En nuestra anterior entrega dejamos abierta la pregunta de cuáles son los aspectos fundamentales en los que debe renovarse PDVSA para alcanzar un modelo de gestión que la haga una empresa operativa y al servicio de los intereses del país. En este trabajo vamos a tratar de desglosar cinco de estos elementos.

 

La cultura organizacional: como en el anterior, en este trabajo nos preguntamos si puede Petróleos de Venezuela ser la empresa que necesita el país si su estructura es la cultura heredada de las trasnacionales que la precedieron y que hoy son sus competidoras en el negocio petrolero internacional. Como consecuencia, hay que preguntarse cuál es la misión de PDVSA, que desde nuestra perspectiva es la fuente del conflicto que hizo crisis en 2001 y derivó en el paro sabotaje petrolero.

 

El actual escenario obliga a reevaluar si las metas en materia de política petrolera establecidas en el Plan de la Patria y los planes de la industria derivados son las mejores opciones – o son siquiera viables-en los años por venir. Cuando hablamos de una Venezuela post rentista, con medidas de bloqueo que reducen drásticamente los capacidades operacionales de la industria y que no parece que en el corto o mediano plazo puedan ser levantadas ¿cuáles deben ser las metas de la industria?

 

La PDVSA que debe afrontar estos escenarios no puede ser una industria con una estructura como la actual. Necesita la creación de un modelo organizativo con capacidad para responder a los nuevos escenarios. Cabe preguntarse si la meta establecida en el Plan de la Patria de producir 6 millones de barriles diarios en este sexenio sigue siendo la mejor opción.

 

Participación de los trabajadores y trabajadores: cambios tan fundamentales como los que debe tener PDVSA, como la operadora del Estado venezolano en el negocio petrolero, deben tener la participación activa de los trabajadores, Los que han mantenido y mantienen sus operaciones. En el Plan Estratégico Socialista 2016-2025 (PES)  se define la transformación de PDVSA como la creación de “…un modelo organizativo que garantice el carácter participativo y protagónico, donde se asienten las bases para la eficiencia, eficacia, control y seguimiento de la gestión”.

 

La amplia discusión que dio como resultado la generación del PES, entregado al Presidente Nicolás Maduro en noviembre de 2017, no ha tenido un correlato en su implementación, A dos años de su entrega no hay un solo aspecto de las propuestas que haya comenzado a ejecutarse. Las actuales autoridades de PDVSA no sólo parecen desconocer el PES, sino que han ido contra los lineamientos que allí se establecieron.

 

Basado en los principios de “recuperar, sostener y crecer” el PES plantea algunos aspectos que hemos venido abordando, como la reactivación de pozos de categoría 2 y 3 en todas las cuencas petrolíferas del país y la incorporación de reservas de crudos livianos, medianos y gas. Si ya en el Plan Estratégico Socialista se plantean estos objetivos ¿por qué no ha habido interés en implementarlo?

 

Siguiendo aquella máxima de que “todo cambie para que nada cambie” la administración Ramírez vendió la idea de la “nueva PDVSA” para sólo cambiar unos nombres. Se mantuvo la vieja PDVSA intacta, bajo la fachada de una propaganda de eficiencia que incluso se pretendió extrapolar al resto del Estado.

 

En todos los niveles de la industria los trabajadores y trabajadoras coinciden en que pueden y deben aportar para que la empresa alcance sus objetivos. Son ellos y ellas quienes mantienen las operaciones en este momento. Hay un plan para la acción. Sólo falta la voluntad política de quienes dirigen la industria.

 

La relación con las empresas trasnacionales y los socios extranjeros: en el modelo de negocios que se implementó en PDVSA con la llegada de la Revolución Bolivariana cambiaron drásticamente las condiciones en las que operan empresas extranjeras. El desmontaje de la apertura petrolera hizo surgir la figura de las empresas mixtas, que dio la oportunidad a varias operadoras de mantenerse en el país con las nuevas condiciones.

 

En una reciente exposición el doctor Alvaro Silva Calderón, redactor de la Ley de Hidrocarburos vigente, exponía como criterio que las empresas mixtas fueron una respuesta coyuntural por lo que no deben ser tomadas como modelo.

 

Las nuevas condiciones, tanto nacionales como internacionales, requieren una revisión de los contratos y condiciones para generar un escenario óptimo de negocios en los cuales todos ganen. Esta evidente necesidad ha planteado el debate sobre la posibilidad de reformar el marco legal sobre el cual se establecen las relaciones con empresas extranjeras, que se mueve entre el liberalismo de las propuestas de Primero Justicia y Voluntad Popular, más cercanas al viejo modelo de la apertura petrolera, y cambios puntuales que ajusten algunos aspectos.

 

El aspecto más importante a revisar es la inversión inicial. Es obvio que PDVSA no tiene las condiciones para acuerdos en los que se requiera poner una parte sustancial. ¿Cómo puede participar entonces? ¿Debe dejarse la operación sólo en manos de las empresas extranjeras? La respuesta a esas preguntas redefine la relación con los socios extranjeros.

 

La relación con la empresa privada nacional: alrededor de las operaciones de PDVSA siempre ha habido un conjunto de empresas nacionales que prestan servicios de diferentes tipos a la industria, lo que permitió el surgimiento de un conjunto de empresas de servicios conexos especializados, así como de servicios generales. Esa relación ha sido también una fuente de corrupción y prácticas empresariales poco transparentes, que en el pasado y la actualidad permitieron a la gerencia de PDVSA medrar en distintos negocios turbios. Basta mirar algunos de los más sonados casos de corrupción investigados en los últimos tiempos.

 

Pero la necesidad de fortalecer un sector industrial especializado en el sector petrolero no sólo es una prioridad, también es un objetivo estratégico. Debe ser PDVSA entonces la palanca para fortalecer ese sector especializado, que pudiera alcanzar espacios de participación incluso en procesos medulares.

 

Eso va a depender de que la relación desde todo punto de vista sea transparente. Repetir prácticas como las de que los gerentes crean empresas para prestar servicios bajo su propiedad, o entregar ciertas operaciones a empresas que no tienen nada que ver con el sector, no favorecen la creación de ese sector industrial. Como tampoco el retraso en los pagos o las malas prácticas en las contrataciones.

 

Allí la participación debe abrirse no sólo al capital privado dispuesto a participar en las operaciones petroleras, sino también a un incipiente sector de empresas recuperadas, de producción social e incluso comunitarias que han venido surgiendo y que pueden hacer la diferencia para agilizar la prestación de servicios necesarios a la industria.

 

Este es un aspecto en el que la transformación de los procesos internos de contratación y pago es indispensable para que el objetivo de apalancar un sector industrial especializado pueda cumplirse.

 

La actualización tecnológica: por último no referimos al asunto tecnológico, fundamental para garantizar la autonomía de las operaciones de PDVSA. Hasta ahora el criterio para el uso y adquisición de tecnologías ha acentuado la dependencia foránea de la empresa. PDVSA ha sido el campo de batalla de intereses que se contraponen, en perjuicio de sus capacidades.

 

A pesar de contar con una filial dedicada a la investigación aplicada en el área petrolera (INTEVEP) se le ha dado prioridad a tecnologías foráneas que acentúan la dependencia tecnológica. Y eso nunca había sido tan patente como en el momento actual, cuando el bloqueo hace muy difícil la renovación de equipos y adquisición de insumos.

 

El Plan Estratégico Socialista 2019-2025 elaborado por los trabajadores de PDVSA establece como prioridad “el uso de tecnología de desarrollo nacional por encima de la foránea en la ejecución de todos los proyectos y operaciones de producción de hidrocarburos”. Esa premisa ya no es un deseo, sino un imperativo.

 

Desde el desarrollo de software hasta la fabricación de repuestos para equipos, debe ser una prioridad para la industria el desarrollo tecnológico para sustituir lo importado y garantizar la operatividad.

 

(LaIguana.TV / Esther Quiaro)