que estableció Rafael Correa, vieron la posibilidad de que la ciudadanía tuviera un espacio de expresión dentro de la sociedad ecuatoriana. A esto se suman los intereses de EEUU, que va a apoyar siempre a esa clase conservadora, porque su objetivo es mantener el continente siempre bajo su manejo. Cuando analizamos el concepto del imperialismo, no solo es la expresión de una potencia hegemónica, omnímoda y avasalladora, sino que se junta con factores internos para garantizar el estado de subordinación y de sumisión. Eso es lo que está pasando en Ecuador. El caso de la traición de Moreno es psiquiátrico. Una persona que estuvo siete años con Correa y que logró engañar a Correa y a todo el mundo para luego, de la noche a la mañana, meter preso al vicepresidente que tenía, manipular el Estado para poner a un ministro de la Defensa que amenaza con las armas del Ejercito a los manifestantes en la calle, indiscutiblemente que habría que ver no solo su capacidad de mentir, sino también las presiones que debe haber recibido para dejar de lado lo que se había logrado. Ecuador es un país pequeño, pero es que en el más grande, Brasil, por la vía del Poder Judicial, defenestraron a Dilma y a Lula. No hay todavía una respuesta positiva a si Dilma se robó algo o aplicó mal la ley. Hay sobradas pruebas de que Lula está injustamente preso. Si vemos el caso de Argentina, observamos la forma como  Macri aprovechó para aplicar las recetas del FMI y le permitió a este volver a dominar a la Argentina por la vía del endeudamiento externo, pues tienen una deuda para cien años. Inclusive, les ha servido para dejar colar el mensaje de que, sea quien sea el que venga, va a tener que entendérselas con el FMI, lo cual lesionara la soberanía de los argentinos. Todo esto nos lleva a pensar que el de Ecuador no es un hecho aislado, sino parte de un esquema que demuestra los conceptos de guerra que han surgido luego de lo que en los años 70 y 80 se llamó la destrucción mutua asegurada. Eran las teorías militares de entonces sobre el enfrentamiento entre EEUU y la Unión Soviética. A raíz del riesgo nuclear, los pensadores de la guerra han desarrollado otras teorías, entre las cuales destacan  la guerra no convencional y la guerra híbrida. Estas modalidades nos las han aplicado a Venezuela. Este año, específicamente, han tratado de generar una confrontación en la frontera con Colombia para agregarle el componente que faltaba, que es el de las operaciones militares y paramilitares  que justifiquen la actuación de ejércitos extranjeros en nuestro territorio.

 

-¿La situación interna de Iván Duque y de su jefe político, Álvaro Uribe, no podría precipitar ese casus belli que se ha estado buscando para generar un conflicto con Venezuela?

 

-El presidente Chávez siempre habló de eje Caracas-Brasilia-Buenos Aires. En los últimos tiempos, ellos han golpeado a Brasilia y a Buenos Aires, y los han intentado de diferentes formas con Venezuela, pero no han logrado doblegarla. Venezuela tiene el décimo de los ingresos que tenía hace tres o cuatro años atrás, y aún así el gobierno de Maduro no ha caído. Eso nos lleva a pensar que van a intentar cualquier mecanismo, sobre todo desde la Colombia que tiene 200 años en un planteamiento que podríamos resumir como el interés de las clases dominantes de allá, subordinadas a los imperios de turno, de mantenerse en el poder para preservar sus privilegios. No hay diferencia sustancial entre la Colombia de hoy en día, con sus más de 500 dirigente sociales muertos y lo que hizo el ejército colombiano en tiempos de la United Fruit Company, cuando masacraron a los campesinos por defender el interés de la bananera. Esa clase dominante apelará a cualquier método para mantenerse en el poder. Yo sostengo que el negocio de la droga en Colombia es propiedad de la clase dominante. En una entrevista que Piedad Córdoba le dio a Rafael Correa el año pasado, ella decía que el 84% de las tierras cultivables de Colombia está en manos del 1% de la población. Todos sabemos que el cultivo de la coca se viene incrementando desde hace varios años. Si existe ese inmenso latifundio y la producción de droga ha crecido, ¿de quién será el negocio? Uno necesariamente concluye que es el negocio de esas clases dominantes. ¿Por qué EEUU tolera eso? Hay muchas respuestas, incluyendo que EEUU tiene 40 millones de adictos. La respuesta real la dijo en su momento Cristina Fernández en la Cumbre de las Américas de marzo de 2015. Ella dijo que era necesario analizar los procesos de acumulación de capital por la vía de la droga porque, palabras más o palabras menos, la droga sale de Colombia valiendo 20 y llega a Chicago valiendo 80, es decir 400% más, y hay que preguntarse para quién de verdad es la ganancia. Cuando se analiza la política de EEUU para América Latina, ellos tienden a dolarizar las economías de nuestras naciones. Saben que  vienen en un proceso de retroceso a nivel mundial y uno de los aspectos en los que se evidencia ese retroceso es la preponderancia del dólar como moneda de reserva internacional. Hemos visto que Turquía y Rusia han acordado intercambio en sus propias monedas. Ya lo hemos visto entre Irán y Rusia y ni hablar entre China y Rusia. Entonces hablamos de que hay una rebelión parcial de los países de la semiperiferia, que se centra entre otras cosas en la utilización de sus monedas. Han sido un éxito in crescente el yuan-oro para las compras a futuro de petróleo. También, como decía William Clark, el euro ha sido el intento más serio de una moneda que adversara al dólar a nivel internacional. En Europa circula el euro y si no lo hace en campos como la energía es porque EEUU coacciona a Arabia Saudí para que venda su petróleo en dólares y así poder sostener la moneda. Vemos entonces que el reducto que le queda a EEUU para el reinado del dólar es América Latina. Por eso dentro de la política de Trump y de los que vengan, está balancear el poder de su moneda como divisa y como mecanismo de control. Esto nos lleva a entender por qué en Venezuela están circulando tantos dólares. No creo que vengan de las remesas. Creo que en parte es lo que nos viene de Colombia. La dolarización de los diversos países suramericanos ha ido creciendo y eso es parte de una estrategia porque esas cosas no suceden por azar.

 

-Es difícil hacer pronósticos, pero soplan vientos de cambio, ya sea por situaciones sobrevenidas como la de Ecuador o previstas como la de Argentina. ¿Esos cambios, a su juicio, serán favorables o desfavorables?

 

-Es parte de las contradicciones en el marco del capitalismo, en un ámbito periférico, como los es nuestra región desde los tiempos coloniales. Esas contradicciones forman parte de un devenir histórico que, según como se asocien los diferentes factores, va a generar resultados diferentes. Pareciera ser que vamos a vivir otra etapa. Vivimos los tiempos de Chávez, Lula, Kirchner y Cristina. Hemos estado viviendo luego lo que Correa llamó la restauración conservadora, pero las contradicciones en este continente, el más desigual del planeta, siguen allí. Más allá del adormecimiento que viven algunos países, como Perú (donde hasta sectores populares tienen pensamiento neoliberal), las contradicciones que se han presentado son las que van a tener como resultante la síntesis de lo que va a ser la próxima etapa de América Latina. La correlación de fuerzas y la organización popular van a sumar mucho en eso. Pero de allí a que nosotros debemos esperar que EEUU cambie de política… no seamos tan ilusos. Es la supervivencia de EEUU y del capital estadounidense, de sus círculos de poder y de los intereses de sus clases dominantes, junto a las de su conjunto de acólitos (como el Grupo Bilderberg, la Comisión Trilateral) los que van a impulsar la acción directa e indirecta sobre la realidad latinoamericana. Es la conciencia de los pueblos, el deseo de cambiar de verdad esa relación de dominación, lo que va a jugar el papel definitorio. En el caso de Venezuela, el rol es resistir de manera inteligente, en desarrollo de sus fuerzas productivas para disminuir la dependencia que ha caracterizado al país, sobre todo en el siglo XX. En la medida en que logremos desarrollar las fuerzas productivas para permitir un cambio en el  modo de producción que hemos tenido, en esa medida seremos capaces de resistir el embate imperial y, de paso, generar ejemplo hacia la América Latina para conformar aquella idea del presidente Hugo Chávez (y de Lula y Kirchner en su momento) de tener alguna vez soberanía en Suramérica.

 

(Clodovaldo Hernández / LaIguanaTV)